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Durante los días siguientes, mi estado no mejoraba.
La tos iba cada vez en aumento, y había comenzado a dolerme el pecho, pero nunca se lo dije al doctor. Quería salir de allí cuanto antes.
No es que tuviera ganas de dar clases, pero llevaba en el internado dos semanas y no había asistido a una sola.

A diferencia de lo que creía, aquel hombre con bata blanca no me caía mal en absoluto. De hecho, era bastante divertido y era muy fácil entablar conversación con él. Casi se podría considerar como un amigo. Mi único amigo.

Para ayudarme a matar el tiempo pasábamos horas hablando y jugando al ajedrez, e incluso yo intentaba dar todos los nombres de los medicamentos que él me mostraba y para qué servían.

No siempre estábamos solos. De hecho, cada día venían a la enfermería un gran número de gente, nunca estaba vacía.

Caí en cuenta de que casi todas las visitas eran de chicas, y que si un alumno pisaba la sala una vez en toda la semana era un milagro.

Me propuse a averigüar el porqué de estos porcentajes.

- Hola, doctor Shale- se asomó una cara a la sala.

- Buenas tardes, señorita- contestó amablemente y la miró de reojo - ¿ En qué puedo ayudarla ?

- Me duele el hombro, y lleva así desde que me levanté- suspiró la chica dramáticamente.

Contuve el agua en mi boca al ver lo corta que llevaba la falda. Señor, casi podía ver su ropa interior desde aquí.

Tragué el líquido y dejé la botella en el pequeño banquito a mi lado y observé curiosa la situación.

- Bien, siéntate aquí por favor- le indicó el doctor una butaca negra y ella caminó muy recta hacia ella- ¿ Puedes bajarte una de las mangas de tu camisa para que pueda verte el hombro ?

- Ajá,claro - sonrió ella tirando de su blusa hacia un lado.

El doctor retiró el pelo de la barbie rubia hacia delante para poder verle la espalda y ella le miró mordiéndose descaradamemte el labio.

Oh, ya había comprendido el porqué de tantas chicas. Tosí disimuladamente escondiendo una sonrisa.

- Vaya, tienes una buena quemadura - tocó la zona con cuidado y se puso blanca en la forma de su dedo para cambiar a rojo inmediatamente- ¿ Has estado tomando el sol ?

- Culpable - sonrió apretando aún más su labio inferior. A este paso iba a hacerse sangre.

- Dónde tendreis la cabeza- suspiró y la chica echó a reír exageradamente. Patético- Te voy a poner una crema para que con suerte la piel no se te despelleje, aunque es lo más probable.

Se separó de ella para coger un bote amarillo,vertió un poco de su contenido en la palma de su mano, y comenzó a extenderlo delicadamente por la piel de la joven,que cerró los ojos suspirando.

- Recuerda usar protección solar, puedes dañar tu piel- terminó de extender la crema y la ayudó amablemente a levantarse- La próxima vez ten más cuidado, ¿ si ?

- Claro, doctor - sonrió ampliamente y le guiñó el ojo antes de retirarse.

En cuanto lo hizo, yo estallé en carcajadas y él se quedó mirándome confundido.

- ¿ Qué ?

- ¿ En serio ? - seguí riéndome mientras el fruncía el ceño, aunque sabía que intentaba contener la risa- ¿ Tomar sol ahora ! ¡ Estamos en abril !

Él rodó los ojos y alzó las cejas repetidas veces.

- Es lo que tiene ser tan atractivo.

- ¡ Oh, por favor ! - reí ante su fingido egocentrismo lanzándole la almohada.

La asesina de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora