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Una noche después, bajaba por las escaleras hacia la enfermería.

- ¿Hola? - abrí la puerta con voz aburrida.

Paseé entre los estantes de medicamentos en busca del que quería.

- ¿ Necesita algo ? - preguntó una voz a mis espaldas mientras cerraba la puerta y me giré bruscamente.

- Sí, un ibuprofeno para la cabeza- miré de reojo el atractivo hombre que tenía a mi lado- He cogido un maldito resfriado.

- Mm ibuprofeno ibuprofeno ibuprofeno- buscó entre los botes de detrás de su mesa y se volvió hacia mi con una brillante sonrisa - No.

- ¿ No ? - me confundí. ¿ Que clase de doctor escolar no tenía un simple ibuprofeno ?

- Me temo que lo que buscas se ha acabado- sonrió burlonamente, y algo me dijo que no era cierto.

- No has buscado muy bien, me parece - respondí en el mismo tono señalándo una caja a su lado que decía claramente : Ibuprofeno 600mg.

- Lo siento, pero no hay para ti- ahora se puso serio y cogió unos papeles de su mesa sin echarme cuenta.

- ¿ Disculpa ? - sentí la ira correr por mis venas.

- Cuando aprendas a controlarte y dejes de intimidar a la gente, te daré el bendito ibuprofeno - respondió tranquilamente firmando unos papeles.

Se los arrebaté de un zarpazo indignada y los dejé con un golpe sordo sobre la mesa.

- Si no me da el puto ibuprofeno, fingiré que estoy al borde de la muerte y le acusaré frente al director de no querer ayudarme.Estoy seguro de que no querrá que la noticia se expanda y que los padres de los alumnos vengan a reclamarle. ¿ Qué son tantas discusiones ante la decisión de echar a un simple empleado ?

La asesina de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora