Borrón y cuenta nueva

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Capítulo 13


El primer problema que se nos presentó fue inmediato. Estaba cubierta de sudor y necesitaba ducharme, pero ante el intento de caminar arrugué el rostro, sintiendo una puntada en la espalda. Me quedé sin aire y siseé de dolor.

Con que esas tenemos...

—Si estoy así ahora, cuando mi cuerpo se enfrié me dolerá como mil demonios —dije entre dientes.

No podía ir sola porque el dolor apenas si me dejaba moverme. Pero quedarme allí no era una opción. Estaba en medio de una situación desatinada y no sabía qué hacer. Brandon me miraba expectante.

Entonces se me ocurrió una solución aún más absurda. Mis mejillas se sintieron calientes al siquiera pensar en ello, pero tampoco podía cavilar eternamente. Acostumbrada como estaba a pasar vergüenza y humillación, tragué mi orgullo y dignidad y me dirigí a Brandon.

Al diablo con todo.

—A-acompáñame a las du-duchas —tartamudeé el pedido.

Él abrió los ojos como platos en respuesta, sin dar crédito a lo que había oído.

—¿Qué? —preguntó luego de unos segundos de silencio.

—Lo siento muchísimo —contesté, profundamente apenada—. Es que no puedo caminar y las chicas del equipo ya se fueron. Créeme, esto me mata de vergüenza más que a ti.

Le envié una mirada suplicante. Brandon tragó saliva y asintió.

—Cla-claro —titubeó sonrojado.

Sus manos envolvieron mi cintura y levantó gran parte de mi peso. Caminamos lento hasta llegar a los a los casilleros del gimnasio. Saqué una muda de ropa limpia y mi bolsito con artículos de aseo. Brandon volvió a envolverme con sus brazos y seguimos el camino hasta las duchas.

No había nadie, como lo esperaba. Nos adentramos en aquel territorio a paso de tortuga y en silencio. El lugar y la situación no simplificaban las cosas, así que preferíamos mantenernos callados.

Cuando llegamos a destino, coloqué mi ropa encima de una repisa cercana, para evitar que se mojara y me giré para enfrentarlo.

—Gracias —expresé con una tímida sonrisa y con la cabeza gacha por la vergüenza—. Desde aquí me puedo arreglar sola.

—Cla-claro.

Brandon me soltó y se dirigió a la salida.

Una vez que él estuvo fuera de mi vista, abrí el grifo y el agua comenzó a caer por mi adolorida anatomía. Fui sacándome la ropa de a poco, haciendo una mueca de dolor cuando me movía más de la cuenta. Coloqué shampoo y acondicionador en mi cabello y me refregué el cuerpo con jabón.

—Auch, auch —dolía, dolía mucho.

Al terminar, me envolví con una toalla y comencé con la ardua tarea de vestirme. Prenda por prenda, con prudencia y lentitud. El cabello goteaba, lleno de agua, pero no podía prestarle atención porque estaba más concentrada en que la ropa encajara en mi cuerpo.

Terminé de vestirme, aunque tardé más de la cuenta. Tenía frío y mi camiseta estaba mojada por culpa de mi pelo, pero al menos estaba vestida. Sí, sí, ve lo positivo, Amy. Era hora de ir al encuentro de Brandon, pero al dar tres pasos en dirección a la salida, una aguda puñalada recorrió mis terminaciones nerviosas, dejándome paralizada en el lugar. Grité de dolor, no podría ni moverme con mi propia fuerza. Llamé a Brandon entre lágrimas.

Ella es mi monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora