Lo prometo

617 52 45
                                    


Capítulo 25

Lo prometo


En mi interior sabía lo que debía hacer y hasta lo tenía enumerado. Abrazar a mi hermana como primera medida, por supuesto; luego darle a su bebé para que lo conociera, a Shane, como ella lo había nombrado. Acto seguido debía llamar a Owen y contarle la noticia, rogando que no enloqueciera y tampoco debía olvidarme de avisarle a la enfermera para que chequeara el estado de Pam.

Eso era lo que yo, Amy Lee Reeve, tenía que hacer en aquella situación. Sin embargo, mi reacción fue titubear por incontables segundos, abriendo y cerrando la boca cual pez fuera del agua. Mi mente estaba en corto circuito y eso era porque no esperaba que ella despertara tan rápido y que se viera tan normal.

Pam se incorporó en la cama, con algo de esfuerzo. Se peinó un poco el cabello con los dedos y se refregó los ojos. Se veía algo pálida, pero aún así, su rostro brillaba con esa vitalidad tan típica de ella. Comenzó a estirarse, aunque no mucho porque tenía una herida en el vientre y las intravenosas conectadas a sus brazos le impedían la movilidad. Entonces, luego de su consciente preparación, clavó sus ojos en los míos, mostrándose extrañada y hasta algo fastidiada.

Yo hamacaba al bebé en mis brazos y las lágrimas caían a borbotones por mi rostro, pero más allá de eso mi cerebro aún no aceptaba la realidad y por lo tanto, no era capaz de moverme, ni hablar. Hasta yo me estaba exasperando a mí misma.

—Espabila, Amy —dijo Pam y comenzó a chasquear los dedos frente a mi cara— vuelve en ti.

Su tono era algo ronco y pesado, por el hecho de no haber usado su voz durante las últimas horas, además de que hablaba a través de la máscara de oxígeno. Pero sacando esos factores, sonaba exactamente como ella. Con esa falta de paciencia que dominaba su personalidad.

Sentí las comisuras de mis labios elevarse de a poco, formando una sonrisa. Felicidad. Eso era lo que sentía al verla y escucharla. Solté un profundo suspiro, sacando el aire que estaba reteniendo en mis pulmones. Era el alivio... alivio que fluía por mis venas, hasta llegar a cada rincón de mi alma.

Ahora ella estaba despierta y volvía a brillar con toda su luz y esplendor, logrando iluminar nuestras vidas con su preciosa existencia. Era Pamela. Mi hermana, mi amiga, mi madre... y yo nunca podría apreciarla lo suficiente.

El resto sucedió muy rápido y cumplí con cada asignación. En cuestión de minutos, esa habitación estuvo repleta de gente, pero en ningún momento me retiré de la escena. Lágrimas y llanto invadieron el espacio que nos rodeaba y yo no era la única, Owen lloraba a la par mío mientras me abrazaba fuerte. Jenna miraba al vacío con mal humor por estar en un ambiente desconocido y una enfermera removía la máscara del rostro de Pam, quien no tardó en hacer una mueca graciosa. La miramos, expectantes.

—¿No puedo quedarme con eso? Se siente tan refrescante —se quejó refiriéndose al oxígeno.

Nos manteníamos alejados de ella, sin poder abrazarla como queríamos porque a pesar de verse y escucharse bien, ella seguía frágil.

—Mírense nada más, como un par de flancitos. Estoy viva, ¿de acuerdo? Dejen de llorar como magdalenas. Hasta el bebé Shane está más callado que ustedes.

Sus quejas solo conseguían la reacción contraria, conmoverme y hacerme lagrimear a más no poder. Sentía mi cara caliente y húmeda como resultado. Pero, ¿cómo no llorar luego de todo lo que había pasado?

—Amy —su voz sonaba como música para mis oídos.

—Sí, Pam —me apresuré a contestar.

—Ve al baño que está allí y lávate la cara, porque parece que te estás derritiendo —su típico tono mandón estuvo lejos de molestarme. La había extrañado tanto.

Ella es mi monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora