Háblame de ti

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Capítulo 14


Un pequeño pero molesto haz de luz se colaba por mi ventana e iba a parar a mis ojos cerrados. La consciencia empezó a manifestarse y junto con ella, lo terribles síntomas que me aquejarían por el resto del día. Mis párpados se abrieron con reticencia, casi pidiendo permiso para moverse.

Oh cielos, hace tanto tiempo que no me sentía tan mal.

Mi cuerpo se sentía pesado y me dolía la cabeza como si un me hubiese caído un ladrillo. Mi garganta estaba seca y raspaba cuando tragaba saliva. Me giré un poco, desacomodando las sábanas y sentí mi estómago a punto de colapsar. Iba a vomitar mi cerebro, lo juro.

Con fuerza de voluntad y coraje, me senté en la cama. Las náuseas eran atroces por la resaca, pero creo que las ansias por vomitar eran también por el dolor en la espalda. Parecía que me había partido al medio. Revisé mi celular, para ver qué hora era. Siete y media de la mañana.

Me esperaba un grandioso día.

No recordaba exactamente cómo había llegado a mi cama, o qué había sucedido un poco antes de eso. Mi mente estaba llena de flashes relacionados con el partido y resoluciones que había adquirido. Pero tenía la certeza de que Brandon me había traído a casa, ya que había tenido una sucesión de extraños sueños con él.

Me levanté, pero el dolor era demasiado, caminar estaba fuera de mis posibilidades. Así que fui al baño medio arrastrándome. Lagrimones gruesos se escapaban de mis ojos cuando, involuntariamente, hacía algún movimiento desatinado.

Tardé muchísimo tiempo en arreglarme y fue un suplicio. Y era una experiencia nueva, porque nunca antes me había lastimado tan severamente. A pesar de todo el trajín de la rutina matinal, para cuando llegó Brandon estaba lista. Tenía planeado ir al hospital luego de mi hora de estudio con él.

Me senté frente a él, que me miraba con preocupación y recelo.

—¿Qué te sucede? —pregunté con la voz patosa. Me aclaré la garganta, aunque no obtuve gran resultado.

—¿Cómo te sientes? —me respondió con una pregunta.

Suspiré cansada. La respuesta era obvia, ¿no?

—Mal... me duele todo y todavía tengo vestigios de alcohol en mi cuerpo.

—Oh... —fue lo único que dijo.

En cierto sentido me inquietó que no siguiera hablando, pero tenía tantas ganas de vomitar que esa ansiedad pasó a un segundo plano.

Mi cara se contrajo un poco y Brandon se apresuró a servirme un vaso con agua. Lo tomé de a sorbos pequeños. Hacía muchísimo tiempo que no me emborrachaba y me arrepentía de haberlo hecho, ya que me sentía destruida.

—Será la última vez... —le prometí a Brandon, que me miraba algo intranquilo. Incluso había tirado la identificación falsa a la basura, para ni siquiera tentarme a utilizarla nuevamente—. De verdad que no vale pasar por esto por un rato de distención.

—¿No recuerdas lo que sucedió ayer...?

El tono que utilizó me puso en alerta. Me abofeteé mentalmente, por adelantado. Sea lo que fuera, seguro era mi culpa.

—¿Hice algo por lo que deba disculparme? —mi voz fue apenas audible.

Brandon negó con la cabeza de manera lenta y pausada, sin despegar sus ojos de los míos.

—¿Estás seguro...?

—Te traje aquí prácticamente en coma y no te despertaste en ningún momento —explicó de manera apresurada.

Ella es mi monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora