¿Ordenar?

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Capítulo 16

¿Ordenar?

—Te amo.

Lena me miró con una mezcla de diversión y extrañeza y como no hacerlo, cuando me encontraba abrazando la hoja con todo ese sentimiento. El último examen de matemáticas tenía una gran notificación de Aprobado, con resaltador rojo. Al fin tenía una buena nota en la maldita materia.

—¡Lo conseguiste! Tu esfuerzo tuvo un buen resultado.

—No lo hice sola, sin él no lo habría logrado —susurré, pensando en el mejor amigo que una persona podría tener. Brandon Spencer—. ¿Crees que se sienta mejor?

—No. Jason me escribió hace un rato para avisar que Brandon estaba con fiebre y que no vendría para nuestro martes saludable.

Y allí estaba la prueba de que yo era la peor amiga del mundo. Ni siquiera tenía su número telefónico para comprobar su estado yo misma. Hacía una semana que estaba en cama y solo me enteraba sobre su salud a través de Lena o Jason.

Lo extrañaba mucho y desde mi regreso no lo había visto. Quería compartir mis buenas noticias con él, después de tanta negatividad. En especial, porque él había estado para mí en esos momentos oscuros y me había apoyado incondicionalmente.

Necesitaba verlo...

—¿Brandon vive con Jason, verdad? —Lena asintió, a la vez que levantaba y bajaba la pesa de kilo y medio con la que se ejercitaba mientras estudiaba—. ¿Sabes dónde es?

Lena me dictó la dirección y me indicó un par de edificios que podía utilizar para guiarme, "al lado de la cafetería que tiene un mono colgado en el cartel"... era lo suficientemente gráfico.

—¿Iras a verlo?

—Después de ir a mi clase. Antes del entrenamiento —ella aplaudió como una foca y la imagen mental me hizo soltar una carcajada.

La solicitud que había enviado, fue aceptada con cierta reticencia cuando presenté el certificado médico. Más que nada fue por los buenos resultados que había conseguido para la Universidad con el volleyball, que por mis aptitudes para correr. Pero aunque fuera por simple lástima, lo prefería.

—El entrenador Ed está muy al tanto de tu reputación atlética —aseguró Lena, contrariando mis pensamientos. Asentí, pero sin compartir su convicción—. Aunque te hayas unido tarde al grupo, seguro que no te cuesta adaptarte.

—Aún si me cuesta, estoy a gusto con mi elección, Lena. No te preocupes —afirmé, porque era la verdad.

A pesar de que tenía la certeza de que sería difícil y que tendría que esforzarme más que nunca en mi vida, Ingrid Morley había tenido razón. El atletismo cumplía a la perfección mis requisitos. Era un deporte que abarcaba numerosas disciplinas agrupadas en carreras, saltos, lanzamientos, pruebas combinadas y marcha. Consistía en superar el rendimiento de los otros en velocidad o en resistencia, en distancia o en mayor altura. Pero a la vez era simple y no necesitaba muchos medios para ser llevado a cabo.

Los entrenamientos serían diarios, por la mañana o por la tarde. Y en su mayoría eran solitarios. Me había hecho a la idea porque había convivido con Lena y ella era realmente aplicada. Parecía vivir para correr. Esperaba cultivar su misma actitud.

El grupo de atletas estaba compuesto de unas diez personas y se preparaba concienzudamente, porque el próximo año serían los Juegos Olímpicos. No eran muy unidos, el trabajo en equipo era prácticamente inexistente, pero tampoco eran agresivos los unos con los otros. Al menos, no de manera obvia. A mi parecer, se mantenían cada uno en su mundo y yo podía vivir con eso. Ni ellos esperaban nada de mí, ni yo de ellos.

Ella es mi monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora