¡No otra vez!

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Capítulo 20


¡No otra vez!

Tragué el nudo que tenía atravesando en mi garganta y sequé las rebeldes gotas que habían escapado de mi ojo con el dorso de mi mano. Hasta yo estaba atónita por haber cedido a las lágrimas.

—Lo siento, Brandon. Es que yo... no sabía... yo... lo siento.

Es que todo lo que había contado era tan triste.

—¿Por qué lo sientes, si tú no tienes la culpa? —preguntó con esa sonrisa típica de él y la cabeza hacia un lado.

Él era quien debería estar apesadumbrado y sin embargo, aquí estaba consolándome a mí. Asentí ante su pregunta y traté de mantener la compostura. Brandon se mantuvo unos segundos en silencio, observándome atento, pero después continuó con la historia.

—Me esforcé bastante los últimos años de preparatoria y conseguí la tan necesitada beca. En el bar me aumentaron la cuota horaria y el sueldo cuando cumplí dieciocho. De esa manera hemos subsistido todos estos años.

—¿La elección de carrera tiene algo que ver con lo que has pasado? —pregunté y la voz me salió nasal. Me apresuré a aclararme la garganta.

—Algo así. Es decir, me gusta la arquitectura y es fácil —miró por la ventana y suspiró casi inaudible—. Pero mi razón principal al aplicar, fue porque estoy al tanto de que es una ocupación bien paga. No utilizaría mi beca en una profesión que no me dejara lo suficiente a nivel monetario, o que resultara insegura, ¿entiendes?

—Sí. Lo haces por tu familia.

—Exacto. Me prometí a mí mismo que sacaría a mi madre y hermana de este lugar. Y algún día lo lograré.

En su voz podía distinguir la determinación y tenacidad de Brandon. Él casi nunca hablaba así.

—Es una gran carga, Brandon —no pude evitar decirle.

—Lo sé, pero no puedo darles la espalda, Amy —replicó automáticamente. No sonaba hostil, pero su respuesta fue firme e intransigente.

Y con esas palabras, me recordó a Pam. Ella también se había ocupado de la familia, aún cuando mi papá estaba vivo. Había renunciado a todo por nosotras. De repente, las lágrimas volvieron a amenazar. ¡Cuánto habían tenido que pasar Brandon y Pam!

Entonces, mi cuerpo reaccionó antes que mi cerebro. Me levanté tenuemente, sin despegar la mirada de aquel sufrido muchacho y me lancé a sus brazos. Él siempre me abrazaba cuando yo estaba pasando un mal momento y esos acogedores arrumacos eran una sanación. Quería al menos significarle un diez por ciento del alivio que él me daba.

Y sí, quedó un poco mal de mi parte que realizara semejante acción. Primero, porque él no había terminado de contarme la historia y segundo, porque además tenía una guitarra en las manos. Así que el abrazo fue bastante dificultoso al principio, hasta que nos acomodamos.

—No pasa nada, Amy. En serio —dijo, acariciando mi cabeza de manera reconfortante—. Bueno, mejor dejemos de hablar de mí.

Me separé un poco de él y asentí. Entonces me percaté de lo que tenía mis brazos sobre sus hombros y mi cara había quedado a muy, muy cerca de la suya. Me sentí rara...y si le daba la definición exacta, esa sería: poseída por las hormonas.

Mis latidos se aceleraron y mi respiración se volvió superficial. Él también se veía perturbado, no era ajeno a mí. Sus ojos avellana brillaban y sus mejillas estaban encendidas. Podía sentir su pecho subir y bajar contra el mío y lo vi tragar varias veces. Ni hablar de cuando se me fueron los ojos a su boca entreabierta.

Ella es mi monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora