LA DESPEDIDA

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Esta mañana de regreso al hotel, llame a Paula y Alfredo para quedar con ellos a almorzar, así lo hicimos, aprovecharía también de contarles sin muchos detalles de mi amistad con Jeremy. Como también ellos me contaron de sus planes de viajar a Paris para continuar con su "luna de miel", eso implicaría que debería regresar sola a Chile.

Presentía de alguna forma u otra que nuestra despedida no sería fácil, solo nos quedaba un día y parte de la noche siguiente, porque mi vuelo estaba programado de madrugada. Jeremy me llamó al hotel para decirme que adelantara mi salida, que el próximo día y la noche la pasáramos juntos, que él me llevaría al Aeropuerto.

Sin pensarlo mucho, hice lo que me pidió, fui a despedirme de Paula y Alfredo y regresé a mi habitación para terminar de empacar y salir a su encuentro.

A la hora después me estaba esperando en el lobby de hotel. Llevó mis maletas a su humilde auto, un Aston Martin del año. Bueno yo nunca he sido muy fijada, pero es un auto tan hermoso y llamativo que es imposible que no llame la atención. Mi carruaje estaba listo, así que aborde y encaminamos a palacio. Si Miriam me viera, ya estaría batiendo sus pestañas feliz de que me este dando una oportunidad.

- Jeremy le pidió a Matilda que subiera mi equipaje a su recamara.

Extrañada le pregunté - Por qué hiciste eso Jeremy? - Porque no quiero que te vayas sin antes tenerte para mí - Me respondió sin rodeos.

- Pero no es lo que imaginas. Solo vamos a llegar ahí si tu quieres, yo solo me conformo con que conversemos y abrazarte hasta que nos quedemos dormidos.

- Gracias. Eres maravilloso.

Cenamos, me mostró muchas de sus obras, sus premios y algunas que no ha querido hacer públicas porque siente que algo le faltan. Luego toco mi turno, le hable en extenso de mi vida, mi hijo y mi trabajo, le conté de mis fracasos y de todo el tiempo que llevaba sola. A cada palabra me miraba y negaba con su cabeza, mientras acariciaba la mía y me daba besos en mi frente o en mi nariz o pasaba su dedo por mi mejilla. Gran parte de la noche la pasamos así, queríamos que fuera eterna.

A la mañana siguiente, desperté abrazada a Jeremy, casi tal cual como debimos habernos dormido, aún me tenía enlazada entre sus brazos. De hecho fue el primero en despertar, según me dijo estuvo mirando como dormía y no quería molestarme.

- Despierta dormilona, tenemos que desayunar y aprovechar el día, que está precioso.

- Me incorporé y traté de zafarme de su agarre.

Me soltó a regañadientes para irme a bañar, pero como estaba tan bien le pedí que fuera el primero mientras yo preparaba mi ropa.

No sé si con intención o de manera inconsciente la puerta del baño quedo entreabierta. Traté de obviar el hecho y me dispuse a buscar un atuendo para el día. Mientras sentía la ducha caer y el reflejo del cuerpo de Adonis de Jeremy en el espejo nublado del baño.

Armándome de valor, fui despojándome una a una de mis prendas, a medida que lo hacía, iba pensando en que si esto, cambiaría en algo esta situación tan inesperada para mi, total yo me iría y Jeremy sería solo un maravilloso recuerdo.

Tomé un edredón de su cama y me dirigí a paso firme al baño, una vez frente a la ducha corrí la puerta me descubrí y entre naturalmente. Jeremy reaccionó como si estuviera esperándome y solo atinó a decir atrayéndome a su cuerpo - Creí que nunca te decidirías - Para luego abrazarme y fundirnos en un beso lleno de pasión y ternura a la vez.

- Te amo, susurraba Jeremy en mi oído. No se cansaba de decirlo, esperando mi respuesta.

El día tan hermoso, después de aquella sesión en el baño, transcurrió en esa habitación, solo fuimos molestados cuando Jeremy lo disponía y era para que Matilda nos trajera comida o bebida. No recibió llamados, con excepción de uno que hizo junto a mí, a su madre para hablar con su hijo, para que yo lo oyera.

En un momento, la voz de Jeremy sonaba a tono de suplica. - No quiero que te vayas, quédate conmigo, tal vez suene egoísta, pero te quiero a mi lado- Me pidió.

Sus palabras no eran parte del plan, si bien es cierto yo me puse condiciones, el solo dijo que respetaría mis límites hasta donde yo le dejara llegar y esto que sucedió para él era como una especie de autorización para demostrarme sus sentimientos.

- Jeremy, dije besando sus labios.

- Me has hecho la mujer más feliz de la tierra en estos pocos días que nos conocemos y estos recuerdos los voy a atesorar hasta el final de mi vida. No quiero complicarte ni complicarme, dentro de unas horas volveré a mi realidad a ser la misma de siempre y si estoy aquí contigo es porque no quería irme sin demostrarte lo que estoy sintiendo.

Por respuesta obtuve un abrazo y una delicada invitación a que nos fundiéramos nuevamente en uno, ambos llegamos al paraíso entre susurros, besos y caricias, esas de las que yo casi no recordaba.

Por fin llego el momento de la despedida. No sin antes volver a ducharnos, entre caricias Jeremy dibujó cada rincón de mi vivida geografía. Lavó mi cabello para luego enjuagarlo junto con mi cuerpo. Una vez terminado cogió la toalla y me ayudo a secarme. Nos vestimos en silencio. Ordené mis maletas y bajamos, me despedí de Matilda y emprendimos rumbo al Aeropuerto.

Ambos no pronunciamos palabras hasta que anunciaron mi vuelo. Jeremy me llevaba abrazada a su torso, mientras caminábamos hacia la puerta de embarque. Una vez allí y antes de entrara a la manga, me detuvo y sacando una pequeña cajita de su bolsillo, me la entregó y me pidió que no la abriera hasta emprender vuelo. La tomé entre mis manos y la guarde.

- Por favor Beki, júrame que te cuidaras, me escribirás y todas la noches soñaras conmigo. Recuerda que tenemos mucho que hacer todavía, tenemos que reunirnos con nuestros hijos. No sé como aguantaré antes de morir de amor. Dijo Jeremy con una voz ahogada llena de temblor.

- Jeremy, no me hagas más difícil esto, mañana en cuanto llegue a Chile me conectaré, lo prometo.-

- Nos besamos y por primera vez no me importo que nos vieran, ni sentí vergüenza de su abrazo. Solo éramos una pareja demostrando su amor.

Me separé de Jeremy, lo besé por última vez y me encaminé sin mirar atrás, no lo haría porque estaba segura de que si lo hacía tal vez no podría dejarlo y necesitaba ordenar mis ideas y poner distancia entre él y yo.

ESTABAS A LA VUELTA DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora