Suga + Jung Kook

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  Yoon Gi golpeó con furia la pared que tenía a su lado, mientras observaba a sus compañeros con el ceño fruncido y apretando los dientes. El mayor, Seok Jin, intentó acercarse a él con los brazos por delante. Sin embargo, se detuvo en cuanto el otro le dirigió una mirada tan fría, que le heló la sangre.
-He preguntado quién cojones le hizo eso a Jung Kook-dijo cada palabra despacio y cargada con tanto odio, que era imposible no estremecerse de terror. Todos se volvieron hacia Ji Min, pues en situaciones como esa, era la mejor opción para calmarlo-. No, no me mires así, esta vez no. No pienso quedarme con los brazos cruzados mientras tenemos a Jung Kook en esa cama de hospital.
-Él decidió involucrarse en la pelea-dijo, de todos modos, el chico con cabellos teñidos de naranja. Logró acercarse lo suficiente como para posar una mano sobre el hombro del otro chico-. No puedes ir y pegarles una paliza. Además, te destrozarían, y lo sabes. Mira lo que le hicieron a...-las palabras murieron en su boca, y dejó caer el brazo, muerto, a un lado de su cuerpo. Solo recordar el estado en el cual se encontraba el más pequeño, lo destrozaba. Apartó la mirada.
-Digas lo que digas, a ti también te gustaría ir y...-Yoon Gi tampoco acabó sus palabras, pero se apartó de la pared, cerrado los ojos y masajeándose las sienes- Está bien. No... no voy a hacer nada. Me vuelvo a la habitación. Sus padres deben haberse marchado ya.
-No dejan quedarse a n...-Yoon Gi hizo que Tae Hyung callase con solo mirarlo.
-Me importa una mierda lo que digan las normas. No voy a dejarlo solo en ese cuarto, rodeado de camas con desconocidos.-ninguno añadió nada más cuando les dio la espalda y se volvió a meter en el hospital, porque sabían que no tenía sentido meterse de por medio.
Yoon Gi subió las escaleras casi de dos en dos, y cuando alcanzó la planta donde se encontraba Jung Kook, fue hasta su cuarto sin pensar. Ya fuera por arte divina o porque su rabia podía olerse, no se cruzó con ningún enfermo o enfermera de camino. Entró intentando no hacer ruido por respeto a los demás pacientes que descansaban tras las cortinas. Llegó hasta la que tapaba la cama de Jung Kook. Escuchaba el ruido de las máquinas que se dedicaban a regular los goteros y notó que su corazón se aceleraba de nuevo, así que tuvo que apretar los puños. Corrió una de las cortinas y la dejó caer detrás de él cuando la traspasó.
Jung Kook descansaba, con el cabello negro pegado al rostro y la boca entre abierta. Al menos, le habían quitado la mascarilla de respiración. Seguía teniendo el labio partido y una gran y fea herida en la mejilla que quedaba oculta con las curas. Se acercó hasta él y le agarró con suavidad la mano.
-Ir a buscarlos y pelearme con ellos... no borrará esto, ¿verdad?-murmuró- Los médicos han dicho que no saben... cuándo o...-las palabras se ahogaban en su garganta-o cómo saldrás de esta. Jung Kook... ¿por qué no huiste? ¿Qué pasó para que te dejasen así?-se dejó caer al suelo de rodillas, sin soltarlo y apoyando la cabeza contra el colchón. Min Yoon Gi era alguien que odiaba llorar, nunca lo hacía, pero... pero Jung Kook estaba tendido en aquella cama, sin moverse, sin sonreírle... y no abría los ojos... sus constantes vitales eran débiles... y él quería escucharlo, y decirle lo que ambos sabían pero él no sabía expresar. Jung Kook estaba ahí... sin estar. Y él solo podía sujetar su mano con fuerza, dejando que las lágrimas rodasen por sus mejillas, mientras le preguntaba por qué, por qué, por qué... Jung Kook estaba ahí, mientras él quería arrancarse el corazón porque le dolía más que le daba vida, y quería lanzarse sobre la cama, abrazando el cuerpo del pequeño, rogándole que volviera. Pero sabía que no lo haría por eso. Entonces, recordó su última conversación, sentados en un puente de noche, arriesgándose a caer al agua, y cómo la misma mano que ahora él sujetaba, había rozado la suya, mientras ambos mantenían la vista al frente.
-Algún día... nos marcharemos de aquí juntos, ¿verdad, hyung?-las luces de la ciudad los miraban con diversión. Ah, jóvenes ilusos llenos de sueños vacíos, parecían canturrear. Pero Yoon Gi las ignoraba. Porque sentía que podría ir con Jung Kook al fin del mundo. Aunque no pudiera decírselo con palabras, porque no sabía hacerlo.
Y las luces reían sin parar.
-Tienes que despertar-dijo, en voz baja, ahogado en su propia lástima-. Tienes que despertar, para que podamos irnos... ¿no querías largarte de este lugar?
Entonces, notó un apretón. Ligero como el roce de una pluma, pero que activó todos sus sentidos. Se puso en pie de un salto, y de repente, la máquina que marcaba el pulso de su amigo comenzó a pitar de manera estridente. La observó, confuso, sin saber qué estaba queriendo decir. Miró a Jung Kook, y la lágrima que caía desde su ojo, hasta caer sobre la almohada.
Unos brazos lo apartaron de allí, los gritos hicieron eco a su alrededor, y cuando observó por la ventana, la noche que nunca dormía en Seúl, quiso romper el cristal y decirle a las luces que dejasen de reír, porque algún día ellos dos... algún día se marcharían de allí.  

Micro FicsWhere stories live. Discover now