ENTRE LÍNEAS

427 14 0
                                    

Sofía


Resoplé.

—Sí, Andrea.

—¿De verdad? —Insistió.

— Ya te dije que él también pude venir.

Descendí del automóvil y por el espejo lateral revisé que el maquillaje estuviera en orden una última vez.

—¿Me juras que no hay problema? Diego dice que no sería muy propio que Óscar fuera, que apenas y lo conoces. Mariel lo apoya y a Carlos le da lo mismo.

—Es una fiesta.

—Una fiesta privada de una producción en la que no colaboramos.

Puse los ojos en blanco.

Hace un par de días había recibido la invitación por parte de Guillermo para asistir a la fiesta que se organizaría por el inicio del rodaje. Tenía suficientes entradas como para llevar a las chicas, sus parejas y mi condominio entero si yo quería.

—Andrea, no hay problema, enserio. Tengo conociendo a Óscar... ¿un mes? Es suficiente tiempo como para decir que el muchacho me agrada, y bastante. Tú llévalo, el tipo parece un perro perdido sin ustedes, es como su hijo.

Caminé hasta la recepción del edificio vigilado por elemento de seguridad, gente iba y venía, corrían por todos lados y parecían muy concentrados en todas y cada una de sus tareas a realizar. Tanto ajetreo me desesperó.

—¿En serio?— chilló Andrea.— Gracias, gracias, ¡gracias! Te amo, ¿lo sabías?

Reí.

—Sí. Yo también te amo, fea. Nos vemos más tarde. —Colgué y guardé el teléfono en el bolso.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

Una linda y alta castaña me detuvo. Su sonrisa cordial la hacía verse servicial, y su traje sastre le daba la perfecta imagen de una profesional. En su brazo derecho traía envuelta una tabla con varios papeles de registro, en la otra mano, apretaba con fuerza el intercomunicador y frente a su pecho, portaba con altivez el gafete distintivo de la casa productora cinematográfica.

—Hola.— le sonreí de vuelta.— Mi nombre es Sofía De Alba, estoy convocada para la reunión de hoy. Mi llamado es a las once de la mañana para la lectura del guión. Traigo la confirmación de Guillermo.— le mostré el documento, el cual recibió. Leyó con atención y después repasó el listado que tenía en su tableta.

—Mucho gusto, señorita, mi nombre es Alicia Miranda, es un placer tenerla en nuestro equipo de trabajo— me tendió un gafete parecido al de ella.— Durante el rodaje de la película, usted deberá llevarlo en todo momento. Ahora, si me acompaña por favor...

Amablemente me cedió el paso y me guió hasta el elevador que nos llevaría a la sala de lectura. Mientras veía los números del ascensor aumentar progresivamente, pensaba en lo que pasaría una vez que entrara. ¿Qué diría? ¿Tendría que presentarme y admitir mi inexperiencia? Me sentía como una niña jugando con los chicos grandes, nunca había estado en algo similar, era demasiada responsabilidad.

Esperaba no tener que cruzarme con el dichoso director, él era tan joven como yo, quizá un par de años mayor, pero aún así, ¿cómo pudo decirme algo semejante? Se había presentado ahí, mucho más tarde de la hora indicada, con una cara de fastidio que me cegó por completo de su atractivo. Apenas me dio el primer vistazo y decidió que no era merecedora de un lugar en su tonta película. Pues inexperta o no, falta de talento o juventud en exceso, iba quitarle esa bonita sonrisa de su estúpida cara. Iba a arrepentirse por haberme tratado como lo hizo.

Hasta Que El Sol Se CongeleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora