UN BESO NUNCA HA MATADO A NADIE

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Andrea

Óscar soltó una estrepitosa carcajada.

—Júralo.

—¡Te lo juro! Andrea es la persona más torpe en la faz de la tierra.

Sofía terminó una de tantas anécdotas donde yo me lastimaba, o lastimaba a alguien más, o hacía el ridículo en vía pública.

Estábamos todos juntos pasando la tarde, las chicas habían organizado una reunión con Diego y Óscar, quien en los últimos días se había vuelto demasiado cercano a Sofía. No me molestaba el tenerlo cerca, es más, empezaba a considerarlo ya como un amigo, sin embargo tampoco me agradaba la idea de que estuviera inmiscuido en nuestros asuntos todo el tiempo. Era bastante importuno, en vez de tener la libertad de disfrutar al lado de Diego parecía que había, de alguna forma, entablado una relación de tres. Óscar era divertido; Diego disfrutaba el estar con él, a Mariel le desagradaba su actitud tan infantil, Sofía parecía haber encontrado su igual, y yo...tenía sentimientos encontrados. Una extraña familiaridad pululaba entre nosotros, era exactamente eso lo que aún no terminaba de permitirnos el sentirnos cómodos uno alrededor del otro. Podrían llamarme paranoica, pero éramos los únicos que nos dábamos cuenta al respecto.

—¡Estás loca, Andrea!—dijo Diego burlándose de mí.

—Pero aún así, aquí sigues.— le di un puñetazo en el estómago que lo hizo encogerse en el sillón.

Daniela, la hermana menor de Óscar, demasiado parecida a su hermano para ser verdad, intercambió miradas con él. Ella le compartió un chiste privado, a lo que Óscar negó efusivamente prohibiéndole rotundamente que dijera lo siguiente:

—Diego, ¿recuerdas esa ocasión en la que Isabella tuvo su primera cita, y Óscar, por voluntad propia fue a recogerla a la salida del cine vestido como su mamá?

El nombre de Isabella encendió un foco rojo en mi cabeza. Suponía que se refería a la chica con la que Diego y yo encontramos a Óscar. Tenía que ser ella. Recuerdo que Isabella lo miraba demasiado, a Diego también, pero con una intensidad diferente. Óscar fue no recíproco con ella, o al menos, no mientras estuvieron con nosotros. Parecían estar viéndose demasiado a menudo, Diego decía que lo de ser amantes era algo nuevo, y aunque no estaba segura desde cuándo se conocían, era claro que existía confianza ahí.

Según lo que acababa de escuchar podía dar por hecho que Óscar se preocupaba por Isabella, mi pregunta era: ¿Qué tanto? Y ¿Por qué?

—Claro que lo recuerdo —estuvo a punto de escupir el líquido que había en su boca. —, el vestido lo tomamos prestado del armario de mi madre.

Alcé la voz sobre su risa.

—¿Por qué hiciste eso? —miré a Óscar intentando esforzarme por imaginármelo con ropa de mujer.

Él simplemente se encogió de hombros. —Ella era una niña, él no la merecía.

Sabor amargo subió por mi garganta. Él no la merecía.

Hice mi mayor esfuerzo por no voltear hacia Carlos, pero cuando lo hice, él también estaba mirándome. El mismo pensamiento cruzó por nuestras mentes: Hoy, hace dos años.

—Bien, chicos, vamos hacer esto un poco más interesante. Acérquense. — Mariel trajo una de las botellas vacías y la dejó sobre la mesa de centro. — Daniela, como eres la nueva del grupo, tú empiezas.

Ella jaló hacia abajo su camiseta mientras se arrodillaba cerca de la mesa, giró la botella que terminó señalando hacia Diego y tuvo que decidir entre besar a alguien, tomar cuatro vasitos de tequila o comer mayonesa. Extrañamente prefirió la mayonesa.

Hasta Que El Sol Se CongeleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora