Abro los ojos de a poco a poco y me adecuo a la luz de la habitación. Trato de hablar, pero siento una tela en mi boca. Me remuevo tratando de salir, al notar que mis manos y pies también estan atados.
—¿Despertaste?
Daphne me observa, y camina hacia mí con una sonrisa.
Al momento de verla, siento el miedo recorrer cada centímentro de mi cuerpo.
—¿Asustado, idiota? Nunca debiste confíar en Ruben, las apariencias engañan-me toma del cabello y hace que la observe- Espero que tus padres te recuerden como se debe, no volverán a ver a su pequeño otra vez..
Mis ojos se cristalizan, y siento las lágrimas recorrer mis pómulos.
Ruben aparecen algo cabizbajo, Daphne me suelta y abraza al castaño.
—Iré por el arma- informa ella, y me deja junto a Ruben.
Este se acerca, y destapa mi boca de un tirón. Me besa, el beso es rápido y me abraza con fuerza, como si nunca quisiera soltarme.
La amargas lágrimas siguen cayendo por mis mejillas, pero aquel brillo en sus ojos verdes me hace tener más esperanza, de que posiblemente él vaya a hacer algo para que salga de su casa.
—Bien, ¿Ruben lo harás tú o yo?
Bajo la cabeza, sintiéndome intimidado al ver el arma.
—S-Sí.
El silencio reina, y puedo sentir la brisa del aire golpear las ventanas de lo que sería el zótano.
—Lo lamento, Miguel. Lo lamento.
Y con eso siento como mi vida se va de a poco a poco.