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Caminé por la quinta avenida mientras miraba mis zapatos de tacón, había planchado mi cabello y un bolso colgaba de mi hombro. 

Necesitaba lograr dar una buena impresión.

─Buenos días─ le sonreí a la chica de recepción. ─Escuché que necesitan personal.

─Oh ¿Vienes para el puesto de socorrista? ─la muchacha detrás del mostrador le sonríe y yo asiento con una sonrisa. Cualquier cosa era buena. ─¿Traes tu currículum? ─Entonces volví a asentir y le pasé el sobre con todos mi documentos.

En la semana me había encargado de poner todos mis papeles en orden y de solicitar los que me faltaban. Había sido bastante tedioso.

─Perfecto, mi jefe no está en la ciudad pero creo que eres perfecta para el trabajo ─la sonrisa no deja su rostro y se levanta de su asiento no sin antes decirle al botones que cuide el lugar. ─Ven, te enseño la piscina.

Caminé detrás de ella hasta la puerta que daba a la piscina, el sol me lastimó los ojos un poco por lo que los cerré casi por completo.

─Sí, tal vez quisieras comprar unos lentes de sol ─la recepcionista bromea ─Lo único que debes hacer es no dejar que nadie se ahogue o lastime ─señala ─Y antes de irte debes limpiar ─ señaló un largo tubo con una red en la punta ─Solo cuida que no quede basura en el agua, el conserje hace lo demás.

─Está bien─ sonreí entusiasmada ─¿Cuándo empiezo?

─El lunes─ respondió sencillamente antes de llevarme hacia donde estaban los casilleros.

─Hola Harry ¿Todo bien?─ en una parte del camino ella se detuvo a charlar con un chico, me detuve detrás de ella.

El chico asintió antes de mirarme, esto solo duró unos segundos antes de que el diera media vuelta y se marchara caminando.

Vaya, que modales. 

─Es un huésped especial ─me explicó la recepcionista mientras reanudábamos la caminata. ─Es muy torpe ─se ríe ─te caerá bien.

Asentí levemente extrañada y después abrió la puerta para mi, el frío del aire acondicionado refresca mis brazos e inmediatamente ella comienza a hablar, explicándome todo lo que podía usar.

Sin embargo aquellos ojos verdes no se fueron de mi mente por el resto del día.

Esos ojos verdes me recordaban a mí. 

Tan vulnerable. 

PSYCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora