Le sonreí a mi madre mientras ella me miraba a través de la puerta.
Su expresión era triste, sus ojos estaban hinchados.
Continué jugando con un pequeño carro de juguete color blanco.
─¿Por qué mami no quiere verme?─ exclamé con cierta curiosidad. No entendía lo que estaba pasando.
─Ella sí quiere verte, campeón─ murmuró. ─Es solo que... ─Uno, dos, tres segundos, su respiración se cortó, le tensión creció y mi papá comenzó a llorar.
Ellos te odian Harry.
Ellos hubieran querido que murieras tú.
─Ella no me quiere más ─musité a punto de soltar las primeras lágrimas.
─No digas eso─ susurró antes de mirarme con pena.
Pero no me abrazó.
Ni siquiera me tocó.