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Harry aún dormía cuando Olivia tomó sus cosas junto con el pequeño felino, le dejó un poco de café preparado al rizado y se fue de ahí.

La hierba le había pegado un poco por lo que no se molestó en despertarlo para decirle que se iba, no le pareció necesario. El camión estaba vacío y ella se sintió agradecida, odiaba tener que lidiar con mucha gente.

De repente sintió una punzada en el costado de su pierna, le ardía y dolía un poco, sin embargo tuvo que esperar hasta llegar a su casa para poder revisar lo que tenía.

Una vez llegó a su departamento, dejó al gato en el suelo y se dirigió a su "habitación" la cual era un colchón  junto a la barra de la cocina. Literalmente.

Se paró frente a un espejo que había comprado unos días atrás de una tienda de segunda mano y lentamente, comenzó a subir su blusa. Revelando los enormes hematomas en su estomago, segundos después se despojó de su pantalón, ya que le era difícil levantarlo hasta la altura de donde el dolor provenía.

Tenía no solo uno, sino tres rasguños, hinchados y rojos, con un poco de sangre saliendo de ellos.

No le dolían más, simplemente se quedó ahí, parada viendo su reflejo en el espejo y admirando las heridas que le decoraban el cuerpo, pensando en lo enfermamente hermoso que este se veía.

No pensó nunca en lo que se lo pudo haber provocado, de hecho, le pareció fascinante, había estado demasiado drogada para darse cuenta de aquello.

*

El lunes siguiente, Harry se quedó esperándola y aunque él sabía que ella estaba en la escuela, le molestaba el hecho de no poder hablar con alguien.

No dijo nada en los días siguientes, dejando el tiempo correr y continuando esa monótona rutina que mantenía desde hace semanas, ansiando a que el Sábado llegara y poder volver a probar de esa cosa tan rara que lo hacía sentir tan bien.

El sábado llegó y Harry despertó más temprano de lo normal, lavó sus dientes, se duchó y desayunó antes de las ocho de la mañana.

Bajó en traje de baño, esperando ver a Olivia ahí, sin embargo pudo observar a una chica de piel blanca y cabello negro, nada parecida a la pelirroja.

Regresó a la recepción, tratando de encontrar a la secretaria.

-¿Y Olivia?- preguntó una vez dio con el mostrador, haciéndola reír un poco.

-Buenos días Harry ¿Cómo amaneciste?- sonrió un poco, dejando el teléfono en su lugar.-Olivia está enferma, ha llamado anoche, vendrá hasta el próximo fin de semana.

Harry hizo una cara de confusión total.

¿Debía esperar dos semanas ahora?

Con una había tenido más que suficiente.

-¿Puedo ir a verla? ¿Me llevas a su casa?

-Puedo darte su dirección, pero no puedo acompañarte- le dijo, esperando que él se decidiera.

Era inofensivo ¿Que tanto daño podía hacer que ella le diera la dirección de Olivia?

Harry aceptó sacando su billetera.

-¡Por Dios no!- ella carcajeó -Llévatelo gratis- mencionó pasándole el papelito en donde dicha dirección estaba escrita -¡Fíjate al cruzar la calle!

El castaño asintió metiendo el papel en su bolsillo y saliendo hacia la calle, buscando un taxi.

*

Su día no había sido el mejor, tenía casi treinta y siete grados centígrados de calentura, sus huesos le dolían debido a la terrible condición de el lugar en donde dormía y sentía que moriría en cualquier momento.

Después de ver un poco la televisión, la puerta sonó, haciendo un ruido  bastante fuerte.

Se levantó de golpe, tapándose los oídos, aquel estruendo no se detendría y ella lo sabía. Contó hasta diez, sin embargo no se iba, siguió hasta el treinta y casi suelta un grito al escuchar la puerta abrirse.

-¿Olivia?

La pelirroja abrió los ojos lentamente, agradecida de no ver a su madre frente a ella, sin embargo un poco confundida.

-¿Qué haces aquí?

-No viniste esta mañana, pensé que irías- el castaño mencionó tratando de explicarse, estaba un poco nervioso.

Ella asintió con la cabeza, y después de pedirle que cerrara la puerta, le explicó por qué no se había presentado a trabajar.

Y por primera vez, él pareció entender.

PSYCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora