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Terminé de acomodar mis cosas junto a a la chimenea de mi nuevo departamento, estaba feliz de al fin haber salido de casa.

Al principio me había sentido muy culpable por pensar en dejar a mi madre a su suerte.

Pero esa culpabilidad desapareció en segundos, cuando me puse a pensar en todo lo que ella me había hecho.

Ella tenía la culpa de todas mis inseguridades, ella era la protagonista de mis pesadillas. Gracias a ella había vivido un infierno los últimos dieciocho años de mi vida.

Pero ya no más.

Supe que todo había acabado cuando puse un pie fuera de ese sucio apartamento.

Me había graduado tres meses atrás y por fin tenía la beca para la universidad que tanto había querido.

Pasé la tarde limpiando el lugar en donde dormiría y también el baño. El dúplex no estaba en mal estado pero según la agente de bienes raíces; nadie lo habitaba desde hacía mucho tiempo.

Algunas cosas del antiguo dueño, estaban guardadas en cajas dentro del clóset, no eran nada más que algunas fotos y cassettes estropeados.

Tenía el dinero suficiente como para mantenerme un mes y medio, tal vez menos. Por lo que debía comenzar a buscar un empleo de medio tiempo. Tenía varias opciones marcadas en el periódico que el cartero dejó esta mañana en mi buzón, me había tomado el tiempo de bajar a la recepción y preguntar por el correo.

Algunas ofertas me interesaban lo suficiente como para levantarme temprano al día siguiente, sin embargo sentía que aún tenía un poco de tiempo para instalarme y tratar de acostumbrarme a mi nueva vida.

A mi nueva y mejorada vida.

PSYCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora