Mello.

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Lo último que sentí de ella fueron sus delicadas manos chocar contra mi espalda, empujándome hacia la acera para lograr quitarme del camino de ese camión. Al tropezar con el cordón cayéndome de rodillas, escuche de fondo la bocina de aquel camión y un grito de mujer, el grito de mi madre. Me di vuelta rápidamente y lo único que mis ojos divisaron fueron el grupo de ella tirado en la calle y su hermoso cabello amarillo manchado con rojo... con sangre.

—Dios mío, ¡Dios mío que hice! —dijo bajando de la cabina del camión.

—¿Mamá?  

—Muchacho, llamaré a una ambulancia, te prometo que estará bien.

Esas últimas palabras no fueron más que mentiras, mi madre ahora mismo está bajo cuatro metros de tierra, sola, como nunca quería estarlo. Por esa maldita pelea ella tuvo ese final, murió salvándome ¿Salió la pena? Claro que no. Pero una parte de mi está contento. ¿Por qué? Porque ya no tendrá que hacer lo que hacía antes por tan sólo darme algo de comer. Vendía su cuerpo como si fuese nada sólo por mi bien estar y estudios lo cuales a su lado negué en todo momento pero, mamá, mírame ahora.

Soy el más inteligente de todos, estoy en una buena escuela, ellos están dándome todo lo que tú no pudiste, ellos son mis nuevos padres pero ella nunca será como tú. Antes era solo Mihael pero ahora soy Mihael Keehl, pero en realidad ni mis compañeros saben mi verdadero nombre, solo soy Mello para ellos. ¿Sabes por qué? Porque me recuerda a ti y no quiero volver a la depresión, no quiero volver a las calles y robar, hacer el mal. Pero en verdad nunca dejes las calles, son mi mejor refugio, mi amigo único desde el comienzo es la obscuridad en las noches en esas frías calles de Japón. Mi único amigo verdadero es el viento que recorrer mi rostro y baila con mi cabello.

Todos me odian y yo los odio a ellos.

En esta nueva casa puedo ser él que quise ser siempre pero llegó tarde porque ya cambié, ya cerré mi corazón el día que desangrabas en frente mío. Es tu culpa, tú te llevaste mi amor contigo, pero ¿quién necesita amor? No sirve, solo lástima y te vuelve idiota, yo soy demasiado inteligente para caer en ese mal.

¿Por qué te quedaste conmigo sabiendo que nací del fruto de un hombre que nunca amaste y nunca volverías a ver? ¿Por qué te sumaste una carga más sabiendo que ni podías contigo misma? Por qué fuiste tan idiota. Solo fui una carga inútil y la sigo siendo, no sirvo para nada. Dieciocho años de inutilidad y dolor.

Pero... el dolor se fue, el frío de los callejones obscuros lo opaca, el amargor del chocolate lo cubre, las palizas a los idiotas que recuerdan tu memoria como una puta lo borra.

Ojalá hubiera tenido la vida perfecta, la familia perfecta como el chico de las noticias. Aquel pellirrojo que lo tiene todo pero su sonrisa es falsa y se nota a legua, lo sé porque es igual a la mía ¿Qué provocará esa falsedad en su rostro con todo lo que tiene? Idiota.

Mamá, sabes algo, te extraño.

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