Aun la casa estaba repleta de cajas y ya es hora de acomodar todo, llegamos hace dos días seria lo adecuado. Matt aún seguía durmiendo así que me decidí en arreglar los utensilios de cocina primero. Era obvio que algunas cosas se me caerían como la caja de cubiertos, esparciéndolos a todos por el suelo de la cocina. Maldije por dentro, los metí otra vez dentro de la caja y los acodo en el cajón adecuado. Todos están en perfecto orden, sonreí al contemplar mi obra de arte pero un portazo me hizo volver en sí. Matt había despertado. ¿Por qué siempre tiene que ser tan rudo con las puertas? Ni yo las golpeo de esa forma al cerrarlas.
—¡Buenos días! —grito mientas baja las escaletas, el llegar a la entrada de la cocina bostezo y se restregó el ojo izquierdo con la mano derecha y luego la paso por su cabello rojo despeinado, igual que siempre.
—¿Qué tiene de buenos? ¡Mira todo lo que tenemos qué ordenas! —volteo su cabeza hacia el living donde yacían todas las cajas y volvió hacía mí. —Y más vale que lo hagamos todo hoy, no pienso dedicar dos días a esto, pelirroja.
—Tranquilo Mello. —Se acercó a mí y rodeo mi cintura con sus brazos para luego besar mi mejilla, pero lo aparte y le ordene. —Tú has el almuerzo que yo acomodo el armario.
—¿Desde cuando eres tan responsable? —me pregunto mientras conocía los estantes y recordaba donde había acomodado tal cosa.
Antes de irme por las escaleras directo a nuestra habitación le respondí. —Odio el desorden. —subí escaleras arriba y cuando llegue a la cina me acorde de algo. —¡Has algo rico, sabes!
—¡Púdrete!
Sólo digamos que Matt no es muy bueno en la cocina
Mi mirada se depositó en las seis cajas marrones que formaban dos torres de tres acomodadas en la esquina de la habitación con paredes blancas, totalmente blancas. Hay un solo armario así que tendría que dividirlo. Cómo él duerme de la parte derecha de la cama ese será su lugar en el ropero, pero primero acomodare mis cosas. La primera torre de tres era mi ropa así que manos a la obra. En las perchas colgué las chaquetas de cuero, suéteres y camisas a cuadros, en las tablas coloque, doblados obviamente, todos los pantalones de un lado y les otro las remeras, hay un pequeño rincón debajo para los zapatos y en el único cajón de mi lado guarde los bóxers y medías. Listo, ahora iría la ropa de Matt. Antes de empezar a acomodarla me dirigí al pie de la escalera y le grite a Matt.
—¿¡Quieres guarda tu ropa tu o lo hago yo!? —y espere por una respuesta que ya era obvia.
—¡Hazlo tú, no tengo ganas! —reí, vago de mierda.
—¡Oye, ¿estás bien!? ¿¡No necesitas ayuda!? —bromee.
—¡No, déjame! —su dedo medio se asomó por el marco de la entrada a la cocina y luego de unos segundos volvió a desaparecer.
Termine a medias el ordenar su ropa ya que su "¡Ya está, baja!" resonó por toda la casa. Nos sentamos en la mesa de madera marrón clara que estaba en la misma cocina, en el plato blanco de cerámica (regalo de su preciada madre) descansaban dos porciones de pizza, ¿cómo es que no me percate del olor?
—Por esto es qué tardaste tanto, estabas amasando. No puedo creerlo. —dije entre risas. Pero me hace feliz que se haya esforzado tanto sólo por mí.
—¿Es todo lo qué dirás? —dijo y le dio un mordisco a la piza, yo imite su acciones y mierda que sabe bien.
—Vaya pelirroja, esto sabe realmente bien. —tegue. —Estoy orgulloso de ti.
—Hay muchas habilidades mía que aún no conoces. —sus cejas se levantaron dos veces a la par y sus labios formaron una media sonrisa.
—Ni lo pienses sádico de mierda.
Luego de comer termine de acomodar su ropa mientras él ordenaba las cosas en las mesitas de luz blancas, una de cada lado de la cama, no tenía mucho que poner pero Matt es realmente perfeccionista si se le da la gana. Seguimos con las cosas del baño, coloque dos palos de madera en las paredes donde no había cerámica para colgar las toallas, azul la de Matt y negra la mía. Luego dedicamos toda la tarde a ordenas el living, sus padre nos regalaron dos sillones chicos y uno grande de color negro y almohadones de diferentes tamaños y formas negros y blancos, obviamente. Toda la casa está pintada de blanca, también afuera, en excepcione de la cocina que es celeste pastel, el baño si es blanco pero tiene cerámicas celestes del suelo hasta la mitad y una de las habitaciones es azul, lo único que sabes de los antiguos dueños es que eran un pareja de casados y tenían gemelos. Por eso el azul. No teníamos muchos muéveles: la biblioteca de Matt y un escritorio donde colocamos mi ordenador, una mesita ratona que me regalo Ana que pusimos en medio de los sillones y la televisión que colgaba de la pared. De todos modos el lugar no es muy grande, es lo suficiente para ambos.
Al caer el sol me deje caer sobre nuestro nuevo sofá y prendí la televisión. Matt se acercó hacía mi con dos tazas y un plato repleto de galletas. Se sentó a mi lado, me entrego la taza de chocolate y se acomodó sobre mí para ver hacía la única luz que nos alumbraba. Uno de sus piernas estaba sobre las mías y recostó su cabeza sobre mi pecho, no evite rodear su cintura con mi brazo e incorporarme más en el sillón, podría acostumbrarme a esto, podría aceptar vivir una vida entere de esta forma, junto a él y sin que nadie nos moleste, poder ser felices juntos y cumplir con mis promesas.
—Matt...
—¿Hmmm? —dijo y no aparto la mirada de la tv.
—¿Esto... podrías ser para siempre?
—¿Esto qué? —me miro dudoso.
—Ya sabes, esto. Este lugar, nosotros. —mi mirada estaba fija en él como la de él está fija en mí. Sonrió.
—Claro que lo será.
—¿Lo crees?
—Creo en que no seremos capaces de estar sin el otro. Ambos nos hemos ayudados y ahora formamos uno.
—¿Qué dices? —pregunte.
—Que la única forma de separarnos es rompernos.
—Yo nunca permitiría que alguien te dañara. —apreté más mi agarre en su cintura y él acomodo mejor sus piernas.
—Y yo tampoco, por eso lo digo. Es imposible que nos separen porque nadie es capaz de rompernos.
Sonreí y lo bese, ¿cómo es posible que diga cosas como esas? ¿Cómo es posible que me haya enamorado de una persona así? ¿Cómo es posible que lo necesite tanto? Eh llegado a depender de él, estoy dejando mi vida en sus manos como si no valiera nada, él ahora mismo es quien cuida mi todo y es el único capaz de destruirme con tan sólo dos palabras. Matt sólo puedo hacer volver esas preguntas sin respuestas que tanto odio. ¿Cómo es posible que lo ame tanto? Tan sólo me pregunto qué hubiera pasado si ese día hubiera hecho la vista gorda y hubiera seguido mi camino, tan sólo me pendería la única felicidad que tendría. Nunca pensé que una persona podría despertar todo lo muerto en mí en tan poco tiempo. Matt me revivió. Matt borro mi asqueroso pasado y me dio un preciado futuro junto a él, luchare por ese futuro. Como ya lo hice. No dejare que nadie me quite la oportunidad de volver a ser feliz, ni tampoco la de Matt, nosotros merecemos la felicidad como cualquier otra persona y por eso no dejare de desempuñar mi arma si alguien amenaza con quitarnos ese privilegio. Destruiré cualquier paredes y creare caminos para poder alcanzarlos, poder alcanzarlo juntos. Porque, de todos modos, no quiere un futuro feliz si no es a tu lado Mail Jeevas, porque no hay felicidad sin ti, porque mi vida volvería a la misma rutina odiosa de antes y eso volvería desarmarme. Quiero una vida junto a ti, y eso es lo que obtendré. Obtendremos una familia y es todo lo que quiero.
—Hay algo que falta en este lugar. —dijo Matt llamando mi atención.
—Hmmm, ¿cómo qué? —hice un pequeño repaso al lugar y lo mire.
—Lo que toda casa tiene, fotografías.
Mn
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Ayúdame.
Fiksi PenggemarEllos sufren. Ellos aparentan ser cosas que no son. ¿Familia perfecta? ¿Chico frió? Son solo suposiciones. Muy dentro de ellos el sentimiento de calidez, el sentirse humano se ha desvanecido. El tiempo les enseño a no ilusionarse, y ser fuerte con l...