XIV

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Pasaron dos años, Akemi estaba creciendo mucho y cada día aprendía algo nuevo, se había vuelto muy amiga de Pan y Bra, aunque fueran un poco mayores; mientras que Piccoro y Natalia seguían amándose como siempre.

Una mañana Nati bajó corriendo las escaleras, gritando de alegría el nombre de Piccoro.

-¡Piccoro, amor!- llegó con él y lo abrazó fuertemente.

-¿Qué pasa?- le sonrió.

-Tengo una excelente noticia, una maravillosa...- tomó la mano del Namek y la puso sobre su vientre- creo que Akemi va a tener un hermanito.

Esa noticia fue lo mejor que había escuchado desde que supo que la pequeña niña llegaría al mundo; le dedicó esa sonrisa que solo era para ella y la abrazó, ambos estaban muy felices. De repente llegó Akemi, acababa de despertarse.

-¿Por qué están tan felices?- dijo tallándose un ojo y bostezando.

-Hija- dijo Natalia acercándose a ella- vas a tener un hermanito.

-¿De veras?- sonrió y saltó de alegría- cuando llegue yo le voy a enseñar muchas cosas, a volar, a pelear...- empezó a decir- ojalá que llegue pronto.

-Bueno, eso tomará un tiempo- dijo Piccoro- tendrás que ser paciente- acarició su cabeza.

-Umm no quiero esperar v.v

Pasaron varias semanas, la ilusión de este pequeño que venía en camino había traído felicidad a su hogar, Akemi estaba ansiosa y no podía esperar más. A Natalia comenzaba a notársele el vientre, aunque muy poco, estaba muy ilusionada, pero Piccoro se notaba algo inquieto.

-¿Te pasa algo?- le dijo Nati.

-Eh...no.

-Estas muy distraído últimamente.

-No es nada, solo he estado pensando.

-¿Qué cosa?

-Sobre el bebé- volteó a verla- Akemi tiene suerte de parecerse a ti pero... ¿Qué tal que el bebé es igual a mí?

-Eso no tiene nada de malo, al contrario, lo amaría aún más- recargó su cabeza en el hombro de Piccoro- solo por parecerse a su padre.

No respondió, pero en su corazón había tranquilidad, por el momento.

Después de que la niña cumpliera los cuatro años de edad, Piccoro comenzó a entrenarla, aunque no era tan estricto como lo fue con Gohan, pero si era exigente con su hija, ella tenía un poder descomunal, a veces rompía objetos porque no dominaba su fuerza. Piccoro pensaba que podría llegar a convertirse en súper saiyajin a una edad muy temprana, como Goten y Trunks, incluso antes. Un día como de costumbre ambos iban a salir a entrenar, Akemi se despidió de su madre y se fueron. Natalia antes salía con ellos a entrenar también, pero obviamente debía cuidarse más por su bebé.

-¿Qué vamos a hacer hoy papi?

-Vas a aprender a lanzar energía.

-¿Y voy a poder hacer el makkano... mazano... ese rayo que tú haces?- al ver que la niña no podía pronunciar la palabra se rió.

-Tal vez después, empieza por cosas pequeñas- la cargó.

La mañana transcurrió, Akemi estaba aprendiendo rápido, en muy poco tiempo ya lanzaba energía de tamaño considerable.

Mientras regresaban a casa iban platicando, a Akemi le gustaba ir en los hombros de Piccoro.

-Sabes, Pan dice que su abuelito es el más fuerte del mundo, pero yo no creo eso, creo que tu eres el más fuerte del mundo- dijo.

Piccolo... in love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora