El nacimiento de Haku no había traído nada más que felicidad a la familia. Aunque al principio Piccoro temía que el pequeño al que había dado vida, creciera de forma acelerada, al igual que él. Algo que no había pensado hasta que éste aprendió a caminar cuando cumplió un año. Pero Nati le explicó que era normal que caminaran a esa edad; Haku mostraba tener una gran inteligencia pero pocas aptitudes físicas para el combate. Al parecer, él sería un mago, al igual que Dende, y esto era muy conveniente, porque su crecimiento es muy parecido al de los humanos.
Así que en un abrir y cerrar de ojos, habían pasado cuatro años. Los niños había crecido mucho, y Natalia y Piccoro eran felices viéndolos crecer.
Akemi, que ahora tenía ocho años, se había vuelto muy fuerte, gracias a los entrenamientos de su padre. A veces era muy estricto al tratarse de los combates, pero la mayoría del tiempo era muy cariñoso con la niña. Tenían una unión muy especial, Akemi siempre quería estar con él. Mientras que Haku era más apegado a su madre, le gustaba ayudarle con el invernadero que habían puesto hace dos años, cuando Nati estaba aburrida en casa mientras su pareja y su hija entrenaban.
Natalia y Haku: Un día de héroes
-Cariño ¿qué te parecería arreglar un poco el jardín?- dijo la mujer mirando por la ventana, no recibió respuesta, puesto que el infante bebía de su biberón con agua. Nati volteó con una sonrisa- tendremos que ir de compras. Necesitaremos semillas, fertilizante y muchas herramientas ¿que dices?
-¡Si, plantas!- dijo el niño felizmente.
La muchacha tomó al niño de la silla y se preparó para salir a la ciudad. Pero no sabía si ir volando o llevar su auto.
-Sería más rápido volar...pero Haku...y las cosas...
-Volar primero, carro después- interrumpió el niño tirando de la ropa de su madre, claramente era muestra de su inteligencia, aunque aún no supiera hablar bien.
-¡Tienes razón!- Nati celebró la gran idea que había tenido su hijo.
El resto de la tarde se la pasaron de tienda en tienda y alguno que otro invernadero. Era divertido para ambos romper la rutina y salir a convivir con otros. No que fuera malo vivir en medio del bosque, pero a veces era solitario para la chica, que había sido una citadina desde niña.
A medio día pararon por un helado, Haku, siendo un namekusei, no necesitaba comer pero de vez en cuando le agradaba saborear cosas dulces.
Mientras disfrutaban de su helado junto a una fuente se escucharon unos disparos. Nati se sobresaltó y tomó a su hijo en brazos. Cerca de ahí, frente a una joyería, habían muchas patrullas y en la entrada de la tienda un grupo de enmascarados, claramente se trataba de un robo. Los hombres tenían varios rehenes amenazados con sus pistolas. Nati pensó en irse de inmediato y dejar que los oficiales hicieran su trabajo. Pero Haku no pensó así.
-Ayudemos- dijo mirando a su madre seriamente.
-No podemos, sería peligroso.
-Eres fuerte- la chica sonrió al ver que su hijo creía en ella. Recordó las veces que había ayudado a las personas cuando era más joven, no le agradaban los abusivos de ninguna clase, pero lo había olvidado después de tanto tiempo viviendo en el campo.
-Lo haré, pero quédate aquí ¿de acuerdo? Vuelvo enseguida- el niño sonrió y ella lo dejó en el suelo. No tenía que preocuparse mucho si se perdía, podía sentir su pequeño ki y encontrarlo fácilmente.
Nati fue detrás del edificio y se metió por la puerta trasera a la tienda. Habían dos hombres vaciando las estanterías y bodegas, la chica aprovechó para deshacerse de ellos primero. Tiró una mesa para hacer ruido y hacer que se acercaran a donde ella estaba.
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Piccolo... in love?
FanfictionLo que comenzó como un acto de ayuda, terminará como la más grande aventura que el guerrero Piccoro haya tenido: enamorarse. *Publicado originalmente en fanfic.es (2010)*