¿Qué pasaría si todo lo que tenemos planeado para el futuro se derrumbara por una persona? Adrian Clarke sufrió de una situación así. Él tenía planeada toda su vida para cuando terminara sus estudios, pero llegó una persona que cambiaría su vida. Ven, te invito a conocer su historia...
-¡Adrian, despierta! ¡Tienes tu primer día en la escuela! –Dijo Karen Clarke desde las escaleras sacándolo de su sueño.
-Vamos mamá, sólo cinco minutos. La escuela no se irá a ningún lado. -Respondió él con sueño.
-Pero tú sí, no te quedarás acostado. ¿No piensas ver a Tabatha? Seguro ya está esperándote en el colegio.
Adrian llevaba una relación con Tabatha desde hacía unos meses, pero no sentía una gran atracción hacia ella.
De cualquier manera, se levantó de la cama y se vistió a regañadientes. Tomó de manera rápida unos jeans y se los puso sobre el bóxer. Se acomodó el cabello y salió con mochila al hombro. Sus ojos, color almendra, resaltaban con su piel blanca, y su cabello, rubio castaño, le caía en el rostro tapándole media frente. Sus brazos, anchos y fuertes, hacían notar sus venas en su piel traslúcida, y su playera le ajustaba a la perfección su abdomen plano.
En el colegio donde iba Adrian había muchos salones, y los profesores eran estrictos hasta consigo mismos. Para llegar al colegio, Adrian tenía que tomar un transporte para que lo dejara ahí.
Cuando llegó, Ricardo lo esperaba.
Ricardo Montiel era su mejor amigo desde primaria, y ambos habían decidido estudiar derecho y leyes.
Es muy común que a los hombres les gusten los deportes, pero para Adrian era diferente. El comúnmente leía libros de todo tipo. A pesar de que usaba las redes sociales, se desvelaba leyendo, y a los 17 años, ya había leído la mayoría de las sagas famosas. Además, escuchaba música de antaño, tal como Christopher Cross, The Beatles, Queen, Air Supply, Elton John, Phil Collins, The Smiths, etc.; además de escuchar de la música popular en los jóvenes de su edad.
Ricardo tenía puestos los audífonos, y no escuchó lo que le dijo Adrian cuando llegó a su lado.
-Perdón Crash, no te escuché. –Dijo Ricardo una vez que se quitó los audífonos.
Cuando Adrian tenía 14 años, le dieron la oportunidad de manejar su camioneta, para ver si tenía edad para aprender a conducir. Lo siguiente que pasó fue muy obtuso, y abarcó un árbol, la anciana señora Mills, un cofre roto y un pago de $840 dólares. Para suerte de Adrian, la señora Mills no se enojó tanto, y no lo acusó con sus papás, aun cuando sabía que se lo merecía. El viejo roble de la señora Mills había sido plantado cuando la señora tenía 8 años, y a sus 74 años, aún parecía joven el majestuoso árbol. Desde ese momento, Adrian fue apodado "Crash" por sus compañeros de clase y vecinos.
-No hay problema Bowl, sólo te estaba saludando. –Respondió Adrian.
Ricardo Montiel, por otro lado, era mejor conocido como "Bowl", porque daba una gran fiesta loca anual por el famoso partido de futbol americano.
-Pues bueno, será mejor que entremos. Creo que estaremos juntos este año. –Deseó Bowl con una cara maliciosa.
-En realidad, si me gustaría eso, pero este año creo que me tranquilizaré con las bromas. Creo que quiero abocarme a las clases este año. –Le dijo Adrian a Ricardo.
Ricardo rio durante cinco minutos viendo a Adrián a quien finalmente le respondió:
-Sí, claro, ¡y yo conozco a Niall Horan!
Subieron las escaleras en camino hacia los salones, donde la directora estaría esperando. La señorita Helena vestía un traje gris Oxford, con tacones negros, de donde nacían las relucientes medias blancas que se ajustaban a sus muslos. Sus manos, frágiles y delicadas, estaban entrelazadas, y su cabello negro como el azabache, la hacía verse pálida. Sus ojos no la ayudaban con eso, puesto que eran grises, y sus labios, delgados y finos, mostraban una sonrisa maliciosa, que era la que normalmente mostraba cuando estaba completamente feliz.
-Buenos días, jóvenes estudiantes. Hoy, 1 de septiembre, tomamos inicio del semestre escolar. Presentemos los honores al estado y comencemos las clases con una sonrisa. –Dijo la señorita Helena.
-¡Mira! ¡Ahí viene Tabatha! –Gritó Annia, una chica menuda de cabello rojo.
Tabatha Wilson era una chica guapa, de estatura ideal, con unos grandes ojos cafés.
-¡Hola chicas! ¡Hola, mi chiquito bebé! – Gritó emocionada Tabatha, primero a sus amigas y luego a Adrian, llegando a él con los brazos extendidos y haciéndole perder el equilibrio.
Pasaron el himno y subieron a sus salones. Todos parecían muy raros y nerviosos en el primer día de clases: unos se mordían las uñas, otros se mantenían de pie todo el día, y no podía faltar el alumno con diarrea. Las clases no eran tan duras, consideraba Adrian, pues no creía que tener latín fuera tan difícil. Y eso lo hacía sentir aburrido.
El miércoles 3 de septiembre, en clase de latín, la directora pasó por la puerta con una chica nueva. Vestía botas, con mallas y falda, suéter lindo y detallado. Al ver su rostro, notó Adrian que tenía labios delicados y carnosos, una nariz pequeña y hermosa, y ojos café profundo.
Se puede decir que su cabello era desordenado, pero él la veía así por la posición en la que él la veía.
Un rayo de luz entró por entre las persianas y la iluminó, y él pudo ver que su cabello era castaño rojizo, un color tan perfecto como para ser pintado en todos los cabellos existenciales.
-Buenos días, alumnos. Ella es Arabella Thorne, y se va a incorporar en su clase por lo que resta del semestre.
No sé si fue su instinto, pero algo en Adrian cambió, pues en cuanto Arabella buscó con la mirada un asiento, él se levantó para ofrecerle el suyo.
Creo yo que, como ese momento, un detalle puede cambiar un rumbo en tu vida.
ESTÁS LEYENDO
Fuimos lo mejor en el momento menos indicado
RomanceAdrian Clarke es un joven audaz que tiene planeada su vida para cuando termine los estudios, hasta que su vida da un giro brusco en lo que está acostumbrado a ver y tener. Su vida es completamente normal y corriente, con 17 años cumplidos y todo el...