TRES HORAS ANTES...
-Hola Dayanne. Lamento el retraso, fui a comprar unos bocadillos. ¿Puedo pasar?
-¡Oh, querida! ¡Cuánta amabilidad la tuya! Pensé que te habías retractado de venir.
Las dos señoras se fueron a sentar a la habitación en donde había sucedido todo lo que más temía Karen, a diferencia de que ahora los sillones ya no eran los amarillo canario, sino de un color beige.
-Veo que cambiaste tus sillones...
-Sí, lo que pasa es que unos se mancharon de sangre de Ryan, y no quedaban con la sala. -Dijo Dayanne con naturalidad.
Karen sintió unos grandes escalofríos corriéndole por la nuca, pero vio que su amiga comenzaba a reír, y no pudo evitar poner una cara de incredulidad.
-Es una broma Karen. Tranquila, estaremos bien. La sala ya era vieja y la vendí para comprar ésta. ¿Qué compraste? – Explicó su amiga mientras esculcaba en la bolsa de compras.
-¿¡Mamá!? ¿Puedo salir? ¡Oh! – Tabatha había bajado de su cuarto, y llevaba puesto lo que más asemejaba a una burka, a excepción de que lo que llevaba era sólo un conjunto de pura ropa negra, incluida una sudadera. – Lamento interrumpir...
-¡Tabatha! Creo que nos conocemos. Soy Karen, la madre de Adrian, tu novio. – Se le acercó Karen a la susodicha y le estrechó la mano.
-Exnovio, y es un placer. – Dijo de mala gana.
-¿Cómo es eso? ¿Cuándo pasó? – Comenzaron a preguntar Karen y Dayanne, haciendo que Tabatha se sentara en la sala.
-Pues...- Y comenzó a fingir que lloraba, hasta que logró que salieran unas lágrimas reales.-... siento que yo lo hostigaba un poco, y él se sintió... ¡oh, lo siento! – Gimió.- Es que... es tan complicado, porque yo me imaginaba en el baile de otoño con él, y me cortó seguramente porque... - Volvió a gemir.- ¡Diantre! No me gusta llorar frente a la gente... -Y finalmente lo dijo.- ¡creo que está con otra!
Karen la escuchó en silencio y comenzó a consolarla como cinco años atrás.
-... En fin, creo que lo mejor será despejar mi mente. ¿Puedo salir mamá?
-No sé amor. Primero debes comer algo...
Dayanne se levantó y le sirvió sopa de cebolla que tenía preparada para comer con Karen. Después de comer, subió a su cuarto a dormir unas horas, y Karen se preguntó qué era lo que quería que revisara por Dayanne. Y tal como si le hubiera leído la mente, Dayanne comenzó a hablar.
-Curioso, ¿no te parece? Como una niña de su edad puede pensar en tantas cosas como el amor y el engaño. A mi parecer, ya no le creo nada...
Karen se quedó sorprendida ante eso, y le dijo:
-¿Cómo puedes decir eso de tu hija? Creo que puedo intentar resolver esto, tratando de hablar con Adrian...
-No lo hagas... Verás, hace poco, encontré una caja de Ryan en el ático, que no había abierto desde hace años. No pongo el árbol de Navidad, no adorno nada, todo por no abrir el ático. Pero unos días antes de que Ryan muriera, se hizo unos estudios psicológicos porque estábamos tratando de mejorar las cosas, pero no entiendo muchos de los términos, y además quiero que los leas, para que no sientas rencor hacia mí, o para que al menos comprendas porque Ryan hizo lo que hizo.
Y le entregó una hoja doblada, viéndola con sus ojos cristalinos color café.
Karen leyó la hoja con atención y se tapó la boca con una mano para cubrir su gritito de sorpresa.
-Entonces si estaba enfermo...
-Así es. Entendí que tenía un trastorno de bipolaridad creado por una esquizofrenia. Es por eso que cambiaba muy seguido de actitud bruscamente. Y tengo miedo... por si...
-¿Es hereditario?
-Exactamente.
Tabatha trataba de escuchar con atención lo que decía su madre por la puerta que compartían, aunque no lograba escuchar nada.
Fue entonces cuando vio la hora en su reloj. Eran las 6:30, la hora perfecta para salir a casa de Adrian. Debía alcanzarlo antes de irse con Ricardo.
Abrió la ventana de su cuarto y aventó la mochila que llevaba dinero, llaves y su teléfono. Después, salió por ella ágilmente, como gato.
Cayó de rodillas en el patio, y al levantarse, comenzó a correr hacia el norte de la calle HopeGiver, pero en su reloj eran las 6:47. No llegaría a tiempo. Finalmente, optó por llamar a un antiguo amigo.
-¡Hey! Necesito un favor. ¿Cuánto quieres por prestarme tu moto unas horas?

ESTÁS LEYENDO
Fuimos lo mejor en el momento menos indicado
RomanceAdrian Clarke es un joven audaz que tiene planeada su vida para cuando termine los estudios, hasta que su vida da un giro brusco en lo que está acostumbrado a ver y tener. Su vida es completamente normal y corriente, con 17 años cumplidos y todo el...