El primer viernes de octubre, Tabatha Wilson caminaba por la calle en la que estaba la casa de Adrian, y aunque faltaban dos intersecciones más, ella se mostraba motivada. Nada que ver con ella. Tabatha normalmente usaba ropa oscura, negra o morada, y a pesar de que las personas creyeran que usaba su estilo punk porque era emo, en realidad no era más que una apariencia. No le gustaba que la gente creyera que podía socializar con ella, porque a veces se aburría hasta de sí misma.
Su madre, Dayanne, que usaba siempre blusas coloridas, en este caso amarilla, la seguía por la calle.
El sol de la calle le pegaba directo en la cara a Tabatha y hacía relucir su pequeño arillo en la ceja y su diminuta perlita de plata en su labio.
"Si tomas una personalidad, debes tomarla al cien por ciento" - Se decía a si misma Tabatha.
Ese día, el plan de ella era visitar a Adrian, pues eran, felizmente para ella, novios.
En los audífonos sonaba "In Your Eyes" de INNA, y Tabatha caminaba con total naturalidad. Tal vez, no fuera del todo cierto que tomó su lado punk al cien por ciento.
Ya en la puerta, le puso pausa a su música y tocó el timbre. Al abrir la puerta, Leroy Clarke vestía una bata roja vino, pantufla café y un gran peinado desordenado. El sol le lastimó los ojos al abrir la puerta, y los cerró un momento, y al abrirlos de nuevo, se pudo ver claramente como sus pupilas se dilataban.
-Lamento la molestia señor, pero ¿está Adrian en casa? –Preguntó Tabatha, penosamente.
-Seguro linda, enseguida baja. –Contestó Leroy, dándose la vuelta y con la mirada al suelo.
Acto seguido, un grito llamó a Adrian a que bajara. Adrian, con una camisa azul y bermudas cuadriculados de colores, no estaba tan cómodo con la situación como aparentaba.
-Hola. ¿Todo bien? Es raro que vengas hasta acá, tu entiendes...-Le dijo Crash con las manos en los bolsillos y hombros encorvados.
-Pues... Sólo quería verte, nene. Últimamente tus clases impiden que nos veamos. Tanto de verbum y no sé qué más te aleja de mí. No será que te estás enamorando de otra chica, ¿verdad?-Respondió Tabatha con un susurro y la mirada fija en los ojos color almendra del chico.
-No es eso, es que no he tenido tiempo, enserio.-Se excusó Adrian, aunque era en parte verdad.-Además, la lengua se aprende mejor practicándola.
-Pues si quieres aprender y conocer una lengua, que sea la mía. –Dijo atrevidamente Tabatha, y acto seguido, se abalanzó hacia Adrian y sus labios chocaron.
Ese beso fue de los más raros y asquerosos que había vivido Adrian, o al menos, eso era lo que creía él. Los labios de Adrian eran pequeños y delgados, mientras que los de Tabatha eran gruesos y ligeramente gordos, por lo que Tabatha prácticamente se comía a Adrian. Además, el momento no era adecuado, pues Adrián había terminado de desayunar, y no creía que fuera higiénico un beso con restos de pastel de carne. Pero a Tabatha no le importó, al parecer. El beso se puede decir que duró treinta segundos, úes entre que Tabatha lo abrazaba, lo tocaba en la espalda y glúteos, y metía o sacaba la lengua, Adrian trataba de encontrar una salida de aquella situación suicida. Al final, lo único que se le ocurrió fue empujarla ligeramente, y decir que así él no la practicaba. Después se metió a su casa azotando la puerta detrás de él.
Eso sorprendió a Tabatha, pues aunque Adrian era grosero a veces, nunca lo había sido de esa manera con ella. Triste, Tabatha regresó algo confusa hasta su casa.
Su madre que la venía siguiendo, la observó desde lejos y tomó un atajo para llegar antes que si hija. Llegó diez minutos antes que su hija, y para su sorpresa, su amante seguía ahí.
-Te dije que te fueras. Ahora vete de aquí, pero primero vístete... ¡Espera! Déjame verte una vez más... Oh, cielos, me encanta tu piel desnuda. –Le dijo Dayanne.
Su amante se vistió y salió disparada hacia la puerta, pero antes se detuvo para despedirse de Dayanne con un beso lanzado desde lejos.
Cinco minutos después, Tabatha llegó y se encerró en su habitación.
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Fuimos lo mejor en el momento menos indicado
RomanceAdrian Clarke es un joven audaz que tiene planeada su vida para cuando termine los estudios, hasta que su vida da un giro brusco en lo que está acostumbrado a ver y tener. Su vida es completamente normal y corriente, con 17 años cumplidos y todo el...