Capítulo 8

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Pasaron dos semanas desde que:

· Tabatha y su madre fueron atacadas,

· Carlos terminara con Alec,

· Arabella viera a un médico por dolores,

· Adrian y Rick se cuestionaran sobre el amor.

La mañana del domingo 19, Arabella venía de regreso de unos estudios de laboratorio por sus dolores de cabeza, pues su madre la venía molestando con eso desde entonces. Y cuando entró a su habitación, había un ramo de flores de todo tipo, tanto rosas como alcatraces y girasoles. Un arreglo muy bello, con una nota que rezaba:

"Arabella, cada día más bella."

- A. C.

Roja de la impresión, le marcó a sus pocas amigas del colegio, no solo para contarles lo de las flores, sino para que investigaran al dichoso "A. C."

~~~~~~

Esa misma mañana, Adrian llegaba a su casa cansado de caminar y cargar un gran arreglo de flores, que dejo en casa de Arabella, dejándole la pista de quien era su admirador secreto. Mientras tanto, Rick trataba de convencer a su hermano de salir de parranda, porque durante catorce días no había comido bien desde que terminó con Alec.

-Vale, entiendo que el amor es una mierda, pero ¡hay que salir!

Carlos seguía en pijama encobijado. Su cabello largo le caía por los lados, y sus crecidas patillas lo hacían ver pálido. Su playera estampada de los Patriotas estaba arrugada y ya le quedaba holgada, su pantalón azul cuadriculado le apretaba los muslos y los glúteos, y sus calcetines grises le daban calor a sus plantas de los pies. Sus labios estaban resecos, y sus ojos azul cristalino que brillaban hermosamente ante cualquier cosa, se mostraban tristes y apagados.

Después de que Alec se fuera, Carlos entró en shock durante días, tal que dejó de hacer ejercicio, y las grandes molestias que causaba en el trabajo comenzaron y se intensificaron al tenerlo con la autoestima por los suelos.

"Tal vez no debí terminar lo nuestro", pensaba una y otra vez, pero cuando llegaba a pensarlo más de diez veces, le llegaba la idea de que era lo mejor. Resultaba una relación enfermiza e incómoda, y desafortunadamente, no iba a llegar lejos.

Regresando a la realidad, el pálido de la habitación sollozaba en silencio, mientras que el otro chico lo zarandeaba para levantarlo. Fue entonces cuando se le ocurrió una loca, muy desquiciada idea.

-Charlie, si aceptas salir, dejare que me lleves a donde tú quieras. Tus antros, fiestas, lo que quieras. –Le rogó Rick a su hermano.

Durante tres años, Charlie siempre había querido llevar a su hermano a un antro, para que supiera lo que se perdía por ir a jugar videojuegos con Adrian. Eso pareció animarlo un poco, porque sus mejillas se tornaron de rosado, haciéndolo ver más atractivo de lo que ya era.

-El viernes a las siete. Nos vamos en mi auto, ¿okey?

Y aunque Rick no le gustaba la idea, le sonrió a su hermano para terminar de subirle el ánimo, y bajaron juntos a desayunar.

~~~~~~

Dayanne Wilson, la madre de Tabatha, se había negado a levantar la denuncia contra el atacante, argumentando que no le vio el rostro, incluso después de darle suturas al golpe de su hija en la cabeza. Su excusa no tenía sentido, o eso creía Tabatha. Después de rogarle más de una semana, se dio por vencida y cumplió el capricho de su madre de intentar olvidar lo sucedido.

En la tarde del domingo, Tabatha caminaba hacia el centro de la calle a comprar caramelos, y Dayanne descansaba en su sofá de su casa; entonces fue cuando el teléfono sonó en el comedor. Dayanne se levantó de su sofá beige, y caminó en el suelo de mármol negro hacia el comedor, donde estaba la mesa principal adornada con un mantel de encaje blanco y un florero llevo de orquídeas, dándole un color bello a la casa. Al llegar a la cocina, el teléfono dejó de timbrar y entró la contestadora. De mala gana, Dayanne escuchó su propia voz de fumadora en la grabación, y de inmediato, una respiración grabándose.

La tensión de Dayanne creció, y rápidamente eliminó dicho mensaje. En el lector de números aparecía "Número desconocido", y eso le dio a entender que era su examante, de quien recibía llamadas semejantes con esa identificación. Hasta hacía unas tres semanas, después de una pelea por teléfono, donde le dejaba claro que todo terminaba.

Dejó pasar aquel momento y subió a recostarse. Para cuando Tabatha regresó, Dayanne ya estaba dormida.

Tres horas después, Tabatha bajó al comedor y tomó el teléfono. Marcó la secuencia de números que quería y esperó a que entrara la llamada. Dos segundos después, una voz femenina y suave respondió.

-Buenas tardes, habla la señora Montiel. ¿Con quién desea hablar? –Contestó la señora Kendra.

-Hola, señora Montiel. Quería saber si estaba Adrian con Rick. No contesta su teléfono y estoy algo ansiosa. Ya sabe, hace dos semanas que no hablamos y quería retomar lo que teníamos.

-Lo siento linda, pero Rick no ha visto a Adrian desde anoche, que fueron a buscar arreglos de flores en el centro.

-¿En serio?, ¿me compró flores? –Dijo emocionada Tabatha, y colgó el teléfono.

Kendra, desconcertada, solo dijo:

-Pobre chica, que no se enamore más, o saldrá peor de lo que ya está.

Fuimos lo mejor en el momento menos indicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora