-Se llama Arabella, Bowl. Si, Arabella... No... No sé cómo se llama en Facebook. No, Ricardo, no. TE DIJE QUE NO, a Tabatha no le digas nada. Mira, no tengo idea de porque te digo esto, pero ella no debe saber de Arabella, la despellejaría en cuanto la vea... Sí, adiós. – Hablaba Adrian con Ricardo por teléfono.
Adrian había llamado ese día a Bowl o Ricardo, como gustes llamarlo. Al ser un nombre largo, lo llamaré Rick, para que entiendas el rumbo de la historia.
Rick, al ser un flojo, odiaba el latín, y no compartía esa clase con Adrian, y es por eso que Adrian le contó sobre la chica nueva.
En la noche antes de dormir, Adrian la buscó en Internet, su perfil de Facebook para ser específicos. Resultado: No la encontró. ¿Qué tan raro era para él que una chica no tuviera una red social? Pues, en realidad, mucho. No creía posible que alguien como ella no existiera en Internet.
Se oyeron unos pasos hacia la puerta de la habitación, y entró un hombre apuesto, robusto musculosamente, de alta estatura, con un largo bigote bajo la nariz, de piel pálida y cabello castaño. Era, en ciertos casos, un hombre de temer, pero su corazón decía lo contrario. Adrian, quien había heredado el cabello y el tono de piel, se sobresaltó y le dijo:
-¡Papá! Mínimo hubieras tocado. Estoy algo ocupado, enseguida bajo a cenar. –Dijo sorprendido el niño.
-Hola, buenas noches, te ves bien, como estas... "Mínimo", como tú dices, esperaba que saludaras. –Respondió Leroy, su padre, usando un sarcasmo que solo él tenía.
-Lo siento, es que... No importa ya, vamos a cenar.
~~~~~~
Arabella Thorne era en muchos aspectos, una niña, o más bien, una mujer misteriosa, al igual que era muy reservada y tranquila. No hacía amigos tan fácilmente, y a pesar de su condición, no creía que los amigos importaran tanto, porque costaba mucho tener que despedirse de la gente que quería. Al cumplir 15 años, ella ya había manejado por primera vez un auto, y hablaba francés e italiano a la perfección. Su madre, Alexandra, le había conseguido un gran viaje de intercambio hacia Venecia, y lograron irse a vivir allá. Arabella y su hermana Iris, de unos años menor, tenían la vida por delante, y un paraíso de conocimientos los esperaba.
Dos años después, regresó toda la familia Thorne con varios recuerdos que nunca olvidarían. Desde el momento en que llegaron a casa, Iris no dejaba de repetir que era mejor la pizza italiana, a lo que su padre, Willy, le respondía:
-Sí, pero esto no es Italia.
Willy Thorne no era una persona normal y ordinaria, y a pesar de que su físico lo haga verse como una persona tranquila, tenía una actitud muy negativa. Era un hombre cabizbajo y rechoncho, con una gran falta de cuello, y con una barba partida que salía de su perfil. Sus ojos verdes mostraban bondad, pero en los días de furia, podrían convertirse en un par de túneles sin fin. Cierto día después de su regreso de Italia, Arabella corría en su casa al ser asustaba con una araña por parte de Iris, y la reacción del hombre fue darle un tremendo golpe en la espalda a Arabella. Iris desde entonces no ve a las arañas de la misma manera, sino como unos insectos de mal ahuero.
La noche del miércoles, Alexandra era quien rompía el silencio en la casa. Iris dormía plácidamente en su cama, y Arabella era la única despierta aparte de sus padres. Arabella se levantó de la cama y caminó fuera de su habitación, que en ese entonces era rosa pálido. Se colocó detrás de una pared para poder escuchar, y vio que su madre decía a gritos en las escaleras:
-¡Lárgate! ¡No mereces ni siquiera ser feliz! Maldita la hora de nuestro regreso, ¡pero más maldita la hora de tu llegada! Sólo te agradezco a mis dos hijas, de ahí en más, todo puedes llevártelo. ¡FUERA! –Vociferaba Alexandra con furia.
-No entiendes, ¡sólo fue una vez! ¡Y Nora nunca volvió a llamar! –Se defendía Willy.
-No es la cantidad de veces, Wilbur, sino el por qué lo hiciste. ¡¡Largo!!
Alexandra giró la cabeza y señaló la puerta de la casa.
"¿Quién coños es Nora?" Y, ¿por qué mamá está tan molesta con papá?" -Pensaba Arabella, confusa al oír todos los argumentos que debatían sus padres, vestidos aún con sus pijamas. Se decidió a salir de su escondite y se dirigía a su cuarto cuando su padre dijo algo que la perturbaría:
-Deberías saber que las pruebas que me hice dieron positivo, y está presente en mí. ¡Pronto se comenzará a pudrir su cuerpo como el mío, tal como la basura, que es como me ves! -Escupió Willy y salió de la casa con un portazo tras él.
"Pruebas, pudrir. ¿Qué demonios...?"
Su madre interrumpió sus pensamientos llamándola hacia su habitación dulcemente:
-Arabella, ven aquí. Sé que escuchaste, te vi en el reflejo.
"¡DEMONIOS!"
Llegó Arabella a su cuarto y vio a su madre llorar. No un llanto normal, sino de duelo y mucha pena.
-Mira Ara, quiero que esto se quede entre nosotras, ¿sí? Eres fuerte, y tu hermana no podría soportar la idea de que su padre es un bastardo que me engañó. ¿Entiendes? La idea es que nunca se entere de lo que observaste y escuchaste. Me gustaría creer que la idea que le daremos te la hagas creer a ti misma, pero eso es imposible, así que te pido que me sigas la corriente. Tu padre tuvo un viaje de negocios y tuvo que salir del país. De acuerdo, ahora vete a dormir. Gracias, cielo.
"Papá... Pruebas... Engaño... Iris..."
No. No podía mentirle a su hermana. Iris era demasiado madura como para comprender la situación. 13 años es una buena edad para aceptar un divorcio, o al menos eso pensaba Arabella. Ella creía que mentir era una especie de huir de tus responsabilidades, pero era su madre quien le pedía el favor, y muy a su pesar en contra de su filosofía, lo único que pudo decir la chica antes de partir hacia su habitación fue:
-Te doy mi palabra, mamá.
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Fuimos lo mejor en el momento menos indicado
RomanceAdrian Clarke es un joven audaz que tiene planeada su vida para cuando termine los estudios, hasta que su vida da un giro brusco en lo que está acostumbrado a ver y tener. Su vida es completamente normal y corriente, con 17 años cumplidos y todo el...