Akemi.
La tranquilidad de la noche es una señal que muy pocos pueden interpretar como "peligrosa", claro, eso son aquellos que tienen miedo a los monstruos que se esconden bajo la sombra, los que esperan tranquilamente al momento perfecto para "atacar". No es mi caso. Miro a la ventana con tranquilidad, mientras mis manos cierran los botones de la camisa que vuelvo a poner en mi cuerpo, una sonrisa se dibuja en mis labios, una cálida y suave, tal vez, soñadora. Me levanto para tomar los pantalones de mezclilla que había dejado tirados en el suelo, primero una pierna y luego la otra, cuando llegaron a mi cintura un brazo apareció detrás de mi espalda rodeándome el cuerpo para tirar de mi hacia atrás. En mi garganta se atoró un grito en ese momento. Un segundo brazo se unió al primero sujetando mi cuerpo con fuerza, suspiro divertida.
-¿Qué pretendes hacer con esto, Ran? - Una sacudida del cuerpo que me mantiene pesa y al final un largo y sonoro beso sobre la piel de mi nuca.
-Quédate esta noche. - Pongo los ojos en blanco y libero el aire atrapado en mis pulmones. No es la primera vez que me pide eso y se que tampoco será la última. Giro la cabeza de forma que pueda ver sus ojos y con mi diestra acaricio uno de sus brazos, mis movimientos son lentos y suaves, intento -aunque puede que en vano- transmitirle un poco de mi tranquilidad.
-Ran... ya hemos hablado de eso, sabes que no puedo quedarme. Mis padres esperan encontrarme en mi cama, en mi habitación mañana temprano, no puedo quedarme.
-Diles que te has quedado con una amiga y mañana temprano top te llevo a la escuela. - Me toco reírme ahora a mi. No es tan sencillo como él lo hace sonar, para empezar; mis padres no tienen idea de que salí, ellos creen que estoy dormida en mi habitación. Descansando y preparándome para el primer gran día de escuela mañana -. Por favor Akemi, quédate conmigo sólo esta noche.
-No puedo quedarme y lo sabes. - Gruñe contra mi espalda, el agarre de uno de sus brazos se intensifica permitiendo al otro a moverse libremente por mi cuerpo, desliza su mano por mi vientre colándose bajo el pantalón y las bragas hasta llegar a mi sexo -. Ran... basta.
-Si no puedo hacer que te quedes - desliza dos dedos en mi interior moviéndolos con fuertes y rápidos movimientos - te obligare a hacerlo. - Sus dientes se cerraron sobre la piel de mi cuello dejando marcas, una tras otra, chupando con fuerza tras cada mordida.
-Ran... basta... - Trato de zafarme de su agarre moviendo mis piernas buscando un punto débil a su férreo agarre, sujeto su brazo clavando mis uñas en el buscando causarle daño -. ¡Basta! - Una diminuta descarga eléctrica estalla en mi interior quemando la punta de los dedos de Ranmaru, saca la mano de mis pantalones dando un salto de la cama soltándome en el acto.
-¿A qué diablos se debe eso, Akemi? - Agita la mano con fuerza inspeccionando el daño recibido, me alejo de la cama tratando de acomodar mi ropa lo mejor posible -. ¡Joder Akemi, responde!
-Te dije que te detuvieras, no hubiera necesitado llegar a esto si me hubieras escuchado. - Me giro para darle la cara mostrando mi ceño fruncido. Puede que tuviera una "relación" con él, pero si había algo que no iba a pasarle por alto sin importar el tiempo que lleváramos, era que no me escuchara cuando le pedía algo. En este caso, detenerse.
-Oh, vamos Akemi, ¿te vas a molestar por eso? - Da un paso hacia mi acercando su rostro al mío -. Hace unos minutos no pensabas igual. - Arqueo una ceja por su comentario, si hubiera estado menos concentrado en su enojo y prestado más atención a sus palabras, se hubiera dado cuenta de lo que había dicho. Sin apartar la mirada de la suya frunzo el ceño arrugando la nariz, su respiración se mantiene en un ritmo grueso y veloz, las aletas de su nariz se expanden y contraen. Espero hasta que el rojo de su rostro disminuya, al ver que vuelve a adoptar su tono normal de piel, alzo la mano para sujetar su brazo y acercarlo a mi un poco más.
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El Jinete |Pausada Temporalmente|
General FictionDicen que no hay vida después de la muerte. Que tu alma o tu espíritu consigue el descanso eterno y por fin eres libre del pecado. Hay quienes dicen, que aquellos que regresan de la muerte no poseen un alma, sólo son cuerpos vacíos con un único de...