Una cita a la luz de la luna, con el mar frente a ti y el hombre perfecto a tu lado es lo ideal para la cita perfecta, la iluminación, el aire, la peste de sal por todos lados, bla, bla, bla. ¿Qué idiota realmente cree eso? ¡Oh! Muchos, en realidad, todos los humanos, para ser precisos, todos y cada uno de los inútiles y buenos para nada humanos que viven.
Menos mal que exististimos los jinetes, de lo contrario el mundo quedaría plagado de esa escoria, esa lastimera sociedad que sólo se preocupa por ser mejor que los demás y dedica su tiempo a nuevas formas para hacer menos a su enemigo, ¿enemigo? Bueno, miren por donde, los jinetes también queremos eliminar a nuestro enemigo, los humanos.
Es una verdadera desgracia que haya jinetes tan estúpidos para creer que la humanidad puede ser salvada, o que incluso merece la salvación, hay que agradecer por la existencia de nuestra emperatriz, la única mujer en el mundo con la visión clara, tan clara para saber que los humanos serán, eventualmente, la extinción de los jinetes, gracias a nuestra hermosa emperatriz, por tener la determinación de salvar a nuestra pequeña y perfecta especie.
Comenzado... con la cría que jamás debió haber sobrevivido. Un ojo dimensional bajo sus pies, ningún lugar de destino específico y ¡voila! Quedará suspendida en medio de la nada hasta que se vuelva a abrir el portal, mientras tanto, yo, tendré todo el tiempo que quiera para asegurarme de que los planes de mi emperatriz se vean realizados.
—¿Fujihane?
—No volverá pronto, si es lo que esperas —me deleito viendo como aquel joven de ojos plateados gira de un lado a otro, buscándome, el dueño de aquella frase y responsable, de la desaparición de... como sea que él llame a esa pequeña zorra.
—¿Quién dijo eso? —un poco de humo, mantenerse en las sombras y finalmente, salir a la luz con pasos lentos para hacer la entrada más... dramática.
—Alguien que olvidaras tan pronto regrese esa pequeña zorra a la escena.
Inclina la cabeza hacia un costado, tratando de comprender lo que le digo, pobre humano, no tiene ni idea de lo que le espera a partir de este segundo. Extiendo una mano al frente, estratégicamente colocó mis dedos sobre su frente y mejillas, es lo único que necesito para ejercer mi magia sobre él y lograr que los deseos de mi emperatriz se realicen.
Modificar unos cuantos pensamientos para quitar la buena voluntad de su cuerpo, quitar cualquier intención que sea bondadosa. No me han mandado a hacer nada más que sólo eso, mi trabajo aquí ya terminó.
*
Akemi
No puedo recordar nada además de haber caído por un ojo dimensional, tampoco recuerdo porque se abrió, pues yo no planeaba ir a ningún lugar, lo que fue aún más extraño de todo, fue que volví a aparecer de la misma forma que me fui, repentinamente. Un momento estaba frente a Uesugi y al siguiente, me encontraba flotando a mitad de la nada, para volver a aparecer frente a Uesugi. Sus manos volvían a estar sobre mi cintura, incluso yo estaba más cerca de él, sosteniéndome a sus brazos para no caer.
—Deberíamos volver.
Parpadeo retrocediendo, el pecho me duele por lo rápido que va mi corazón, puedo escuchar los latidos en el fondo de mi cabeza. Carraspeo sacudiendo mi cabeza para acomodar mi cabello.
—Entonces guía el camino hacia la ciudad esmeralda.
La risa nasal que me dedica Uesugi consigue, de alguna forma, relajarme. Mi corazón deja de resonar en mi mente como un tambor constante, pero eso no evita que yo deje de sentirme nerviosa. Suspiró para fingir normalidad, no estoy segura de que es lo que acaba de ocurrir, pero es posible que Uesugi tampoco sepa que es lo que ha ocurrido.
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El Jinete |Pausada Temporalmente|
Ficción GeneralDicen que no hay vida después de la muerte. Que tu alma o tu espíritu consigue el descanso eterno y por fin eres libre del pecado. Hay quienes dicen, que aquellos que regresan de la muerte no poseen un alma, sólo son cuerpos vacíos con un único de...