¿Enamorados?

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Primero lo primero. Instalarse en la propiedad que se volvería su hogar durante las próximas semanas. Contrario a lo que tanto como Aiden y Yuriko habían imaginado, Akemi hizo obrar su voluntad y la habitación que debía ser compartida fue entregada a Yuu y Aiden.

Decir que la joven de cabellos plateados comenzó a arder en rabia fue poco pues, aunque ella había caído en el juego sucio de su mejor amiga, realmente había esperado que la dejara compartir habitación con Aiden, era lo justo, ella era su novia y debían de...

—Yuriko, calma tus pensamientos, se nota en tu cara que querías dormir con Aiden —el rostro de Yuriko comenzó a arder violentamente en vergüenza. Tanto que el color claro de sus ojos llegó a resaltar más y parecer casi blanco. Giró la cabeza de un lado a otro esperando que ni Aiden ni Yuu hubieran escuchado a Akemi.

Suspiró y agradeció que los dos estuvieran dentro de su habitación desempacando e instalándose. Se llevó ambas manos al pecho controlando su respiración, sentía que iba a morir, los latidos de su corazón provocaban que le doliera el pecho, una sensación totalmente desagradable si alguien le preguntaba.

—¡No digas esas cosas en voz alta! —le reprendió agitando frente a ella un cucharon. La madre de Yuriko le había enviado un kit completo para la cocina —inexistente— y que pudieran comer con tranquilidad, Akemi inclinó el cuello hacia atrás, escapando del ataque, sus ojos descendieron hasta el instrumento, analizando cuidadosamente las posibilidades de ser atacada por el cucharon.

Akemi alzó ambas manos en señal de rendición.

—De acuerdo, aunque yo lo decía en el sentido de compartir habitación, ¿recuerdas? —levantó ambos pulgares señalando su pecho—. La loca adicta al sexo soy yo —

Yuriko le dedicó una mirada escéptica, la broma lejos de haberle hecho gracia la había molestado. Desde que Akemi le había contado de su ruptura con Ranmaru lo que más le preocupaba era que se volviera de esas chicas que se acuestan con el primer chico que se les cruza en frente. Y por supuesto, como había visto los últimos días antes de iniciar las vacaciones, Akemi no había hecho lo que esperaba de ella.

—No es divertido, Akemi —Yuriko se cruza de brazos dejando de lado el ficharon que tenía en las manos—. Sabes muy bien que no me gustan...

—...ese tipo de bromas, lo sé, me lo dices siempre que puedes. Ya te lo dicho, no voy a hacer eso, no iré a revolcarse con el primer idiota que se me pare enfrente —se encoge de hombros sentándose sobre la isla de la —inexistente— cocina—. Tengo respeto por mi misma, jamás haría algo así de estúpido.

—¿Estúpido cómo que? —ambas chicas volvieron al rostro hacia la entrada de la habitación, donde Yuu y Aiden se encontraban de pie, el pelirrojo con los brazos cruzados y recargado sobre el marco de la puerta, exponiendo una nueva sonrisa en su rostro, una que pronto sería añadida a la lista de sonrisas que hacían sentir a Yuriko como gelatina. Yuu, que era quien había realizado la pregunta tenía ambas manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros.

—Estúpido como ser una de las tontas que abren las piernas para ti —la primera carcajada que se escuchó fue la de Aiden. Quien tuvo que sostenerse el estómago mientras se doblaba hacia el frente conteniendo las lágrimas. Yuriko simplemente cambiaba su visión entre Akemi y Yuu, como si en cualquier momento uno fuera a saltar sobre el otro.
Lo que ella realmente se preguntaba era: ¿qué harían si saltaban los dos al mismo tiempo?
Por lo que podía ver, Yuu podría besar a Akemi, desde que habían hablado ese día que Akemi tuvo un ataque de asma parecía realmente interesado en ella. Akemi, por otro lado, sólo parecía querer pavonearse frente a él para recordarle que no podía tocarla por mucho que lo intentara.

El Jinete |Pausada Temporalmente|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora