Lo único que podía hacer era verla alejarse.
Dando pasos largos y agitando los brazos rítmicamente, como si estuviera marchando, en realidad, lo que lo obligaba a no despegar la vista de ella era el inevitable contoneo de sus caderas, ocasionado por la velocidad con la que estaba caminando, y si no fuera porque era ridículamente pequeña, él no sería el único viéndola caminar.
En realidad, pensar en que alguien más podría voltearse a verla caminar lo enervó. Aunque no supo decir porqué. Así que empezó a caminar detrás de ella, olvidándose por completo de la lista de compras que debían hacer.
Sólo le tomó un par de pasos para alcanzarla por completo, aun cuando ella le llevaba ventaja, sujetó su muñeca y tiró de ella, sólo necesitó hacer el más mínimo esfuerzo para hacer que se girara a verlo.
¿Qué iba a decirle ahora que la tenía bajo su poder?
—Suéltame. No tengo que tratar contigo así que déjame ir.
—Bueno... para empezar, podrías dejar de actuar como si fuera a comerte en algún momento. Tu eres la única que no quiere hacer las paces.
—¡Tal vez por qué no existe tal cosa como hacer las paces! —en el instante en que pronunció esas palabras, Yuu soltó su brazo, sin saber que responder—. Entiéndelo, tratándose de tu padre jamás existirá nada como hacer las paces. Me odia, eso lo tengo claro, y créeme, prefiero esconderme de él a darle más motivos para odiarme...
—No lo hará, no mientras yo no... —pero no pudo terminar su frase. Ni siquiera él sabía que es lo que haría para evitar que su padre dejara de odiarla. El había sido el culpable de lo que ocurrió aquel primer día que se vieron en la estación. Él había dicho a su padre que sólo había una solución para chicas como ella, y fue justamente por eso que ella había respondido de la forma que lo hizo, por su culpa.
—Si no puedes terminar lo que ibas a decir, no te molestes en ofrecer algo que no puedes cumplir.
Y lo único en lo que no pensaron, fue en cuál sería la reacción de Yuriko y Aiden al ver que habían llegado sin las compras para el desayuno, pero realmente, a esas alturas, no les importaba, era más la necesidad por no estar solos los dos mucho más tiempo.
Por fortuna para ambos, ni Yuriko ni Aiden prestaron mucha atención, pues tenían casi terminados los hot cakes, si acaso, solo Aiden se dio cuenta de que algo iba mal entre ellos, incluso tuvo la tentación de extender un brazo hacia Yuriko para preguntar si ella también lo veía y no eran alucinaciones suyas, pero no lo hizo. Lo que sea que ocurriera entre Akemi y Yuu debía ser sólo asunto de ellos, no iba a inmiscuirse en el asunto, ni él ni Yuriko.
Así que permitió que Akemi subiera las escaleras para cambiarse de ropa a una más cómoda para ella para desayunar, por otro lado, Aiden no permitió que Yuu subiera también a su habitación, si es que iba hacia ella. En lugar de eso, lo tomó por el cinturón y lo obligó a entrar a la cocina, ayudaría también a preparar el desayuno como castigo por haber salido a dar la vuelta y volver sin los ingredientes para sus hot cakes de chocolate.
Yuriko, por otro lado, no estaba realmente feliz con la escasez de ingredientes, no había mucho que pudiera hacer a esas alturas, ya que estaba lista la masa para prepararlos y los sartenes también estaban listos, ya iría ella con Aiden más tarde para la comida. No tuvo tiempo de empezar a cocinar cuando Akemi ad asomó a la cocina.
—Necesito hablar contigo.
Yuriko bufó. Entregó la espumadera a Aiden para que siguiera con la cocina, reuniéndose con Akemi en la sala de estar. Esperaba que valiera la pena lo que Akemi quería decirle, de lo contrario no le perdonaría el haberla sacado de la cocina. Su amiga ya se encontraba en el sillón, con ambas piernas cruzadas formando una flor de loto. Yuriko volvió a bufar, removiendo el fleco de sus ojos.
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El Jinete |Pausada Temporalmente|
General FictionDicen que no hay vida después de la muerte. Que tu alma o tu espíritu consigue el descanso eterno y por fin eres libre del pecado. Hay quienes dicen, que aquellos que regresan de la muerte no poseen un alma, sólo son cuerpos vacíos con un único de...