Humanos. Tal vez la única cosa en el mundo -después de los Jinetes de buen corazón- que un hostil podría odiar más que cualquier otra cosa. Seres inferiores, sin ningún propósito en la vida, con una insaciable ser de poder y dominio, usando su mente e inteligencia para buscar la forma de destruirse entre ellos. Trabajo, que sólo un hostil podía realizar y hacerlo ver como un acto divino... o un castigo infernal.
Por supuesto, ese trabajo no podía realizarse con tranquilidad si los Jinetes seguían borrando la memoria de los humanos, si seguían cubriendo sus huellas y la misma señal de su existencia. Ningún Jinete debería ocultar su existencia, hostil o no hostil. Lamentarían haberse metido con los hostiles, él los haría lamentar el día que osaron capturar a un hostil y mantenerlo preso. Él los haría pagar.
-Juicio. -Se puso de pie en la rama del árbol esperando por las órdenes de su compañero-. Manda dos cartas más, ese allá es un pilar, hay que darle algo para jugar.
Humedeció sus labios metiendo la mano en el bolsillo de su gabardina. En su mano sostenía dos cartas en blanco, del alto de un smart phone, y el ancho de caja de cigarrillos, alzó ambas cartas a la altura de sus ojos, para que estas tomaran color, poco a poco apareció una mesa con varios querubines alrededor y una espada en lo alto, amenazando con caer en la mesa. Soltó las cartas y estas se quedaron flotando frente a él, pinchó uno de sus dedos con un cuchillo dejando caer una gota de sangre sobre cada carta. Al instante ambas cartas se desvanecieron.
-Diviértanse, Jinetes.
**
Yuriko mantenía las piernas cerradas, presionando una contra la otra, sosteniendo entre sus manos la tasa de café que su compañero había pedido para ella, no se pronunciaba ninguna palabra pero se percibía la conversación sólo con darse cuenta, ambos jinetes se comunicaban en silencio, probando su resistencia y poder. El joven de ojos violeta acercó el plato con azucarillos hacia él, poniendo un cubito tras otro en su bebida.
-Hace unos días, uno de mis hermanos envió a un explorador, quería buscar a un hostil y no volvió. ¿Habías escuchado de él? -Yuriko negó con la cabeza. No confiaba en sus sentidos para poder mentir si hablaba, claro que lo había visto, fue ella quien mató al explorador-. ¿No? Es una lástima... Estrella interpretó eso como una declaración de guerra. -Dejó caer un último azucarillo en el café.
-Es lo único que siempre ha querido, guerra. -Mordió su lengua apenas terminó de hablar. Estaba sola en ese lugar con un hostil, ¿cómo se le ocurría decir algo así? Desvió el rostro fingiendo jamás haber hablado. El chico alzó la tasa a sus labios dando un sorbo.
-¿Es lo que tu crees? -Arquea una ceja, alzando su diestra con tranquilidad, ese movimiento obligó a todas las personas -excepto ellos- a detenerse. Los humanos se habían detenido en la última acción que iban a realizar. Yuriko se levantó de la mesa retrocediendo tanto como pudo, necesitaba crear la mayor distancia posible entre ella y ese hostil-. ¿Qué ocurre templanza? ¿El Tonto no te ha enseñado a manipular el tiempo?
-¿Qué es lo que quieren aquí?
-A nuestro hermano. Estrella quiere que devuelvan al hostil que tienen preso, es todo. -Imita a Yuriko al ponerse de pie, en lugar de alejarse, camina hacia ella, tirando a los humanos que antes estaban de pie. Oh, que confundidos estarán cuando el tiempo volviera a avanzar. Extendió una mano hacia Yuriko aumentando el brillo de sus ojos.
-¡Yuriko! -Lo único que evitó que Yuriko fuera atacada por el hostil, fue el relámpago que entró por la puerta y cayó directamente en el pecho del hostil. Este retrocedió unos pasos por el impacto alzando la vista hacia Akemi. Quien se encontraba frente a su amiga desprendiendo chispas por todo su cuerpo. Chispas eléctricas.
ESTÁS LEYENDO
El Jinete |Pausada Temporalmente|
Ficción GeneralDicen que no hay vida después de la muerte. Que tu alma o tu espíritu consigue el descanso eterno y por fin eres libre del pecado. Hay quienes dicen, que aquellos que regresan de la muerte no poseen un alma, sólo son cuerpos vacíos con un único de...