Era ya la enésima vez en la semana que lo hacía. Presionó sus ojos realizando movimientos circulares con la mano, hacía todo lo que estaba en su poder para no reaccionar de la manera que él esperaba, furioso y atacando a todo aquel que se atreviera a dirigirle la mirada.
Lamentablemente, su autocontrol era mucho mayor a su nivel de paciencia, por ese motivo molestarlo no resultaba tan entretenido como lo hubiera sido con alguien más. Tal vez ese sería el principal motivo por el cual su compañero estaba haciendo lo que hacia, porque estaba seguro de que no reaccionaría y le dejaría hacer cuanto quisiera. Como odiaba que acertara en todas sus reacciones.
Un alarido más lleno la habitación. Hasta ese momento nadie más se había dado la vuelta para ver que estaba haciendo. Uno de los que estaban en el rincón realizó un amago de ir a ver que era lo que ocurría. Nada por lo que tuviera que ocuparse por supuesto, sabía que no había peligro ni problemas.
-As... ya basta. -El mencionado levantó un poco la vista, su rostro expresaba una gran sonrisa que se perdía con la sangre.
-Vamos, sólo un poco más, no le causo problemas a nadie. -Gemidos salieron del cuerpo que yacía bajo el poder del As de espadas, extendiendo una mano hacia el cielo, buscando ayuda en alguien que no existía. As se rió excitado con la imagen, tomó entre sus manos la de su víctima, sus ojos mostraban bondad y compasión, pero su sonrisa mostraba una perfecta hilera de colmillos, cada cual más afilado que el anterior, y más grande-. No temas, mon chéri, nada va a hacerte daño, -humedeció sus labios al ver caer una lágrima por la mejilla de la joven- yo me encargaré de eso.
Expuesto ante la vista de sus hermanos, inclinó su cuerpo al frente, abriendo los labios para que sus colmillos quedarán a la vista. Los gemidos se volvieron llanto cuando los dientes presionaron su cuello, cerrándose con más fuerza cada vez hasta que fue posible para As levantar la cabeza, mostrando con orgullo el pedazo de piel que tenía sujeto, curveo los labios para sonreír, su lengua no tuvo otra labor más que ayudarle a introducir el bocado completo a su boca.
-Encantador, As. ¿Algo más que debamos ver? ¿No has tenido suficiente por un día?
-Tendré suficiente cuando nuestra hermana vuelva a casa. -Mete los dedos en el hueco creado buscando algo más para comer-. ¿Qué ordenó ella que hiciéramos? -Removió las cuerdas vocales dejándolas sobre la piel, entre sus dedos tenía algo mucho más interesante.
-Encubierto. -Los hostiles se giraron hacia La estrella, sin terminar de comprender lo que había dicho-. No conseguiremos nada con visitas cortas, ella opina que lo mejor será involucrarnos y obligarla a volver. -La estrella se cruzó de brazos, mantenía los labios fruncidos, como si luchara contra algo.
-Dilo de una puta vez, ¿a quiénes quiere en Tokio?
-Te quiere a ti, -apuntó con su perfecta manicura a la carta de La carreta- y te quiere a ti. -As casi se atragantó con su bocado al notar que era su rostro el que señalaba, ¿él? ¿De todos los hostiles que podía usar?
Limpió la sangre de su barbilla con el dorso de su mano, había trozos de carne entre sus dientes, un detalle que a sus hermanos se les hacía tan mundano como ver a alguien lavarse los dientes. Carraspeó intentando dirigir la atención a alguien más. No había forma. Incluso el As de oros se mofaba de su desdicha. Verlo no hizo más que ponerlo más furioso.
-¿Y si digo que no? -No dio tiempo para que alguien pudiera replicar nada, una silueta apareció frente a ellos, iluminada únicamente por la escasa luz exterior que provenía de la única ventana de la habitación.
-No vayas si no lo deseas, As de espadas, no podrás entrar a Tokio ni involucrarte con nada de lo que tus hermanos hagan. Pues te informo, que su trabajo es hacer que el hostil que allí vive venga con nosotros, y ya sabes como se despierta a un hostil. ¿Todavía prefieres quedarte?
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El Jinete |Pausada Temporalmente|
Fiksi UmumDicen que no hay vida después de la muerte. Que tu alma o tu espíritu consigue el descanso eterno y por fin eres libre del pecado. Hay quienes dicen, que aquellos que regresan de la muerte no poseen un alma, sólo son cuerpos vacíos con un único de...