De una vez y por todas

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Ya era un tipo de costumbre al inicio de cada semestre, cada primavera llegaba un grupo nuevo de estudiantes que empezarían a volverse locas al primer momento en que él dijera la primer palabra del día. Eran ya tres años en la misma rutina, llegar a la escuela, reunir a un grupo de primer año para el recorrido de las instalaciones, hacerse el fuerte para ignorar a las chicas hormonales que caían enamoradas de él a primera vista, devolverlos a la plaza principal, sería entonces cuando las chicas empezarían a formar una conversación con él, buscando la forma de llamar su atención y, con un milagro ser la afortunada que se convertiría en su novia. Para desgracia de él serían muchas chicas ese año, según le había dicho su amigo, había muchas vacantes para la carrera de turismo en la Universidad, lo que significaba que ese día se estresaría más de lo acostumbrado.

Maldecía internamente el primer momento que había accedido a formar parte del comité de bienvenida, sus calificaciones altas no hacían más que traerle problemas, frotó su rostro con ambas manos, seguía tumbado en su cama cubierto sólo por una delgada y fina sábana, sus ánimos por levantarse eran cada vez menos a cada segundo que avanzaba en el reloj, giró la cabeza a su mesa de noche, las ocho con quince; tenía menos de media hora para levantarse y salir a la escuela. Cubrió sus ojos con su antebrazo, no estaba de humor para aguantar niñas en cuerpo de mujer llenas de hormonas, después del accidente que había ocurrido la noche anterior en la comisaría, movió el brazo lo suficiente para poder ver el techo. ¿Qué diablos había ocurrido el día anterior? Aunque él no había presenciado el problema, solo había escuchado el suceso de los labios de su padre, una fuente no muy confiable para creer. Suspiró lanzando a un lado las sábanas para finalmente levantarse. Se pasó la mano por el cabello desenredándolo lo más posible, tomó su móvil para marcar un número que se sabía de memoria, la única persona a la que se atrevía a llamar amigo. Un chico cuya alma sufría el mismo estrés que él al inicio de cada curso.

-¿Yuu, qué ocurre?

-Cúbreme hoy en la escuela. -Al otro lado de la línea fue posible escucharse una sonora exclamación de desagrado, ya sabía cuál iba a ser la respuesta de su amigo, ni siquiera sabía porqué había preguntado.

-¡De ninguna manera! No soportaré un día de niñas sin alguien con quién padecer. - Yuu frotó su rostro con una mano gruñendo con notoria molestia.

-Yuu... no puedes usar de excusa lo que ocurrió ayer para no ir, ni siquiera sabes que ocurrió con certeza.

-Motivo suficiente para no querer ver a ninguna mujer el día de hoy, Aiden... jamás te pido nada sólo cumple esto por favor. -Aguardó unos minutos a que su amigo respondiera, no estaba seguro de que fuera a acceder, en cualquier caso, tendría que irse alistado para salir, que no quisiera ser guía turístico no era excusa para faltar a la escuela y él mejor que nadie, sabía que un día de faltar afectaba toda la calificación del semestre. Se levantó de un salto en el momento justo que respondían al otro lado.

-Bien, te cubriré sólo por hoy. -Listo para agradecer desde lo más profundo de su interior, Yuu abrió la boca para responder cuándo Aiden volvió a hablar para interrumpirlo-. A cambio, quiero que termines con Akiko. -En su lado de la línea Yuu parpadeó confundido, Akiko era la chica con la que estaba saliendo en la actualidad, aunque aquellos que lo conocieran perfectamente -Aiden, únicamente- sabrían que en realidad Akiko era sólo la chica con la que Yuu tenía sexo cuándo estaba aburrido, no tenían una relación formal.

-Hecho. -Colgó tras asegurarse de que no sería niñera ese día. Se metió con calma a la ducha y se tomó su tiempo para asearse, no había prisa ese día, cortar con Akiko sería sencillo, un mensaje por teléfono y todo quedaría resuelto.

El Jinete |Pausada Temporalmente|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora