Jamás hubiera imaginado que la fila de servicios escolares sería tan larga.
Apenas había salido del salón de clases su destino se convirtió en los servicios escolares. Iba a rellenar su solicitud y entregarla y esperar pacientemente a que le dijeran que era aceptada en el club al que deseaba entrar. En su mente, el plan sonaba mucho más sencillo de lo era en realidad.
No era la única haciendo fila, se alzó sobre la punta de sus pies para ver por encima de todas esas cabezas que tenía frente a ella. Adivinando, seguramente era un mínimo de 15 a 20 alumnos formados, más las tres docenas de alumnos a su espalda. Si sus cálculos no estaban errados -y casi nunca era así- se estaban tardando aproximadamente diez minutos con cada solicitud. ¿Acaso iban a pedir un trabajo? De lo contrario no comprendía como es que podía tardar tanto tiempo.
En más de una ocasión metió la mano en el bolsillo de su pantalón rozando su móvil, quería llamarla, quería decirle que fuera a hacer fila con ella y que pudieran charlar mientras esperaba, quería... no. Necesitaba, que Akemi accediera a entrar a un club junto a ella. Pero apenas tocaba el borde de la carcasa se arrepentía. El mensaje que le había mandado decía explícitamente "no me esperes, vuelve sola."
Volvió a sacar la mano del bolsillo poniendo los brazos en jarras.
Si esperaba que Akemi esperara por ella diligentemente, a que terminara lo que iba a hacer, se equivocaba. Conocía a su amiga. Y por ese mismo motivo sabía que ya se había ido, reconocer esa realidad le revolvía el estómago, tenían una tradición siempre que iniciaba un nuevo año escolar, saliendo de la escuela iban al cine a ver el primer estreno que encontraran y luego pasaban el resto del día jugando videojuegos o viendo alguna serie.
Era una tradición.
Yuriko acababa de romper esa tradición. En el momento en que decidió usar ese día para inscribirse en algún club.
Dos pasos al frente. La fila avanzó cuatro chicos, cuatro ventanillas activas. Bajó la vista a su reloj de muñeca. Veinte minutos. Volvió a ver por encima de la gente frente a ella, aún quedaban bastantes antes de su turno. Metió las manos en el bolsillo para sacar su móvil, empezó a marcar el número antes de poder darse cuenta de lo que estaba haciendo.
《Bien, acabas de llamarme y no estoy. Conoces el procedimiento, deja tu mensaje luego del "bip"》
Parpadeó varias veces antes de mirar la pantalla y abrir la boca varias veces para pensar una respuesta.
-Um... hey, chibi soy yo, Yuriko. Um... quería ver si estas disponible hoy en la noche, para... la película ya sabes, como cada año. -Rasca su nuca con nerviosismo, era la primera vez que llamando a Akemi la mandaba a buzón-. Bueno... Llámame luego ¿vale? Te... te esperaré a fuera de tu casa por eso de las... -Mira una vez más la hora- ¿siete? ¿Es una buena hora? Yo... me quedaré un poco más en la escuela, así que... nos vemos a fuera de tu casa, la tuya, tuya, no la de tu padre. Nos vemos. -Cuelga sintiendo un nudo en la garganta que sube una y otra vez.
Guarda el móvil en el bolsillo y avanza. Finalmente le toca meter su solicitud, deja de enrollarla entre las manos y la pasa sobre la barra a la secretaria frente a ella.
Diez minutos después vuelve a marcar el número de Akemi, una vez que ha terminado su registro, vuelve a mandarla a buzón y cuelga. Un mensaje tonto y vergonzoso es suficiente para un día, ¿cierto?
De la mochila saca su libreta y echa un vistazo rápido a la tarea que le dejaron para el día siguiente. Bueno, su acuerdo fue a las siete -aunque sólo Yuriko supiera acerca de eso- así que el resto de la tarde podía ocuparlo en avanzar a la tarea. Con esa idea en mente, se dirigió hacia la biblioteca, aprovecharía el tiempo para no fallar en la promesa a su amiga.
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El Jinete |Pausada Temporalmente|
Ficción GeneralDicen que no hay vida después de la muerte. Que tu alma o tu espíritu consigue el descanso eterno y por fin eres libre del pecado. Hay quienes dicen, que aquellos que regresan de la muerte no poseen un alma, sólo son cuerpos vacíos con un único de...