5. EL CONJUNTO: KENDALL PARKER

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―¿Cómo creéis que se lo va a tomar? ―preguntó Ben al grupo de chicas.

Caminaban apresurados, motivados por una invisible tensión que inundaba el ambiente.

―Tan bien como tú, desde luego que no ―opinó Jessica.

―Yo estoy algo asustada ―dijo Kendall como segunda respuesta―: Zella se toma muy a pecho que no le contemos las cosas.

―Nos va a odiar. ―Ivy miraba al suelo mientras hablaba, pensando en lo que iba a pasar en unos pocos minutos.

―¿Recordáis cómo empezó esto? ―Megan miraba a sus tres amigas―. ¿Os acordáis del día en el que cambiaron nuestras vidas?

El silencio se apoderó del grupo, y como si de una chispa se tratará, la pregunta de Megan desencadenó el recuerdo de cada una de las pertenecientes al Conjunto, el recuerdo de lo que inició todo.



«Se te ha encomendado una misión, cariño» fueron las palabras que le dijo su padre mientras le acariciaba su fino cabello y le miraba a sus saltones ojos marrones verdosos. Tenía 5 años, edad a la que a todo licántropo se le indicaba su responsabilidad dentro del mundo de los Variables. Entonces, Kendall era demasiado joven para comprender el deber que se le estaba imponiendo, pero pronto descubriría que formaba parte de algo grande, como le recordaría su formador a lo largo de su adoctrinamiento.

Ya con siete años, la joven cayó en la conclusión de que no sería una chica corriente dentro del Clan, sino que estaba destinada a componer el Conjunto en el que cuatro participantes serían guardianas de una vida, al parecer, única como la suya. Por supuesto, el hecho de ser asignada algo como ello había sido fruto de innumerables insultos por parte de los miembros de su misma especie, que la consideraban ajena a los licántropos, incluso ajena al mundo de los Variables. Obviamente el ser despreciada por muchos hombres y mujeres lobo supuso caer en continuas depresiones que la llevaban al punto de rendición, pero afortunadamente, no todos estaban en su contra y además, conoció al resto de chicas; Jessica, Megan e Ivy. Ellas serían las compañeras con quienes compartiría sentimientos, pues como la suya, sus vidas parecían haber sido truncadas por un mismo destino. Así, todas sus vivencias la hicieron más fuerte y la mujer lobo se fue preparando para cualquier obstáculo, al fin y al cabo ya había sido repudiada por parte de su gente, no podía sufrir algo peor.

Poco después de conocer a las chicas, en su vida entraron otras tres; Ben, Logan y su hermanita Susan. Su amistad con los Lockhard empezó a dar sus frutos desde el principio, pero no se podía decir lo mismo de la relación que tenía con Ben Knight; chocaba con el joven en demasiados aspectos.

Poco sabía ella que muchas veces los que se pelean, se desean.

A la edad de los quince, Kendall dio por finalizado su entrenamiento, que le había transformado tanto mental como físicamente, y aunque esto no suprimiría por completo las malas concepciones que tenía por pertenecer al Conjunto, le haría ganarse el respeto de la inmensa mayoría de los licántropos. Ahora estaba oficialmente preparada para hacer frente a la profecía contra cuyas consecuencias la habían estado preparando durante diez largos años, a pesar de que ella todavía no sabía realmente contra lo que debía luchar.

Muchas veces, se había preguntado por qué le habían elegido a ella y, por mucho que su padre le contara, orgulloso, que su nombre, Kendall Parker, aparecía escrito en el libro profético más importante jamás creado, creía que la respuesta no se encontraba ahí, por lo que vivía con la esperanza de algún día, por muy lejano que fuera, descubriría el por qué que explicara cómo una licántropo como ella, debía convertirse en una de las mujeres más importantes jamás nacidas.

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