El despertador del móvil empezó a sonar con una guitarra eléctrica dando inicio al nuevo día, el volumen al máximo, y expandiendo poco después por todo el lugar, la voz de Billie Joe Armstrong cantando Know your enemy.
Zella, a pesar de haber oído la canción desde el primer momento, se quedó con los ojos cerrados unos segundos más, incapaz de levantarse de inmediato ante la pereza matutina. De repente poco a poco, algunas imágenes fugaces empezaron a llegar a su cerebro, de modo que en poco tiempo recordó el sueño que había tenido, aunque en verdad, la palabra pesadilla definía mejor lo que esa noche su subconsciente había creado. Era de esos sueños de los cuales, al despegar los párpados, no recuerdas mucha información. En su caso, vagamente se acordaba de una mansión, seres extraños, días veraniegos y calurosos, y rostros borrosos de gente desconocida entremezclados con otras más familiares.
Entonces, con el fin de asegurarse de que lo único que se había revolucionado esa noche, era su imaginación, Zella miró a su alrededor, comprobando que todo seguía en su sitio. Incluso examinó sus brazos en busca de marcas relucientes o de color dorado, pero todo estaba normal.
Un sentimiento de alivio comenzó a extenderse por su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, y con una sonrisa curiosa, la joven se levantó de la cama. A diferencia de su madre o de su hermana, Zella era capaz de dormir con las persianas sin bajar, dejando entrar toda la luz de fuera. La música seguía resonando, así que Zella cogió el móvil, primero para quitar el despertador, y segundo para comprobar el día que era.
Estaban a lunes catorce de abril, lo que significaba que había clase, y confirmaba que su sueño había sido solo un sueño. Se puso en pie, y siguiendo su rutina, aunque aún con la cabeza en las nubes, abrió el armario y cogió la falda, la blusa y el jersey que formaban el uniforme reglamentario de su colegio, preparándose así para bajar a desayunar.
Cuando por fin se cambió, bajó las escaleras y llegó a la cocina. Sus padres ya estaban allí; su madre ponía un filtro nuevo para el café y su padre exprimía unas naranjas.
―Sí que has tardado ―comentó su madre al verla.
―Es que estoy cansada ―respondió Zella, tras unos segundos. Por alguna razón se sorprendía de verlos, se sorprendía y se alegraba.
―Como todos ―replicó Leo, bostezando―. Hoy es el examen, ¿no? El de biología.
―¿Qué examen? ―La joven no sabía muy bien de qué hablaba su padre, no recordaba haber estudiado para ninguna prueba.
―Muy graciosa ―respondió el hombre mientras servía el zumo en cuatro vasos―. Ese que es eliminatorio ―añadió, con más detalle.
―Se lo sabe genial ―contestó Jade por ella―. Ayer me lo dijo de carrerilla, ¿verdad?
Zella se quedó paralizada. No recordaba nada de nada; nada de células, nada de enzimas, nada de procesos moleculares... No sabía muy bien qué contestar, pero por suerte fue salvada por la campana.
―Gracias por despertarme ―reprochó, irónicamente y algo molesta, Siah, apareciendo por detrás de su hermana.
La chica entró en la cocina, dejando atrás a Zella, que se había quedado parada en la entrada desde que había bajado por las escaleras, y cogió uno de los vasos llenos de zumo de naranja recién exprimido.
―No sabía que tenía que hacerlo ―acabó por contestar Zella, dándose por despierta y acercándose, finalmente, a la mesa.
Al cabo de unos minutos, todos estaban desayunando, aunque Zella no tenía mucha hambre, así que más que tomarse el café, se quedó mirando la oscura bebida con la mirada perdida hasta que todos terminaron.
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RENACIDA
Fantasy¿Y si te dijeran que tu vida se basa en una mentira?¿Qué pasaría si nadie de tu entorno es quién decía ser? Zella, una joven de casi 18 años descubrirá que todo su mundo esconde una historia en la que ella es la clave para resolver los enigmas de un...