―¿Qué? ―dijo Zella, con una falso tono de sorpresa―. Esta no es la sala de juegos que me habías dicho.
Jessica se quedó mirando a Zella, sin entender lo que decía. Solo cuando su amiga levantó las cejas, expectante a que ella dijera algo, cayó en la cuenta.
―Pues mira por donde, me he equivocado ―le siguió el juego Jessica―. Si es que yo por la noche, no soy persona.
―¿Qué hacéis aquí? ―preguntó Logan, levantándose de la cama―. Son casi las doce.
―Emm, pues... ―empezó a decir la metamórfica, sin aparente respuesta.
―Dar una vuelta ―mintió Zella, al ver que su amiga no decía nada. La sílex intentó evitar mirar el trabajado cuerpo de Logan, quien no parecía muy incómodo ante la situación―. No teníamos sueño y tampoco queríamos despertar a Su.
―Eso ―confirmó Jessica, asintiendo.
―Ya claro, ¿y por qué no habéis salido fuera? ―quiso saber Logan, poniéndose su camiseta.
―¿Después de que el otro día casi me prohibieses salir? Prefería no arriesgarme a que nos metieras a las dos en casa como sacos de patatas.
―¿Qué? ¿Cómo que...? ―le quiso preguntar Jessica a su amiga, antes de que esta girara la cabeza completamente para exigirle con la mirada que se callase.
A Logan se le escapó una leve risa, de esas que suelta una persona cuando no está muy convencida de las cosas, pero que se divierte contemplando hasta dónde puede llegar la farsa.
―¿Y hay alguna explicación sorprendentemente casual para que te este brillando esa marca de la nuca? ―preguntó Logan.
Jessica le miró a Zella para comprobar, efectivamente, lo que el sílex observaba. La sílex se llevó la mano directamente al cuello para taparla.
―Ah, eso... ―susurró Zella, nerviosa. Ahora sí que no tenía una respuesta.
―Son efectos secundarios ―intervino Jessica, de forma inesperadamente espontánea―. El Hadar está hecho de luz, así que a veces brilla.
―Y lo sabes porque... ―quiso saber Logan.
―Me lo dijo Zeon ―volvió a mentir la cambiante―, ya sabes, para que estuviese atenta.
―Como no ―respondió Logan, muy poco convencido.
El reloj que este llevaba en la muñeca empezó a pitar, anunciando medianoche.
―Bueno, aunque nos encanta este interrogatorio para nada incómodo, tenemos que irnos, así que... ―repuso Zella abriendo la puerta, todavía con la mano en la nuca.
―Nos vemos en el desayuno, Logan ―se despidió Jessica.
―Buenas noches, Jess. Ah, y Zella ―recordó Logan, antes de que las dos salieran―, felicidades.
―Gracias ―dijo sorprendida la chica, antes de cerrar la puerta.
―Soy una estúpida ―se disculpó Jessica cuando ya estaban algo lejos del cuarto de Logan―. No sé cómo se me ha podido pasar.
―Yo tengo un par de teorías ―opinó Zella de broma para intentar tranquilizarla―, casi se me olvida hasta a mí.
Jessica sonrió, y miró la nuca de Zella.
ESTÁS LEYENDO
RENACIDA
Fantasy¿Y si te dijeran que tu vida se basa en una mentira?¿Qué pasaría si nadie de tu entorno es quién decía ser? Zella, una joven de casi 18 años descubrirá que todo su mundo esconde una historia en la que ella es la clave para resolver los enigmas de un...