11. LA PERSONA

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―Ya lleva horas ahí metida, debería haber salido ―empezó a decir Jessica.

―O tal vez no ―le contradijo Kendall.

―Las personas que entraron salieron al de unas dos horas. Zell lleva más de cinco.

―Esas personas no eran precisamente las apropiadas para entrar, lo hicieron violando muchas leyes ―replicó Kendall―. Y si Zella está tardando, es porque quizás está haciendo algo bien.

―No sé ―repuso Susan―. No la conozco, pero es la primera vez que se enfrenta a todo este rollo, y la presión puede que acabe con ella, al menos conmigo podría ―admitió. Estaba mirando por la ventana hacia el valle. Fijaba los ojos en las copas de los altos árboles, cuyas hojas se movían levemente, motivadas por la brisa veraniega.

―¿Dónde está Logan, a todo esto? ¿Y el maestro? ―preguntó Megan cuando se percató de la falta de ambos.

―El maestro ha ido a preparar la lección del lunes para los alumnos que han suspendido, al fin y al cabo, las recuperaciones van a seguir por mucho que esté pasando todo esto. Logan, en cambio, ha ido a la cueva a la espera de Zella ―explicó Ben.

―Voy con él... Quiero estar ahí cuando salga ―dijo Megan levantándose del sillón en el que se sentaba.

Los seis estaban en el salón, esperando a las posibles noticias. Sus caras arrastraban el cansancio y el sueño que habían estado acumulando, así como toda la tensión que la nueva situación les estaba generando.

―Yo voy a ir a asegurarme de que la protección está puesta.

―Es una estupidez ―opinó Megan―. No hay un rincón sin refuerzos mágicos en esta casa.

―Es mejor prevenir ―repuso con un deje reticencia―. Ivy, voy a necesitar que vengas conmigo: la puerta principal es el punto más vulnerable, y tu magia me va a venir bien. Vosotras si queréis ―añadió dirigiéndose a Jessica y Kendall―, podéis echar un vistazo al ala este y oeste.

―Sin problema ―aceptó Jessica.

―¿Y yo qué hago? ―quiso saber Susan.

―Pues... ―empezó a pensar Ben, intentando fingir que no se había olvidado de la inocente Susan―. Puedes acompañar a Megan con Logan.

Todos salieron hacia el lugar correspondiente. Ben e Ivy fueron hacia el patio delantero donde horas antes Ben había recibido al Conjunto. Jessica y Kendall se dirigieron a las zonas este y oeste mientras que Susan y Megan tomaron rumbo hacia el jardín trasero, el cual llevaba hasta la cueva.




―Qué calor ―dijo Ben, quitándose la chaqueta poco después de salir de la mansión―. Al menos Zella estará más a gusto dentro de la cueva.

―Yo creo que todo le va a salir bien. Lo noto ―explicó la bruja.

―Tú siempre notas de todo ―puntualizó Ben.

―Sí, pero esta sensación es diferente― replicó Ivy, dándole un golpe en el brazo al sílex al ver que se lo tomaba a broma―, lo digo en serio.

Los dos estaban frente a la puerta que daba paso a la mansión. No cabía duda que los ingenieros que construyeron y diseñaron los alrededores, trabajaron duro para hacer de su resultado el mejor. La puerta era inmensa, medía bastantes metros y el metal con el que estaba forjada era uno de los más duros que existían. El portón se situaba entre dos muros que, al igual que él, medían una barbaridad, y cuyas paredes eran capaces de volverse transparentes cuando la ocasión lo requería. Su aspecto real era de piedra blanca, a juego con la mansión, pero cubierta por hiedra y matas de arbustos que crecían en su longitud.

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