16. LA CASCADA DE ISIS

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Las cuatro de la madrugada. Ben andaba por los pasillos, vigilante a cualquier movimiento. En su mano sostenía la espada que su padre le regaló con tan solo nueve años. Los pasillos estaban vacíos, parecía una noche normal. No podía dejar de pensar en Kendall, en si estaría bien, aunque se esforzaba por no hacerlo; tenía sus razones.

Había pasado ya por varias salas sin encontrar a nadie. No sabía qué hacer ni qué rumbo tomar, hasta que antes de darse la vuelta, oyó una voz que provenía de más alante, en dirección al gimnasio. El joven se puso más tenso, reconocería esa voz en cualquier sitio. Era Elena. El chico se acercó a la puerta, que encontró entreabierta, y sin hacer ruido, la empujó lo suficiente como para asomar su cabeza.

―Te haces viejo Zeon, ¿cuántos años tienes ya?

Elena se paseaba con espada en mano alrededor del maestro, quien permanecía inmóvil pero sin muestras de alteración en su cara o cuerpo.

―¿Qué piensas hacer Elena? Hace rato que Ashkar se ha ido ―dijo ignorando la pregunta.

―¿Qué pasa? ¿No me decías siempre que disfrutabas de mi presencia? ―increpó la mujer, levantando las dos cejas.

―Lo hacía. Cuando todavía eras una niña y tu corazón, aunque diferente, era puro.

―Es una lástima porque de aquí no me muevo hasta que me den otra orden.

―Hasta que te dé otra orden ―le corrigió Zeon―. No te dan órdenes, sino que es solo Ashkar quien lo hace. Estás completamente a su disposición.

―¿Acaso tienes envidia Zeon? ¿Te molesta que ya no sea la pupila que hacía sin pensar lo que le pedías?

La voz de Elena era provocadora.

―No Elena, me resulta curioso como una joven que deseaba destacar y aumentar su poder, haya acabado rebajándose a los pies de un asesino.

Los ojos de Elena relucieron y de repente, acercó más la punta de la espada al cuerpo de Zeon. Megan se sobresaltó y Susan pegó un grito.

―No hables como si me conocieras ―dijo la mujer de pelo de oro en bajo y con palabras llenas de rabia.




―Fíjate quién se vuelve a hacer el héroe ―dijo Ashkar, cada vez más próximo a Logan―. ¿No te resulta aburrido estar siempre con el mismo papel?

―Eso te iba a preguntar a ti.

El Sarh empezó a reír mientras sacaba la espada. Se había quedado a pocos metros del joven sílex.

―Da igual lo que tú o tus amiguitos intentéis, al final lo voy a lograr ―aseguró el hombre.

―¿La dignidad? Si quieres mi opinión personal, lo veo imposible, pero te deseo mucha suerte ―intentó irónicamente adivinar Logan.

―De verdad chico, eres de lo que no hay― respondió Ashkar abalanzándose hacia su contrincante con la espada por delante.

―Gracias ―repuso Logan posicionándose, preparado para el ataque.

―¿Qué tal has dormido bella durmiente? ―preguntó Jessica a Mike, que acababa de abrir los ojos.

El joven trató de estabilizarse como pudo al ver a Jessica. Le habían puesto en una cama de la enfermería, junto a la de Ivy, que como él, ya estaba levantada y riéndose, probablemente de él.

―Genial ―respondió Mike ruborizado.

―Has luchado realmente bien. Estoy impresionada ―dijo Ivy conforme estiraba los brazos.

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