Capítulo 2

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Me enfrento a la realidad que ven mis ojos.

El lugar es alto, solitario y está, desgraciadamente, rodeado de edificios, los mismos que roban se belleza y que le suman prestigio.

Me dispongo a terminar este trayecto sin sentido. Porque eso es lo que ha sido siempre, un camino completamente vacío.

Piso la cera que conecta el puente con la carretera y doy pasos cortos hasta llegar al mismo centro donde suelo meditar sobre lo patética que ha sido mi vida.

Entonces inclino mi cabeza hacia el lago.

Es un cuerpo de agua estrecho y artificial, mas me gusta mucho apreciarlo, ya que tanto él como yo, compartimos los mismos sentimientos. Siempre está solo y calmado. Nada parece alterarlo e incluso los días lluviosos suele quedarse dormido para no estorbar a los demás. Exactamente como ocurre conmigo.

Nunca fui una chica de fiestas. Mucho menos estudiosa o aplicada. Mi único anhelo era bailar. Dominar la melodía y apoderarla con mi cuerpo hasta que fuéramos uno solo ser. Música y alma.

No obstante, todo se convirtió en una pesadilla. Creo que los sueños no se hicieron para mí y mucho menos la vida misma.

Reúno mis fuerzas y mis pocas habilidades de artes marciales, y alzo una pierna para apoyarla sobre la baranda. Al lograrlo, hago lo mismo con mis otras extremidades hasta sentarme orilla al lago.

La altura me produce cierta sensación de mareo, la brisa choca en mi cara y siento cómo mi corazón se entusiasma al instante.

Apoyo mis manos en la baranda como si fuera mi salvación. Técnicamente lo es, pero me niego a creer que mi salvación sea vivir en un mundo que no es para mí.

Cierro los ojos con lentitud. Necesito hacer esto. Por mi bien y por el bien de todos los demás. Ya no quiero ser un estorbo para la gente y mucho menos sentirme tan sola como ahora.

Una lágrima resbala por mi suave mejilla y algo dentro de mí se libera con ella. Ya no quiero llorar más. Solo deseo salir de este charco en el que estoy estancada.

Mi cuerpo tambalea hacia adelante siguiendo el compás del viento. Mis manos se van soltando del metálico agarre y entonces percibo mi vida en juego.

Estoy a punto de impulsarme, cuando la voz de un hombre llega a mis oídos.

–¡No lo hagas!–grita la voz.

Pero ya nada podrá detenerme. He venido hasta acá con un solo objetivo y pienso cumplirlo.

Ninguna persona tiene el derecho a decirme que no lo haga porque ninguno sabe por lo que paso todos los días. Ellos no saben lo que es levantarse y ni si quiera tener la noción del tiempo. No tienen idea de que estoy totalmente sola en esto.

La voz me sigue obstruyendo el pensamiento y de un momento a otro, escucho otras personas gritar.

"¡No te lances!"

"¡Estarás bien!"

Es lo que intentan hacerle entender a mi conciencia, pero estoy decidida a ignorarlos.

Entonces, algo raro sucede.

Sin razón alguna, abro los ojos de golpe y realizo un bonito crepúsculo frente a mí. Nunca antes había visto uno igual en mis dos décadas de vida. Lo describiría como algo demasiado impactante. Pareciera que solo ha sido dibujado en el horizonte para mí.

Escucho cierto bullicio y decido desviar mi vista del hermoso paisaje. Entonces giro hacia los gritos y me doy cuenta de que no soy la causante de mencionado alboroto.

Opuesto a mi lado del puente, se encuentra un joven totalmente dispuesto a lanzarse. Él está sobre el poco espacio que hay entre la baranda y el precipicio. Solo son centímetros de cemento los que sostienen al causante de mi distracción.

Nadie parece notarme. Están todos rogándole al chico que no lo haga. Sin embargo, él continua su resistencia.

Doy una exagerada maroma que, literalmente, me hace poner los pies en la tierra. Luego camino despacio hasta la pequeña multitud de personas y me quedo esperando a que el chico de cabello oscuro libere sus alas hacia su destino.

Pero nuevamente, algo más sucede.

De imprevisto, el joven voltea su cuerpo hacia la gente en busca de silencio, pero casualmente, cruzamos miradas. El impacto de sus claros irises en mis ojos, provoca cierta conexión.

Al darme cuenta de ello, cambio mirada hacia el otro lado del puente y comienzo a dar pasos cortos alejándome de su punzante contacto visual.

De repente, una fuerza me hala hacia él haciendo que me quede a mitad de camino.

–¡Hey!–escucho a alguien a mis espaldas. El afligido metal de voz invade mi mente provocando cierta angustia en mi interior.

Giro hacia la voz y lo encuentro a él. Increíblemente, estaba justo detrás de mí.

La gente lanza miradas de extrañes, pero al ver que el chico está bien, se introducen a sus respectivos autos.

Hipócritas.

El sol se había sido ocultado casi por completo y la confusión aparece ante el incómodo silencio.

Culmino de admirar su desconocido perfil y decido darme media vuelta para marcharme. Sin embargo, el chico me toma del brazo.

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-Angie_lab

Colisión de galaxias {Completada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora