Capítulo 6

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La colisión de galaxias es un proceso que lleva tiempo y en realidad es poco probable que los cuerpos que contienen las galaxias, choquen. Esto debido a que la distancias entre las estrellas, nubes de gas, polvo y otros componentes, es tan grande que cada componente pasa tranquilamente por los espacios vacíos de la otra, ya que las galaxias son principalmente eso, espacios vacíos.

💜

Transcurren largos minutos mientras caminamos en silencio.

Para nuestra suerte, la calle está vacía. Tal parece que esta noche nadie intentaría huir de las alucinantes luces que adornan la ciudad. Triste porque eso solo añade una cualidad artificial a la sociedad en la que vivo.

El silencio es desesperante y mi cabeza no deja de latir del tremendo susto que pasé al ver a Angel tendido en el suelo. Me sorprende que actúe como si nada le hubiese pasado. Tal pareciera que la hora de su muerte aún no ha llegado. Primero el puente, después el auto y luego la caída.

Joder, este chico tiene... ¿Suerte?

Imprevistamente, una idea allana mi mente. Es una locura, pero mi campo visual capta una serie de cosas que dan paso a lo que sería un momento de liberación.

Dos conos.

Calle vacía.

Un acompañante.

Ladeo mi cabeza para encarar a Angel, pero antes de expulsar cualquier idea, el desgraciado ya se halla corriendo hacia la inhabilitada carretera.

–¡Espera!–ordeno yendo a los conos naranjas.

Pero es demasiado tarde. El muchacho que me había invitado a charlar, ya se encuentra jugueteando con aquel par de barreras que obstrían nuestro paso hacia el exterior de la ciudad.

Él agarra los conos con ambas manos y comienza a correr en dirección a la ciudad. A medida que se acerca, la luz se intensifica y su aspecto se hace visible.

A lo lejos, puedo identificar unas llamativas tenis negras que cubren sus anchos y, posiblemente, apestosos pies.

Su espalda es larga, al igual que sus piernas, justificando así su admirable habilidad para correr.

El chico se detiene a observar el paisaje. ¡Vaya paisaje! Edificios de cemento que no hacen nada más que estorbar el verdadero y único paraíso llamado obscuridad.

Me poso tras su espalda en busca de una explicación a su inesperada pausa, mas no encuentro nada.

Decido ignorar su acto porque la verdad la flojera comienza a ganarme. Sin embargo, antes de que pudiera voltearme, la vista se me había nublado–.¡¿Qué diablos...?!–mi pregunta es interrumpida con un estrepitoso golpe en... ¿La cabeza?

No es cualquier tipo de golpe, sino uno proveniente de otro objeto de parecida o igual magnitud–. Te reto a que salgamos de aquí con estas cosas en la cabeza–la voz del chico trae cierto optimismo que me hace dudar.

–¿Qué?–pregunto realizando el cono puesto en mi cabeza.

Sí que es rápido.

–Solo trata de hacerlo. Anda, al menos tratemos de averiguar qué es lo que la gente siente cuando intenta ser feliz. Quizás un auto nos lleve enredados y terminaremos de acabar con esto.

Por mi parte, solo resoplo esperando que su idea funcione.

No veo nada, aunque no hay más ciego que el que no quiere ver. Siempre he pensado que para hacerlo, necesitas abrir tus ojos más allá de la vida misma. Incluso es lo que intenté hacer hace par de horas.

Una pizca de comodidad se arroja en mi interior cuando comienzo a caminar a ciegas por aquella solitaria calle. No es felicidad, no es alegría, pero se siente bien.

Un estruendoso ruido me hace frenar a la vez que la risa del joven se hace presente.

No puedo evitar carcajear al imaginármelo tropezar con cualquier intermediario en su camino.

Intento seguir su risa, pero me es imposible por el eco que resuena en mi cabeza.

Entonces otro pequeño silencio se atraviesa en el momento. Decido quitarme el cono de encima, pero los fuertes brazos de quien fuera que estuviera cerca, me tumban a lo que pienso que debe ser la calle.

Risa. Otra vez ese asqueroso sonido se vuelve a escapar de mis labios. No soy la única en soltarlo, pues mi compañero parece estar muerto de ese maldito reflejo de alegría.

Sin pensarlo, me levanto para vengarme.

–No me encontrarás–grita él entre pequeñas carcajadas.

Pero su teoría era errónea, ya que en solo segundos, me encontraba luchando cono a cono con él.

Mi cabeza, o más bien el cono, choca una y otra vez con el suyo. Si no fuera por ellos, estaría segura de que el dolor no hubiera tardado en venir.

Mis piernas se estiran en busca de mi contrincante, pero al parecer, el repite mi pasos haciendo la lucha un poco más compleja.

Aquel sonido seguía rondando el ambiente y aunque no me produce ningún malestar físico, me parece difícil creer que lo esté escuchando de mi parte.

Mis ojos se fruncen en señal de rendición. Aquel olvidado sentimiento se había colado nuevamente en mi interior haciéndome sentir extraña.

Luego se oye la caída de un objeto y es cuando me doy cuenta de que el chico está libre de cualquier barrera.

La brisa entra por mis poros a la vez que el joven remueve el cono que tanto obstruía mi interacción con él.

Acto seguido, da una última sonrisa. Es imposible no imitar su gesto, pero al instante lo vuelvo a reemplazar con una mueca de arrepentimiento.

Esto no debería estar pasando.

Acomodo mi vestido negro y arreglo superficialmente mi cabello. Volteo hacia el horizonte y comienzo a caminar sin marcha atrás.

–¿Qué pasa? ¿No te divertiste?–habla el chico quien no tiene idea de lo que dice. Una persona como yo jamás podrá divertirse después de lo que le ha tocado vivir.

–No quiero volver a hacerlo.

El joven me sigue y vuelve a preguntar–¿Hacer qué, Mar?

–Volver a reír.

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Déjenme saber sus opiniones. Espero les esté gustando la historia. No olviden votar.

-Angie_lab

Colisión de galaxias {Completada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora