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Aspiro transparencia y comodidad. La calma está inyectada en mis venas y el frío se vuelve a colar a mi piel.
Abro un poco los ojos y me descubro sobre el sereno pecho de Ángel. Nuestros cuerpos descansan sobre la arena y la sensación de paz es terriblemente adictiva.
Me repongo un momento con cuidado de no despertar a mi compañero, sin embargo al moverme, él comienza a hablar.
–¿Qué sucede? ¿Estas bien?
–Sí. Lo siento, ¿te desperté?
–Tranquila, no estaba durmiendo–dice con tono agotado–. Sufro de insomnio severo.
El sueño que traigo es dominante, pero no deseo ser derrotada por esa barrera que impide mi conversación con él. Lo que realmente quiero es saber que estoy a salvo y que alguien está conmigo con sinceridad.
Así que simplemente me despego unos centímetros de él y ladeo la cabeza a su dirección.
–¿Qué piensas cuando no puedes dormir?
Él se hecha a reír.
–No creo que sea la mejor pregunta.
–¿Por qué no?
–Porque simplemente tampoco tiene una buena respuesta.
Cierro los ojos en mi lucha interna por mantenerme despierta, mas el distante eco de las olas provoca cierta relajación en mi interior.
Siento las inmensas ganas de abrazarlo y quedarme rendida en sus brazos. No obstante, decido apartar la idea de mi mente.
–¿Tú tampoco puedes dormir?–Ángel, quien está a mi lado, se voltea para mirarme.
–Sí. De hecho, me había quedado dormida. Pero hace mucho frío y eso pareció despertarme.
Era obvio. Aunque la fogata destellara una calidez agradable, nuestros cuerpos aún están húmedos. Doy gracias porque ya no están empapados como antes.
Pero entonces, una ola de protección me recorre la espalda cuando siento que Ángel me cubre con sus brazos.
Decido abrir los ojos un segundo y me encuentro con el cielo aún lleno de estrellas. No podría decir si faltaba poco para el amanecer, ya que el sueño me impedía razonar correctamente. Pero sí puedo asegurar que esto era lo que quería sentir el resto de mis noches.
Las manos del chico se colocan en mi vientre y siento cuando me atrae a él con delicadeza.
El calor comenzó a ser perfecto.
Mi abdomen es lentamente acariciado por las dulces yemas de mi protector y siento cuando se tensa al sentir la magnitud de mi delgadez.
De seguro debió haber tocado las costillas sobresalientes de mi abdomen porque de repente se incorporó y echó un vistazo a mi cuerpo.
–¿Mar?
Simplemente me hago la dormida para no contestar, sin embargo él sabe que finjo estar descansando.
Apoya sus manos en el borde de mi suéter negro y sin preguntarme, lo levanta con cuidado de no sobre pasar los límites.
–¡Oh, por Dios!–exclama mientras abro los ojos descubriendo el asombro en sus verdosos castaños–. ¿Cómo has podido hacerte eso?
No me inmuto por sobresaltarme. Frunzo el ceño por el cansancio, pero tomo su mano al instante. Aún sin responder, la llevo a mi vientre y la sostengo contra él. Hago que tenga contacto con cada centímetro de mi piel y finalmente me dispongo a contestar con otra pregunta.
–¿Cómo se siente?
–Chica... No has respondido mi pregunta. No evites lo que tienes que--
–Dime, ¿cómo sientes mi barriga?
Él tarda en contestar–. Aparte de extraño, se siente... Desnutrida y famélica. Nunca imaginé que tú podrías tener ese aspecto.
–¿Qué quieres decir?–un profundo dolor se entromete en mi sueño–. ¿Ahora crees que soy fea? ¿Es eso?
Ángel suspira provocando que miles de inseguridades floten en la costa de mi corazón.
Sin saber el por qué, me alejo de sus brazos. Pero él me retiene con más fuerza.
–Es lo más estúpido que podrías haber dicho en tu miserable vida–dicho esto, se inclina a la causa de su perturbación y planta un beso que eriza mi piel–. Eres preciosa.
Mi cerebro alcanza un nivel magno de felicidad extrema, lo que provoca que mis ojos lo expresen con lo único que he sabido soltar en mi vida: lágrimas.
–No llores. Por favor necesito que me prometas que ya no harás eso nunca. Pase lo que pase, ¿oíste?
Pero mi capacidad para hablar se ha convertido en una jaula de la que no puedo librarme.
–Yo siempre te cuidaré, Mar. Lo haré aunque las cosas no sean como tú quieres. Siempre estaré contigo y nunca dejaré que pases por esto. Júrame que no volverás a vomitar y a lastimarte. ¡Júralo, por favor!
–¡No puedo jurarte nada!
–Por favor, Mar. Por favor prométemelo. Necesito estar tranquilo con eso.
–No me hagas esto, Ángel. ¿Por qué tengo que prometerte algo de lo que sé que no soy capaz?
–Porque harás un esfuerzo por mí, ¿cierto? Al menos dame la certeza de que no tendré que arrepentirme de nada. Por favor ya no te hagas daño.
Dicen que las mujeres son complicadas y que no hay quienes nos entienda, pero ¿acaso los hombres son claros? ¿Por qué me hace esto?
–No puedo prometerlo. Esto es algo que he hecho desde que escapé de aquel infierno. Es lo que me hace escapar de la realidad y hace sentirme yo misma. Porque al final sientes un vacío inmenso. No solo en el estómago, sino también en el alma. Y eso, amigo, eso es lo que soy. Un vacío.
El hombre que insistía por mi valentía, niega con su cabeza. A través de sus atractivos ojos aprecio frustración, una que tal vez nunca llegue a entender, pero que sin duda inquieta mi corazón.
Cansada, me llevo una mano a la boca y doy un bostezo prolongado. Ángel vuelve a acostarse sobre la roca llena de arena y de un tirón me acerca a su anatomía.
–Descansa, Mar. Quizás mañana pienses diferente.
No respondí. Simplemente cerré mis ojos sintiendo el tacto del joven en mi panza, que a su vez, era abrazada por sus alas y acariciada por el dorso de sus dedos.
Sintiéndome aún extraña por tanto afecto, finalmente quedo rendida en él...
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-Angie_lab
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Colisión de galaxias {Completada}
RomanceLa colisión de galaxias es frecuente en la evolución del universo. Debido a la distribución extremadamente tenue de la materia en las galaxias, no se trata de colisiones propiamente dichas, sino más bien de interacción gravitacional. Una colisión pu...