Furor

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El collarín de Add indicaba altos niveles de adrenalina regándose por su torrente sanguíneo, cambio en su presión arterial, pulso acelerado, respiración agitada y actividad digestiva inusual. Cansado del chirrido aberrante proveniente de la alarma, apagó el aparato, y siguió adelante, a gran velocidad galopando las corrientes de aire a bordo de sus Dinamos Nasod.

Sentía una angustia que lo desbordaba y un miedo tremendo. Sabía que Glave conocía el tiempo. Sabía que algo podía ocurrirle a Eve. Si no se daba prisa ..""

"-Maldicion...estas chatarras tardan demasiado-"pensó. Add se detuvó un instante, tenso y muy agitado; esperó a que sus Dinamos indicaran alguna lectura. Cuando tuvo la oportunidad, implementó un dispositivo de rastreo en las ropas de Eve. Sabía que había hecho lo correcto. Gracias a ello podría determinar donde se encontraba; sin embargo, el Sistema Dinamo demoraba mucho. Tras segundos que parecieron eternos, por fin Add dió con la localización de Eve. Se encontraba en medio de la nada, varada entre Peita y la Villa de Velder.

No aguardó ni un instante a mirar para ver si sus compañeros iban en camino. Se aventuró a toda velocidad a través de la cordillera, sin saber muy bien que iba a encontrar.

"-Esta maldita incertidumbre-"...

Adelantándose a la situación, y siguiendo el hilo de pensamientos de Eve, era bastante probable que intentara apoderarse de un fragmento del Èl oscuro, y los únicos que tenían en su posesión fracciones del Éldrit con esa naturaleza, eran las hordas de demonios. La Nasod Electra había purificado uno con anterioridad... no....más bien, el fragmento había reaccionado a la presencia de Eve.

¿Qué tenía planeado para evitar volver a purificar un trozo de Éldrit, tal y como lo hizo la última vez?

Add sabía que los Nasods y el Éldrit estaban conectados. Después de todo, el mismo cristal les había infundado vida y los había convertido en una raza pensante, con autonomía. Aun a pesar de ser esclavos de la humanidad. Eve a veces podía ser completamente una cabeza dura.

Tras un par de minutos y sin ver absolutamente nada, escucho un pequeño bip proveniente de sus Dinamos. Había un sin fin de presencias más adelante...

-Tengo un mal presentimiento-

Se apresuró, tanto como sus Dinamos lo permitieron.

►►►►►

Aquella chusma demoniaca era increíblemente insistente. El número inicial era de tan solo unos cuarenta individuos, pero al poco rato aparecieron más y más. Esto le dejo algo muy claro a Eve:

Belmey se estaba preparando para vencer definitivamente a sus enemigos, el clan rival que pretendía poner sus manos encima del Éldrit. Una vez eliminada Karis del terreno de juego, Belmey había perdido a su mano derecha. De modo que utilizaría todo lo que tenía para deshacerse de la otra caterva insulsa de demonios y de paso, llevarse a Elsword entre las patas. Lord Belmey planeaba una guerra.

La reina Nasod había entrado al campamento con tanta discreción como pudo, aprovechando la ausencia del Lord mefistofélico. Sin embargo, al cabo de un rato, acabaron dándose cuenta de su presencia. La Nasod no tuvo más elección que luchar. Al comienzo, sus magníficos ataques se veian acompañados de las variadas formas en las que manifestaba el Espectro del Eldrit en ella. Eve poseía un par de potentes lanzas Nasod y con ella hizo retroceder a la primera horda. Una vez se hartó de la chusma que la rodeaba, adoptó una posición elegante y casi celestial, y con su pulcra y mecánica voz exclamo con potencia:

-¡Giga Stream!-

Un campo de fuerza con la forma de un pentágono apareció y de inmediato, un potente rayo cargado con la fuerza del Éldrit abatió a la hueste demoniaca, destruyendo también, las tiendas de campaña en una línea recta.

Elsword: Crónicas del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora