Despedidas

1.6K 100 7
                                    

—¿Quieres dejar de llorar? —pasa su brazo por mi hombro.

—Se van Mel...

Han sido los 3 días más felices de todo el mes que llevo en Madrid. Se han ido prometiendo que volverán más pronto de lo inesperado, pero odio esperar, no quiero que se vayan, quiero poder levantarme y tenerlas conmigo en mi casa, poder llorar con ellas si el momento lo requiere, comer y ver peliculas, y sobretodo pasear por Madrid. A veces la vida nos pone obstaculos, la distancia nos termina de joder y todo acaba siendo como menos te lo esperas...pero todo llega para la persona que sabe esperar o eso dicen.

Mel no se ha separado de mí en todo el rato que llevamos en la estación. Cuando las chicas esta mañana salieron a comprar decidí llamarle. Necesitaba tenerle cerca.

FLASHBACK

Busco en mi agenda "Meeeel❤️", pulso a llamar, 1,2,3....

—Hola bonita —descuelga.

—Mel —tartamudeo por mi llanto descontrolado.

—¿Qué pasa? ¿Eh? ¡No llores!

—Se van en unas horas...

—Pero no se han muerto ¿no? —ríe.

—¡Tonto! —sonrío.

¡Que capacidad tiene este chico para convertir mi llanto en risa!

—¿Podrías venir a recogerme a la estación después? Creo que ni tendré ganas de conducir —pregunto.

—Claro mi niña, allí estaré.

FIN DEL FLASHBACK

Mel me invita a su casa a comer no quiere que pase la tarde sola porque en este poco tiempo creo que me conoce como una de mis mejores amigas y sabe perfectamente que si me deja sola lloraré hasta quedarme sin lágrimas.

Es un bonito piso a un par de kilometros del mio. Más grande pero igual de acogedor. Tiene una inmensa estantería donde guarda sus mejores recuerdos. Fotos con sus padres, familia, regalos, dibujos...

—Cotilla —susurra en mi nuca.

Doy un bote del susto que me acaba de dar, ha venido tan silencioso que no he notado que estaba detrás mio.

—¿Qué me vas a hacer de comer, chef? —pregunto sensual mientras juego con los botones de su camiseta.

—Lucía, no hagas eso que me pierdo —sentencia.

Levanto las manos a modo de inocencia y me giro dándole la espalda conduciendome hacia su cocina. Oigo sus pasos detrás de mi pero hago como si no escuchara nada.

—¿A dónde te crees que vas? —pregunta rodeando mi cintura mientras andamos pegados hasta su cocina.

—¿A comer, no? —me burlo.

—Ha cometido usted un delito —garraspea y pone voz grave.

—¿Ah, si? —me doy la vuelta—, espose me si así debe ser —respondo pícara juntando mis manos a la altura de su pecho.

Sus ojos se vuelven brillosos y por un momento solo veo lujuria en ellos. Agarra mis manos suavemente a trayéndome hacia él. Peligro. Le tengo demasiado cerca.

—Va a ser usted castigada... —relame sus labios.

Mis bragas se han ido de paseo. Si ser castigada implica estar desnuda gritando su nombre. Si. Si quiero estar castigada para siempre.

—Mel —balbuceo

Agarra mi cara entre sus manos acariciandola. De un momento a otro tengo sus labios pegados en los mios, su lengua pide acceso para deleitar mi boca y yo se lo doy encantada. De un beso con pasión pasamos a lo salvaje. Creo que nunca he deseado tanto a nadie. Su camiseta vuela literalmente por el salón. Su mano izquierda agarra fuertemente mi culo dando impulso a subirme encima suyo.

—Cómo me pones —jadea.

—Más —digo como corrompida por el deseo.

En un salto estamos en su cuarto deshaciendo como podemos la sábanas,  aunque casi no llegamos, con tantos esos y tanto deseo nos estamos chocando por todas las paredes. Mi camiseta se ha quedado por el pasillo, mis pantalones a medio bajar acompañados de mis bragas.

—Eres tan sexy —pasea su mano por mis curvas.

—Mel —me sonrojo.

—Estás preciosa sonrojada, tonta —besa mi cuello.

Me tumba despacio sobre la cama sin parar de besar y lamer mi cuello haciendo un recorrido caluroso y deseoso. Baja a mis pechos que los masajea y succiona una y otra ve entre sus dientes. Gimo. Su respiración entrecortada me deja ver lo cachondo que está. Baja hasta mi ombligo dando pequeños mordiscos que terminan de volverme loca, llegando a mis bragas tira del elástico con los dientes y para. Levanto mi cabeza y le miro atontada.

—Coge aire, lo vas a necesitar —relame mis labios.

Me besa tan salvajemente que me pone a cien. Quiero tomar la iniciativa y así hago. En un segundo está debajo mía con los labios rojos y los ojos brillosos.

—Eso no vale —se queja.

—Coge aire bonito, lo vas a necesitar —me burlo.

Sonrie. Con las persianas bajadas y la luz apagada su sonrisa me sigue pareciendo lo mas bonito. Aún así su cuerpo en la oscuridad es de lo mas apetecible. Le subo sus manos a la cabeza poniéndolas juntas.

—Cómo se te ocurra bajar las manos...empiezo de nuevo —susurro sensual en su oido.

Gime.

Bajo mis labios hasta su cuello, dejando huella con mi lengua. Su pecho es de lo mas ancho y amplio para mi boca. Un desierto para toda la sed que me genera. Tiene unas esenciales abdominales que me dejan descuadrada, muerdo poco a poco uno de ellos. Intenta bajar las manos y me doy cuenta. Creo que quiere que vuelva a empezar.

—Has bajado las manos... —vuelvo a subirles sus manos.

De un momento a otro soy yo la que ahora esta debajo y ahora es él quien manda encima de mí.

Oigo rasgar el plástico del condón y resoplo por las ganas que tengo de tenerle dentro de mi.

Me besa tan lento h suave que ni me he dado cuenta de que esta dentro de mi.

—¿Estás bien? —pregunta acariciando mi cara.

Asiento y le empujo más dentro de mi.

Cada vez sus embestidas son más fuertes y yo cada vez me muero más de placer.

—Llevaba razón —habla con la voz entrecortada.

—¿En qué? —pregunto dudosa.

—Que cuando te besara, no podría dejar de hacerlo.

En los brazos de Mel #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora