Encuentros especiales

1.2K 81 23
                                    

—Lucía —susurra Mel.

—Mi niña —abre los brazos Guille para abrazarme.

A Guille lo conocía casi a la misma paz que Mel pero nunca hemos tenido el mismo trato, obviamente. Pero eso no quita que me parezca un chico de lo más sincero y encantador, se que está ahí para lo que necesite tal como me demostró el mismo día que me vio, y me deja claro que me sigue teniendo ese cariño especial.

—Os presento —señalo a mi compañera—, ella es Paula y ellos son Guille y Mel —les señalo y se dan dos besos.

—He oído tanto hablar de vosotros que parece que os conozco de toda la vida —ríe.

La mato. ¿Cómo se le ocurre decir eso? Espero que ellos piensen que les conoce por su carrera y no por mí.

—¡Vamos a empezar! —respondo intentando quitar hierro al asunto y que ninguno diga nada sobre lo que ha dicho Paula.

Paula y Guille se adelantan hablando hasta ver donde vamos a empezar con la sesión. Mel va dos pasos detrás mío y me pone más nerviosa. Yo mientras tanto me dedico a desahogarme con Dani por whatsaap.

—Lucía, espera —se posiciona Mel a mi lado—, siento como me comporté el día que fui a tu trabajo...yo...no quería hacerte sentir mal.

—No me hicistes sentir de ninguna manera —respondo borde.

—Te conozco —me para y hace que le mire obligatoriamente—, y se que decirte esas tonterías hizo que te sintieras mal y sin saber a que venía todo esto...

—¿Has hablado con Dani, no? —sonrío.

—¿A que Dani estuvo allí? —sonríe ahora él—, es porque te conozco y mucho, créeme.

—¿Por qué ahora todo lo que me dijistes son tonterías y antes no? Además, ¿me puedes contar a que vino venir a mi trabajo para preguntar semejante tontería?

Cuando me va a hablar escucho a Paula gritarnos. Mierda.

—Eh chicos —escucho la voz de Paula—, venir, hemos encontrado el sitio perfecto.

Vamos en silencio hasta donde están y preparamos todo el equipo. Hora de hacer fotos.

Tras dos horas fotografiando parece ser que la tensión que había entre Mel y yo ha ido desapareciendo durante la tarde.  Guille y Paula se dedican miraditas que las noto hasta yo. Nos hemos reido, disfrutado y eso es lo que me llevo de esta tarde.

—Trabajo terminado —chocamos los cinco Paula y yo.

—Ya tengo foto favorita —sonrío victoriosa.

Todos me aluden para ver cual es y por penita se las acabo enseñando.

(FOTO)

En cuanto ven la foto, guardamos todo y nos vamos a ver Canarías. Ellos ya habían venido así que tenemos ventaja y dos guías turísticos muy pero que muy guapos. Primero dejamos todo nuestro equipaje de la sesión en el hotel, nos calzamos algo cómodo y listo.

Vamos admirando todos los paisajes, monumentos y calles de Canaria.

—Si no hubiese encontrado trabajo en Madrid hubiera probado aquí —digo mirando todos los pequeños detalles de las calles.

—Opino lo mismo —responde Mel.

Sonrío por dentro y por fuera. Mel me mira y hace el mismo gesto. Nos quedamos en silencio hasta que Paula decide hablar para pregunte en qué restaurante vamos a cenar.

—No me miréis asi, tanto ejercicio me ha dado hambre —ríe.

—¿Me explicas dónde guardas todo lo que comes? —pregunta Mel mirandola.

Todos reímos y seguimos caminando hasta encontrar un bonito restaurante.

—Ven —llama mi atención Mel.

Arqueo una ceja y dejamos a los tortolitos sentados en la mesa. No entiendo que pasa solo se que hago caso a todo lo que me dice Mel.

—¿Me puedes explicar a que viene esto? —pregunto anonadada.

—Quiero enseñarte algo —me mira serio—, además, si nos llegamos a quedar cinco minutos mas presenciamos una porno... —ríe señalando a mi amiga y a su amigo.

Cuando miro están besándose. Me produce una estampa tierna y a la vez me da envidia la capacidad que tiene Paula de darle igual todo lo que hay a su alrededor y poder dejarse llevar tan rápido y sin pensar en nada más...

—Vamos, sígueme —me llama Mel que ha andando tres pasos delante mío.

—¿Dónde me llevas? —pregunto—, esto parece una cocina...

—Shhh...

Nos encontramos en una pequeña ventana que nos separa de una gran puerta blanca de donde salen y entran personas con bandejas en las manos. Miro atónito a Mel quien no ha dicho ni una sola palabra desde que hemos llegado aquí. Se coloca detrás de mí.

—Cuando era pequeño, venía siempre aquí —susurra—, mi abuelo desde que inauguró el resturante me sentaba aquí porque decía que era un terremoto y en cuanto entrase en la cocina lo iba a tirar todo.

Siento una punzada en el pecho, un nudo se hace en mi garganta y tengo unas ganas inmensas de abrazarles. Me giro y le tengo a dos centímetros de mis labios, sonrío triste, no se porque me cuenta esto...pero me encanta que lo haga.

—Te sonará tontería —sigue susurrándome bajito en mi oido—, pero siempre he tenido una conexión especial con Canarias, con los años comprendí porqué. Cuando murió ni abuelo, me desmoroné de tal manera que creía que nunca podría superarlo... —pone sus manos en mi cincura.

—Es muy duro lo que has vivido Álvaro...

—Es la primera vez que me llamas así —sonríe melancólico—, me gusta como suena, mi abuelo siempre me llamaba así porque decía que Mel no era un nombre.

—¿Y tu abuela? —me atrevo a preguntar.

Me señala hacia el frente, por donde sale de una puerta una mujer mayor de unos 70 años, lleva un gorro en la mano que se lo acaba poniendo en cuanto ve que su cocina va en marcha.

—Todas tus preguntas tienen respuestas —sonríe en mi oído—, cuando dejamos de hablar sentí la misma sensación que cuando perdí a mi abuelo. Un vacío enorme.

Me lo como.

—Mi abuela fue la que me enseñó a ser fuerte —sigue hablando—, juntos podemos con todos, ese es nuestro lema —sonríe sujetándome la mano—, este es mi sitio favorito...me hace recordar los mejores momentos de mi infancia y sobretodo me hace sentir en paz con mi abuelo...el estar aquí hace que lo sienta conmigo todo el rato.

Le acaricio la cara y limpio la única lagrima que le he visto caer por su mejilla rosada. Me muero por abrazarle.

—Las heridas hay que mimarlas todo el tiempo para que puedan curarse bien, eso es lo que ha hecho tu abuela contigo. Cuidala mucho...

—¿Cuándo perdiste a la tuya? —pregunta posicionandose a mi lado y mirándome fijamente.

Bajo la mirada, no se en que momento he dejado que me conozca tanto...

—Hace siete años, yo era una cría no sabia exactamente que pasaba hasta que lo comprendi...siempre he pensado que nunca lo superaria...pero creo que es hora de sentirme en paz conmigo misma y con ella....

—La situación es ificil, pero tu eres fuerte...

—Mel, no lo soy ni tampoco se hacerme la fuerte....

—Ven tonta —se arrima y me abraza tan fuerte que tengo todos sus músculos pegado a mi—, ¿por qué no vamos a cenar y disfrutamos de la noche? Después te presento a ni abuela —sonríe victorioso.

En los brazos de Mel #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora