Lauren simplemente leyó esas líneas, esas letras, cada palabra de esa carta como el tesoro más valioso de su vida, si no reconociera la letra de Camila en ese papel juraría que no estaba pasando. Estaba tirada en el suelo con la carta sujeta a su rostro empapado de lágrimas, con la cabeza recostada en la pared y las rodillas flexionadas en su pecho. Las lágrimas rodaban por sus mejillas sin poder contenerlas, con el dolor más profundo y con el sentimiento más fuerte. Había dentro de ella una sensación de euforia de saber que Camila la amaba, era algo totalmente indescriptible, ¿cuánto tiempo había esperado porque algo así pasara?...mucho tiempo, había soñado tanto, no solo tenerla entre sus brazos, sino que ella fuese la mujer que amara, era tan duro pensar que jamás se fijaría en su amiga lesbiana; ella su amiga heterosexual, pero también existía ese sentimiento de dolor profundo, de esa herida abierta, se había ido, se había marchado por pensar que no la amaba, que ella no podía sentir igual y la verdad era que moría cada día por besar sus labios, por acariciar su piel, por disfrutar su aroma...moría cada día porque Camila fuese la mujer que la amara como ella soñaba.La puerta de la casa se abrió y la silueta de dinah apareció en escena, miró donde horas antes había dejado a Lauren , pero ya no se encontraba ahí, dirigió su mirada a distintos lugares de la sala de estar, pero tampoco se encontraba en ninguna parte. Dinah caminó un poco hacia el lobby y ahí la vio, sentada en el suelo contra la pared, en el lugar preferido de Camila; donde se sentaba a leer encendiendo algún incienso o algún aroma rico que llenaba la casa de tranquilidad. Dinah posó su mano en el corazón tan solo de ver la escena, Lauren aun con la carta en la mano y llorando desconsoladamente, podía escuchar sus sollozos desde donde estaba de pie y le destrozó el alma. Decidió caminar entonces hasta ella y sentarse a su lado en el suelo, alcanzó a tomar una de las manos de Lauren y la entrelazó con la de ella mientras con la otra mano la acariciaba.
- ¿Cómo la obtuviste?
- Estaba entre unos papales que encontré en la habitación de caMila.
- ¿Lo sabías? - preguntó sin siquiera mirarla.
- ¿Qué?
- Sus sentimientos.
- Siempre.
Lauren la observó con tristeza, pero al mismo tiempo con mucha confusión. - ¿Por qué no me dijiste?
- Porque no me correspondía lolo, no sabes lo difícil que ha sido para mí estar en medio de mis dos amigas, de mis hermanas, de mi familia y escuchar que una ama a la otra secretamente y no saber qué posición tomar sino aquella que las haga feliz a ambas. No podía decirte sus sentimientos, primero ella me lo pidió como favor y segundo era responsabilidad de ella decirte; de igual manera no me correspondía decirle a ella tus sentimientos, aunque me moría por decirle a ambas, pero solo comencé a ser esa especie de centinela que las observaba, las vigilaba, las cuidaba solo tratando de que al fin cobraran valor y gritaran su amor.
- ¿Por qué me dices ahora?
- Porque ya no puedo verlas más sufrir, porque aunque en esta ocasión estoy traicionando la confianza de mila, ya no puedo permanecer en silencio y ver como se pierden, no solo ustedes, sino una a la otra, simplemente amo la idea de que estén enamoradas, sé que son perfectas; tú eres perfecta para ella y la harías feliz como nadie más en el mundo. Pensé que para ti sería más fácil dar el paso de decirle lo que sientes porque al menos tú estabas definida, pero camila tiene miedo lolo, tiene miedo de sus sentimientos, pero más que eso está aterrada con la idea de que no la puedas amar como ella a ti. Otra razón por la que te estoy diciendo ahora es porque simplemente me han encambronado lo suficiente como para ya no soportar su idiotez y sus burradas; ya no soporto un día más tenerlas que aguantar diciéndome que se mueren una por la otra y no hacen un carajo para mejorar la situación.