- Sabía que no durarías mucho aquí, tenía que llegar tu salvadora y secuestrarte. – dijo taylor con una sonrisita de medio lado.
- No me extrañes mucho.
- Ni siquiera me había enterado que regresaste. – la abrazó fuertemente Taylor hasta casi asfixiarla. – Te quiero gorda.- Y yo te quiero a ti.
Clara regresaba de acomodar un equipaje en el auto de camila y se detuvo a observar la estampa, siempre había amado la manera tan especial en que sus hijos habían crecido y en lo mucho que se querían, para ella era un hermoso regalo. Se acercó a camila y sin mirarla le dijo. – Cuídala bien camila , yo viajaré al menos dentro de una semana y media, no es que no esté tranquila. – esta vez la miró al rostro. – es que…ya sabes…yo…
- clara eres su madre y puedo entender que te preocupes y en el estado que se encuentra quieras pasar más tiempo con ella, para mí no es un problema, al contrario es increíble que puedas continuar a su lado, aunque me hayas permitido llevarla de vuelta.
- Es lo mejor, aquí no tendrá la recuperación que tendrá a tu lado, ella te necesita.
- Y yo a ella.
Clara besó su mejilla y comenzó a caminar hasta Lauren. – Bueno hija, te veré más o menos en una semana, espero que comiences con tus terapias, te alimentes y…
- Cuenta con eso Mamá. – le interrumpió con una gran sonrisa.
Clara sonrió porque pudo reconocer en el rostro de su hija una inspiración y unas ganas de continuar que antes le veía perdida, por eso estaba segura que su hija estaría bien y más sabiendo que tenía una gran mujer a su lado. – Te adoro. – le dijo clara mientras la abrazaba y besaba en repetidas ocasiones.
Así salieron para realizar un viaje de algunas horas de regreso a casa, pero antes de llegar a casa lauren necesitaba hacer algo. – camila cariño.
A camila se le enchinó la piel al escuchar lo lindo que se escuchaba que Lauren la llamara cariño. – Si, amor.
- ¿Me puedes llevar a alguna parte?
- Claro, ¿a dónde quieres ir? – preguntó sabiendo muy bien la repuesta.
- Quiero ir donde papá.
Camila ladeó su cabeza, la miró y le sonrió. – Por supuesto que sí, con todo gusto.
Lauren cada vez que regresaba a casa visitaba a su papá en el cementerio, a veces lo hacía dos o tres veces al año; se sentaba un buen rato en su tumba y le hablaba como si él la escuchara, como si ella sintiese sus respuestas dentro de su corazón. Al llegar, camila la llevó en la silla de ruedas y la dejó justo al lado de su tumba, mientras ella se alejaba un poco para proporcionarle un poco de privacidad.
- Hola Papi, aquí estoy nuevamente, ya sabes no puedo regresar sin visitarte unos minutos. Es una necesidad que siempre llevo dentro. Las cosas no han ido bien como habrás notado. – mirando su silla de ruedas. – algunos accidentes que nos hacen caminar un poco más lento. Recuerdo que siempre decías cuando las cosas andaban mal “Andaré este largo camino, este camino tan largo, hasta el final, hasta el final del corazón, andaré este camino largo, largo, largo...”, me encantaba que la dijeras, era como un impulso a seguir y ahora la llevo siempre conmigo.- hizo una pausa y continuó – Te extraño tanto papito, ha pasado mucho tiempo, pero el tiempo no me hace extrañarte menos, al contrario a veces pareciera que te necesito más. Me gustaría que estuvieses aquí conmigo; bueno siempre lo estás, pero sí quisiera que físicamente me acompañaras, me vieras crecer y te sintieses orgulloso de mí. He tratado de llevar mi vida conforme a los valores que tú y Mamá nos enseñaron; a pesar de que ya sabes…pero como me dijiste alguna vez “tus preferencias sexuales no tienen nada que ver con la clase de ser humano que eres y el que deseas ser, me tiene sin cuidado con quien te cases y compartas tu vida, lo que realmente me importa es que seas una gran mujer”, eso lo he tratado siempre Papá, ser una gran mujer; eso que nos enseñaste tú y que Mamá ha continuado enseñándonos a través de los años.