Lauren abrió sus ojos sorprendida de no sentir la cercanía de Camila, la miró alejarse y se apresuró a alcanzarla rápidamente, la tomó de su antebrazo y la atrajo nuevamente hacia ella. – ¿A dónde crees que vas? – preguntó con su cuerpo muy pegado al de Camila .
- Bueno ya te demostré que no era cobarde, ahora te toca demostrámelo tú a mí. – comentó haciendo un reto preciso.
- ¿Demostrarte qué? – la miró con los ojos desorbitados.
- Cuan valiente eres tu mi cielo.
Lauren simplemente no estaba pensando correctamente, pero lo que si sabía realmente es que deseaba tener en sus brazos a esa hermosa mujer que la volvía totalmente loca. – Estás jugando con fuego…- le susurró mientras no apartaba sus ojos de sus labios.
- ¿Y quién te ha dicho que no me quiero quemar?
Lauren besó los labios de Camila, pero en esta ocasión con gran necesidad, mientras Camila alzaba sus brazos hasta su cuello y en respuesta a su acción Lauren la sujetó más fuertemente de sus caderas. Los labios de Camila respondían con la misma necesidad y Lauren se aventuró a la humedad de esa boca, introdujo delicadamente su lengua hasta encontrarse con la lengua de Camila y sentir la explosión recorrer por sus cuerpos. El beso se tornó más profundo, más húmedo, más apasionado…más único.
Camila gimió al sentir la caricia de la lengua de Lauren dentro de su boca, las manos de Lauren acariciaban su cintura y su cuerpo rozaba delicadamente con el de ella misma. Sus respiraciones se volvieron más agitadas y cada sonido de ellas moría dentro de la boca de la otra. Camila separó el beso, lentamente se acercó a su cuello y lo besó, inhaló su aroma y trazó un camino de humedad con su lengua hasta su oído. Suavemente y con delicadeza le susurró al oído sensualmente. – Quiero que me hagas el amor.
Lauren casi infartó con el sonido de esas palabras que la hicieron estremecer el alma, el cuerpo y el corazón. Instintivamente el comentario la hizo bajar sus manos al trasero de Camila, estaba completamente conmocionada, extasiada, fuera de sí. Sus labios eran tan dulces, tan suaves, tan ricos, su piel tan delicada, su cuerpo tan perfecto…esas palabras tan deseadas y aceptadas. Lauren la miró a los ojos esta vez sin apartar la cercanía y el roce del cuerpo. – ¿Estás segura? Una vez que…
- Una vez que empieces no quiero que termines. – le respondió con una mirada sensual; llena de deseo, pero de gran seguridad.
- Aunque quisiera no podría. – dijo en un tenue susurro con su respiración entrecortada y su mirada fija en su objetivo.
- Entonces qué esperas amor. – acarició su rostro con su mano. – He esperado demasiado tiempo… - Camila no estaba para andar ocultando sus sentimientos y menos su excitación, estaba que estallaba de deseo, ¿era lo correcto?, ya no le importaba si lo era o no, simplemente quería probar del néctar de sus labios y de la delicadeza de ese cuerpo que la hacían perder la calma. Era el momento de arriesgarlo todo, de dejarse llevar por primera vez por ese sentimiento que jamás había sentido; cada parte de su ser exigían la satisfacción de sus deseos. Tenía miedo, pero no sería ella la cobarde, no ahora, no hoy, no en este momento.
Lauren mordió sus propios labios y se acercó a los labios de Camila, esos que tantas veces la invitaban a besar, a morder, a lamer, a disfrutar, pero ya no tenía que fantasear más porque ahora estaba viviendo su realidad. El calor de la sangre incrementaba rápidamente, como también así la necesidad de ir más allá de los límites. Lauren subió el camisón de Camila y se encontró con la grata y excitante sorpresa de la delicadeza de su piel desnuda; acarició dulcemente toda la piel que encontró a su paso y la oprimió más a su cuerpo.