Epílogo

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—Elizabeth —me llamó Julie y la miré—, no estés mal. Podrás ver a Kyle algunos días y hablarán todo el tiempo por teléfono.

Hice el intento de sonreír. Julie tenía razón. No valía la pena entristecerme ahora. Tenía que aprovechar la última noche que me quedaba con Kyle y mis amigos en el campamento porque mañana todos volveríamos a nuestras casas.

Estaba segura de que nos mantendríamos en contacto. Kyle y yo lo habíamos hablado y decidimos que valía la pena una relación a distancias. Tampoco era como si estuviera en el otro lado del mundo pero para ir de su casa a la mía, le tomaría solo una hora y media o, con suerte, menos. Yo sabía que ni él ni yo podíamos realizar ese viaje todos los días. Así que ambos acordamos que, cuando podamos, nos encontraremos en medio del camino o, quizás, uno llegaría hasta donde estuviera el otro. Además, pronto iríamos a la universidad y suponía que ahí sería más fácil estar en contacto el uno con el otro ya que, seríamos adultos.

Y sabía que no me arrepentiría de esto. Nuestra relación valía la pena. Kyle valía la pena.

Suspiré para volver al mundo real. Le asentí a Julie y opté por intentar la sonrisa una vez más.

—Tienes razón. Tengo que aprovechar mi última noche con todos ustedes —respondí tratando de convencerme a mi misma más que a ella.

—Exacto.

Me levanté de mi cama, lista para salir a la fogata y unirme a Kyle y Ryan.

—¿Y tú cómo vas con Ryan? —pregunté cambiando de tema. Era obvio que yo no quería hablar de mañana y Julie lo sabía. Así que me siguió el juego y sonrió.

—Bastante bien. Estamos tomando las cosas suave y ambos acordamos no apresurarnos o presionarnos —dijo con una sonrisa mientras se ponía un arete.

Sonreí al verla tan feliz. No la veía tan ilusionada desde Kyle. Julie se había enamorado profundamente de Kyle pero, a pesar de sus sentimientos, aceptó que Kyle y yo queríamos estar juntos. Y, aunque suene egoísta, estoy feliz de que lo haya hecho.

Julie había estado distanciada por unos días cuando hablé con ella. Me saludaba pero no hablaba tanto como lo hacía antes. Yo intentaba animarle y, con el de tiempo, ella logró volver a su brillante y encantador estado de ánimo.

Volvió a hablar sin parar cuando comíamos y ya no le afectaba ver a Kyle y a mí actuar como pareja. Y las cosas solo mejoraron tan pronto, semanas después, Ryan decidió que tenía que invitar a Julie a salir. Habían tenido tan solo dos citas casuales, la última no hace poco, pero no dudo en que pronto estarán a los pies del uno al otro.

Desde aquel día en que ambos me dejaron atónita por sus calmadas reacciones ante lo sucedido, estaba segura de que ellos dos se merecían el uno al otro. Eran definitivamente como las mitades perfectas de un corazón. Y eran adorables juntos.

—Estoy feliz por ti —admití volviendo a la realidad. Julie me dedicó una de sus sonrisas que lograban animarle el día hasta a un pobre vagabundo.

—Y yo por ti —dijo—. Vamos —me animó pero no me esperó.

Ella ya estaba fuera de la cabaña y yo apenas había tomado un paso. Julie estaba demasiado emocionada por ver a Ryan que ni siquiera se tomó la molestia de esperar a que yo fuera con ella. Reí un poco y rodé los ojos. Esta chica no tenía remedio.

Salí tras ella y miré a mi alrededor, buscando a los chicos. Los vi sentados en la fogata, como todas las noches que pasábamos en el campamento. Me dirigí hacia ellos y sonreí tan pronto llegué a Kyle.

—Hola, enana —saludó él tan pronto me vio. Puse los ojos en blanco y tomé asiento a su lado. Julie y Ryan rieron justo al lado de nosotros por algún comentario de uno de ellos.

—Hola "rey de las bromas" —le respondí haciendo comillas.

Recordaba perfectamente cuando me había dicho eso mismo el día en que nos conocimos. El recuerdo parecía tan lejano, como si ya hubieran pasado años a pesar de que solo había sido hace tres meses. Pero, a la vez, el recuerdo era muy vívido en mi memoria y se sentía como si fuese ayer que Kyle llegó con su motocicleta como todo un cliché.

Kyle rió, al igual que Ryan y Julie. Me uní a ellos sin poder evitarlo. Definitivamente, los extrañaría muchísimo a todos.

—Te sentirás feliz de saber que el "rey de las bromas" —susurró Kyle en mi oído—, está buscando una reina.

Alcé ambas cejas con curiosidad, ya que era tan inútil que no podía alzar solo una ceja.

—¿Y quién podría ser esa reina?

—No lo sé. Estaba pensando que Maritza sería buena pero...¡auch!

Sí, fue mi mano la que ocasionó el golpe y Kyle rió luego de sobarse el hombro.

—Era broma, enana. Sabes que solo tengo ojos para ti y que solo tú eres mi reina.

—Lo sé pero quería golpearte —admití.

Sabía que, en realidad, no había ninguna Maritza y que Kyle solo lo hacía para bromear conmigo pero a veces me daban unas tremendas ganas de golpearlo.

—¡Eres mala! —exclamó.

—No, cariño, soy la peor.

Me acerqué a él con una sonrisa traviesa. Kyle sonrió tan pronto nuestros labios chocaron y volví a sentir el fuego pasional quemándose dentro de mí.

—Te quiero —susurró Kyle contra mis labios cuando nos logramos separar.

No dudé un segundo en responderle.

—Y yo a ti.

En efectivo, lo hacía. Quería a Kyle y todo lo que era. Era una parte de mí ahora. Sin él, no era nada. No me imaginaba sin Kyle.

Kyle volvió a juntar nuestros labios en un corto beso y, tan pronto nos separamos, hablé.

—Tengo hambre.

Kyle rió por mi comentario. Él decía que yo comía más que una mujer en cinta y, era verdad. Comía demasiado y muy frecuente. Si era así ahora, no me imaginaba a mi misma embarazada y con más hambre aún.

—Descuida. Espera aquí mientras yo voy a buscarte comida —ofreció él y asentí sonriendo. Kyle se alejó en busca del amor de mi vida (así le llamaba yo a la comida).

Amaba que me complaciera de esa forma. Y, aunque luego de hoy no lo vería tan frecuentemente como quería, decidí enfocarme en el ahora. Porque ahora era que estábamos Kyle y yo juntos. Ahora era lo único que importaba. Lo demás se podía ir a la mierda y a mi me daría igual mientras estuviera con el amor de mi vida...y con Kyle.

Fin.

Guerra de ConsejerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora