Capítulo 1: ¿Viajar?

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(Editado)

En medio de una profunda oscuridad, varios golpes amenazaban con derribar el madero que mantenía a salvo a un joven envuelto en sus sábanas.

Un zumbido lo mantenía dormitando con tranquilidad ignorante de quién giraba el pomo de la puerta y entraba con pasos llenos de furia.

La silueta se dirigió hacia el joven para observarlo, notando unos cables en ambas orejas. Resopló, encaminándose a uno de los extremos de la habitación para descorre unas cortinas y permitirle a la luz ingresar.

Quién descansaba tranquilo en su cama frunció el ceño de inmediato, retirándose los auriculares.

—¡Mamá! —se quejó.

Levantó su espalda y cubrió su rostro con una mano

—Estas no son horas de estar en tu cuarto

El joven miró el reloj digital que reposaba encima de una repisa al lado de su cama.

—Es fin de semana —se defendió.
— Pero eso no quiere decir que debas encerrarte como un animal. Además, deberías de dejar de escuchar música a un volumen tan alto. Estuve a punto de derribar la puerta si es que no me doy cuenta antes de que el seguro no estaba puesto.

El muchacho rodó los ojos.


Luego de haberse duchado, cepillado los dientes, peinarse y vestirse, el joven bajó las escaleras para dirigirse al comedor en donde su desayuno lo estaba esperando.

Anthony era un joven de 19 años. Tez blanca, cabellos negros y ojos verdes. Vestía una sudadera azul, unos pantalones jeans del mismo color pero más claros y unos zapatos de color negro. Tenía un lunar nada llamativo en su mejilla izquierda.

Aquél chico solamente saludó a su padre (el cuál no le devolvió el saludo) y a su madre, comió una parte de su desayuno, tomó su skateboard y salió por la puerta. Después de lo que le había ocurrido en clase necesitaba despejar un poco su mente y qué mejor manera de hacerlo que ir a al parque de skate con sus amigos.

—Pensé que tus padres no te dejarían venir con nosotros después de que reprobaras inglés —fue el saludo con el que lo recibió alguien del grupo.

Tony forzó una sonrisa.

—También me alegro de verte —respondió con una mirada cortante, juntando sus manos.

Su amigo desvió la mirada.

—Aprende a cerrar el hocico de una vez, Jason —comentó otro chico, golpeando el hombro del mencionado.

Después de esa escena, todos se dispersaron.

Anthony no tenía ganas de hacer acrobacias en las rampas debido a que no podía concentrarse mucho con el pensamiento de que tendría que repetir curso rondando en su cabeza. Por eso se la pasó zigzagueando, haciendo de vez en cuando unos Kickflip. Aunque tampoco fue la mejor decisión, ya que en uno de sus aterrizajes echó su tabla para atrás, haciéndolo caminar hacia adelante con pesadez. Y si uno de los que pasaba por allí no lo sujetaba a tiempo, lo más probable es que se hubiera ido de cara contra una piscina.


En el camino de regreso a su casa se la pasó reflexionando el como iba a enfrentar a su padre, quien era el que más esperaba su presencia. Una y otra vez repasaba una posible conversación.

Cuando llegó, se detuvo en el umbral de la puerta. Tomó una gran bocanada de aire y entró con la frente en alto pero tratando de evitar contacto visual con su padre.

Seis horas(Próximamente En Corrección).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora