Capítulo nueve: desastre

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Estuve todo el día en la cama, llorando y maldiciendo. El dolor en mi pecho era tan fuerte, ese dolor de perder a personas que amas de verdad.
Nunca volvería ver a James, y eso destrozaba mi corazón, me mataba hasta tal punto que terminaría acabándome en la autodestrucción.

Me acerqué a la puerta y la abrí, la soledad no era una buena amiga.
Toqué mi cabeza y noté como ya me había salido un poco de pelo nuevamente, mi melena castaña estaba volviendo.

Observe la comunidad desde un sillón instalado a un lado del porche. Me aprendí la forma en la que todos caminaban, en la que miraban...
Un dolor punzante en mi cabeza apareció, como agujas clavándose en ella.
Agarre con dos dedos mi cien y cerré los ojos. Estaba apunto de explotar, abrí y cerré los ojos, veía todo color rojo. Era tan fuerte el dolor que no note el estar gritando, lo que atraía a gente a mi al rededor. Me levante y baje las escaleras aún con el dolor en la cabeza, los mire y sentí como mis piernas flaqueaban, haciendo que cayera en el suelo asfaltado.
Oscuridad.



minutos después

Abrí los ojos, aún con la visión ¿dónde estaba? Esa no era mi casa.
Me incorporé mirando la habitación, las paredes pintadas de verde oscuro, suelo de madera. Una habitación desconocida para mí.
Me levante y abrí la puerta. Estaba en una casa cualquiera, todo estaba impoluto y organizado.

-¿Hola?- grité y nadie respondió -¡¿HOLA!?- entonces vi al chico moreno de antes. Se asomó desde una columna en el lateral de la casa.

-Has despertado, pensé que no lo harías- sonrío -Soy algo así como un médico, no llegue a terminar la carrera. Porque en el último año me expulsaron-, melancólicamente me pidió que me acercara -pero soy algo así como tu amigo el médico.

-Gracias, supongo- ladee la boca.

-Oye, me gustaría que probaras mi guiso- su acento no parecía ser de aquí -Niña- dijo que un idioma que desconocía.

-¿Qué idioma es ese?

-Español, soy de alguna parte de Latino América- sonrío provocando que sus ojos se achinaran.

-Bien, un placer. Soy Alma.

-El placer es mío, oiga niña, casi llego a tener un derrame cerebral. Ha sufrido varias palizas que no han sido bien cuidadas. Tenga cuidado con los esfuerzos- asentí -Y pruebe mi guiso.

-Gracias- lo recibí y él chico me invitó a pasar a la cocina

-Me llamo Gregorio- dijo sentándose y entrelazo sus manos -Debe tener cuidado con esta gente, son el demonio- fruncí el ceño -Cuidado mija no subestime la locura de esta gente.

-¿Qué se supone que debería hacer?

-Huir, pero no puede. Llevo al rededor de ocho meses intentando escapar de este infierno, pero no puedo.

-¿Qué quieren de nosotros?

-Lo que he averiguado es que a toda esta gente la tienen drogada con un suero. Yo no lo tengo- me enseñó sus brazos descubiertos - pero si mira bien a la gente que va por ahí, todos llevan un suero.

-¿Pero para qué?- se tapo los ojos

-Quieren cegarnos de la verdad.

-Pareces un personaje sacado de la Iglesia.

-No, lo crea mamita, en cuanto menos se lo espere verá que lo que le digo es real- señaló la ventana que mostraba parte de mi casa -Su casa guarda secretos de esta comunidad. Me encargue de que no los quitaran.

-Vamos- me levante pero me grito

-¿CÓMO SE LE OCURRE? Van a sospechar, no son tan tontos.

-¿Entonces? Mira, estoy pensando que el paranoico eres tú, no me estás dando parte de la información para creerte, déjame decirte que para que pueda ayudarte debes darme la información.

Grimes {Carl y tú} (CANCELADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora